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Aunque no se presenten síntomas que a uno le confirmen que padece la COVID-19, esta enfermedad no es plato de buen gusto. Es lo que le ha pasado al capellán de la residencia Nuestra Señora de las Mercedes de Carrión de los Condes, Ramiro Fernández Santos, que a sus 79 años ha esquivado al virus y se ha convertido en el ejemplo a seguir en un centro con varios afectados por el coronavirus.
La historia del sacerdote arranca con un test en la propia residencia. Tras el análisis, inmediatamente le mandaron a Palencia, a pesar de que no presentaba síntomas. «Siempre me he encontrado bien», apunta el cura desde su habitación en la residencia. Tras cuatro días ingresado en el hospital Río Carrión, Fernández Santos recibió el alta y puso rumbo, otra vez, a Carrión de los Condes. Al igual que vino, se fue, aunque con la enfermedad superada. Desde entonces un aislamiento preventivo y sin dar misa. «Es como si estuviera de baja», bromea el cura, que lleva en la residencia desde que sufrió un ictus cerebral en el pasado año 2003.
Desde entonces se ha convertido en el guía espiritual de Nuestra Señora de las Mercedes, misión que ha acrecentado estos días al ser un ejemplo de que se puede superar la enfermedad. «Que no tengan miedo, vamos a poder con ello. Lo vamos a vencer y vamos a salir adelante. Todos los días nos lo dicen en la residencia cuando nos despiertan. Podemos y vamos a poder con ello. No hay quién nos pare», afirma con optimismo el cura, que ha vivido la enfermedad con tranquilidad. «Estás en una situación nueva y uno no entiende cómo la coge o el porqué. Hay que saber llevarlo y aceptar la enfermedad», continúa.
Por ese motivo, Ramiro se ha convertido en el ejemplo de varios usuarios de la residencia que luchan durante estos días contra la temida COVID-19. «La gente lo está llevando bien y con mucha esperanza, aunque haya algún caso positivo. No hay miedo. Ellos saben que he ido a Palencia y he vuelto porque me he curado. Si yo he podido, ellos también van a poder», ilusiona con sus declaraciones el capellán de la residencia, que pasa la cuarentena entre la lectura y su ordenador.
Aún así, Ramiro Fernández también ha sacado un momento para hablar estos días con el obispo de Palencia, Manuel Herrero, que al igual que él, también ha superado la enfermedad. «Le llamé cuando estuvo ingresado y él me ha llamado cuando he estado en el Río Carrión. Me dijo que tuviera esperanza, que siguiera adelante y, sobre todo, que no perdiera la ilusión. Él ya está llevando la vida normal y yo la voy a poder llevar igual cuando pase estos días de cuarentena», relata el sacerdote, que ha recorrido media provincia al oficiar misas en municipios de la Montaña Palentina, Villovieco, Arconada y 14 años en Villalcázar de Sirga.
Ahora, Ramiro Fernández tendrá que esperar hasta finales del presente mes para certificar que ya no queda en su cuerpo ningún resto de la COVID-19 y empezar a hacer vida normal, como volver a la capilla de la residencia de Nuestra Señora de las Mercedes, aunque, ahora mismo, «lo importante es que nos recuperemos todos los antes posible», concluye el capellán, natural de Palacios del Alcor, localidad enclavada dentro del municipio de Astudillo.
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