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«Dos semanas antes de hacerme la prueba, me encontraba cansada y algún día me dolía la cabeza, cuando eso nunca me había pasado. Empecé a sospechar porque de repente perdí el olfato y el gusto». Es el testimonio de Sara Calvo, auxiliar de la residencia Virgen del Valle en Saldaña y positivo por la covid-19 el pasado 10 de abril.
Ese día se confirmó lo que venía barruntando esta joven de 23 años, que, a pesar de padecer la enfermedad, no ha dejado de ir a trabajar ningún día. «Solo quería que me hicieran las pruebas para confirmar si tenía la enfermedad. Llamé al número regional y me derivaron a mi médico de cabecera, que no estaba en ese momento. Uno de Urgencias me dijo que él creía que ya lo había pasado. A los días hablé con mi médico, lo consultó y creía que también lo había pasado. Pero no me hacían pruebas y seguía trabajando con algo de cansancio», relata Sara una vez que ha derrotado al virus.
Hasta que llegó el 10 de abril. Ese día los test rápidos aterrizaron en el centro que trabaja, que suma tres fallecidos por coronavirus (uno con sintomatología similar a la covid-19, aunque sin realizar la prueba) y 19 casos. «Di positivo y me dijeron que tenía que ir a Palencia a hacerme la otra prueba, la del palito por la nariz. El 12 de abril fui con una compañera de la residencia y al día siguiente nos dijeron que habíamos dado negativo. Llamé a mi médica y me dijo que ya lo había pasado y que no contagiaba», recuerda la auxiliar, a quien la enfermedad no le ha trastornado el día a día. «No he dejado de trabajar ningún día. Lo que más me ha preocupado era si perdía el olfato y el gusto. No quería quedarme así», continúa.
Momentos de incertidumbre para esta joven de Saldaña al convivir con personas vulnerables, entre las que se encontraba su madre. «Sabía que lo tenía, cada uno conoce su cuerpo. Solo quería que me hicieran la prueba al vivir con mi madre, que es de riesgo. Además trabajo con mayores. Cuando me la hicieron, me alivié», detalla Sara, que cree que no ha contagiado a ningún usuario de su centro de trabajo. «Mi madre siempre ha estado bien. Creo que no se lo he pegado a nadie», prosigue.
A pesar de que la covid-19 ha entrado en la residencia, Sara Calvo manda un mensaje tranquilizador a los familiares. «La situación está controlada. En todas las residencias están falleciendo personas, como ha sucedido siempre, y lo están achacando al coronavirus. Muchas de ellas son personas de 90 años a quien les ha llegado su hora», defiende la auxiliar, que incide en la importancia de seguir haciendo pruebas para detectar la enfermedad. «Los primeros días nos decían que no había test, ese ha sido el principal problema. No sabíamos si estábamos contagiados. Ahora veo primordial que destinen esos exámenes clínicos al personal sanitario, a las residencias y a todo aquel que trabaja en la calle», añade Sara.
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