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La pandemia saltó en España en marzo y puso todo patas arriba. De eso no hay duda. Mostró, a base de encierro, la importancia de las ventanas en las casas y, sobre todo, de los balcones, ese trocito de vida exterior fuera de las cuatro paredes. Privilegiados eran los que disponían de un pequeño patio o de jardín, en caso de vivir en un adosado. Pero, sobre todo, los que vivían en los pueblos, la vida rural. Rodeados de paz, de naturaleza y alejados de las aglomeraciones, tan poco recomendables en el último año. Por eso, los pueblos se han convertido en destinos deseados por muchos que, con el reciente teletrabajo o la cercanía a las ciudades, han ganado vecinos a golpe de covid.
Es el caso de Husillos, que ha crecido un 10% en población en el último año. «Hemos pasado de los 330 de enero a los 364 de diciembre. Queremos ilusionarnos e ilusionar, queremos conseguir que vengan a vivir tanto gente de Palencia como de fuera», afirma, con orgullo, Juan Jesús Nevares, alcalde de la localidad. Por eso, el Ayuntamiento de Husillos repicó campanas en San Valentín y regaló rosas para demostrar su amor por el pueblo, por lo rural. Allí, los vecinos pueden realizar yoga, aprender a tocar la guitarra o a restaurar muebles sin salir del municipio, mientras que los pequeños también pueden dar clases de inglés o de teatro.
«Me vine a Husillos porque siempre había querido vivir en un pueblo e hice un cambio total de vida en más aspectos. Uno de ellos fue venir y estoy encantada. Me gusta el trato con la gente, esa relación de vecinos y casi familia. También adoro el silencio y la posibilidad de observar la naturaleza de cerca», afirma Eugenia de Paz, profesora de yoga y vecina de la localidad palentina. Dos días a la semana da clases en el pueblo, a grupos que van de jóvenes a mayores de 60 años, en el centro de usos múltiples 'La Nave', con mucho espacio y con un suelo cómodo y pintado para marcar las distancias de seguridad. También imparte en Fuentes de Valdepero y en Saraman, la escuela de yoga que tiene en Palencia.
En Husillos ha mantenido las clases de yoga 'on-line' durante el confinamiento y también con el toque de queda de las 20 horas. Actualmente, con el toque fijado a las 22:00 horas, comienza a las 20:15 horas y tras una hora y media todos regresan a casa con tiempo. «Es más complicado telemático, porque hay más distracciones, sobre todo los que tienen hijos, pero ha ido bien. Estoy sorprendida con el seguimiento», señala Eugenia, que se trasladó a vivir a Husillos después de comenzar allí con los cursos de yoga y gustarle mucho el municipio.
Otra vecina que decidió hacer la maleta y trasladarse fue Virginia, que justo antes de la pandemia se fue a vivir en la casa de su familia de Husillos, en lugar de en Palencia, para tener más espacio y silencio para estudiar.
Oposita para ser Especialista en Psicología Clínica para trabajar y formarse en un hospital durante cuatro años, como un MIR. Estudia una media de catorce horas al día y está en los últimos coletazos, porque ya se examina el 27 de marzo. «Estoy muy a gusto estudiando aquí porque estoy sola y puedo hacer lo que quiera, como ponerme a estudiar a las tres de la mañana y no molestar a nadie. Dadas mis circunstancias personales, estoy mejor aquí», reconoce Virginia, que se presentará al examen junto con otras 4.000 personas por un total de 189 plazas.
«Este verano mucha gente ha venido al pueblo preguntando para comprar casa, pero una casa con patio. Ha tenido que venir la pandemia para volver a valorar la vida rural», afirma. «Husillos es un pueblo que está muy bien y que ojalá siga creciendo. Si hay más gente, si hay más niños, también habrá más servicios», concluye, para continuar estudiando.
Juan Jesús Nevares | Husillos
María Luz Íscar | Tabanera
Jorge Ibáñez | Cervera
José Luis Gil | Ampudia
Otros pueblos, como Tabanera de Cerrato, tienen iniciativas que superan las 2.000 solicitudes. Sí, nada más y nada menos que 2.000 familias, de España y del extranjero, se interesaron por el anuncio que ofrecía vivir en la localidad palentina y llevar la tienda de ultramarinos a partir de verano. La vivienda de 85 metros cuadrados -ya en obras- estará lista, en principio, para finales de mayo. «Ya tenemos familia», afirma María Luz Íscar, alcaldesa de Tabanera. «No lo hemos decidido por los niños sino porque cumplían los requisitos, como experiencia en el sector del comercio. Tienen ideas y creo que pueden encajar», señala.
Y es que los miembros de la familia Fariña Díaz son unos enamorados de Castilla y León. Tinerfeños y con tres hijos, todos los años pasan sus vacaciones en la comunidad. «Somos unos enamorados de Castilla y León. La historia medieval de la comunidad me encanta y me ha llamado siempre», reconoce Juan Antonio Fariña, que aún no conoce Tabanera. «Tenemos muchas ganas de ir, a ver si levantan el confinamiento perimetral y podemos acercarnos», agrega.
Siempre se habían planteado cómo sería la vida en la península, con estaciones, con nieve... Por eso, buscaron trasladarse a un pueblo de Castilla y León y, al no encontrar lo que buscaban, se mudaron a Luesia, un municipio de Zaragoza hace más de un año. Cuando vieron el anuncio de Tabanera en redes sociales no se lo pensaron. «Yo tengo años de experiencia en el sector del comercio y me gusta. Lo pensamos, lo echamos y mira en qué ha terminado esto», afirma Atteneri Díaz.
Y si ellos están deseando venir, sus hijos Gabriel, Leyla y María aún más. El otro día, mientras comían todos juntos, su madre les dijo 'que levante la mano quien quiera ir ya a Tabanera'. Y los tres pequeños, de 8, 7 y 5 años, levantaron la mano. '¿Va a haber comedor?', '¿Iremos al cole en autobús?' o '¿Cuántos niños habrá?' son algunas de las preguntas que hicieron, casi sin respirar.
«Nuestro objetivo es ir a un pueblo a sumar, con los niños y con lo que podamos ofrecer. No queríamos un pueblo con todos los servicios, queremos un pueblo para dar, justamente lo que es Tabanera. Y los pueblos de alrededor tampoco tienen tiendas, esto es una forma de abastecer a todos los de alrededor y darles servicio», señala Juan Antonio. «La vida en el pueblo es tranquilidad, la ciudad siempre la tienes. Es el mejor lugar para la infancia para que los niños crezcan. Veo una felicidad increíble en mis hijos», concluye.
Pero no es oro todo lo que reluce en el mundo rural. A pesar de que más personas demanden vivir allí, los servicios continúan reduciéndose poco a poco, perdiendo calidad de vida y obligando siempre al vecino a tener que desplazarse. Este es el caso de la Oficina de la Seguridad Social de Cervera de Pisuerga, que el pasado 12 de noviembre cerró su puerta para siempre. La jubilación de los dos funcionarios que trabajaban en ella propició que dejasen de atender a los vecinos, después de 75 años.
«Es un servicio que era muy sencillo, práctico y útil. Se tenía buen trato y te daba la información de manera inmediata. Ahora la gente tiene que ir a Aguilar de Campoo o a Guardo. Se suele ir a Aguilar, pero es complicado desplazarse», afirma el alcalde de Cervera, Jorge Ibáñez. No hay transporte público que conecte Aguilar con Cervera, está ligado al horario de la fábrica de galletas. Y hay muchos pueblos de alrededor que no tienen ningún tipo de conexión. Por ejemplo, ir desde Piedrasluengas a Aguilar supone más de una hora de trayecto.
Por todo esto, Ibáñez se desplazó hasta Valladolid hace unas semanas para reunirse con el delegado del Gobierno en Castilla y León, Javier Izquierdo. Allí le pidió que ejerciera como intermediario con el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones de José Luis Escrivá para que se pueda volver a contar con ese servicio a la mayor brevedad posible. «Es muy triste que en una zona rural, con lo difícil que es utilizar lo telemático, la distancia, la orografía e incluso con el propio virus, eliminen este servicio», agregó.
Cervera es otro municipio que ha visto cómo muchos vecinos que se habían ido a las ciudades volvían con la pandemia. «Han venido personas, sobre todo gente joven, que ha vuelto al pueblo a buscar algo de oportunidades. En el censo no se notará porque con el covid ha fallecido gente, pero tenemos más población joven activa, que trabaja en la fábrica de galletas y en otros sitios del norte. Porque aquí hay distintas opciones de trabajo», concluye Ibáñez.
Otro servicio que se ha perdido en siete pueblos de Palencia es poder poner la cartilla al día, sacar parte de su pensión o consultar una duda bancaria en su propio municipio. Ampudia, Amusco, Cascón de la Nava, Castrillo de Villavega, Frechilla, Magaz de Pisuerga y Monzón de Campos ya no tienen derecho a la sucursal móvil desde hace varias semanas. «Prestaba un servicio muy importante al pueblo, a todos los pueblos a los que iba», subraya José Luis Gil, alcalde de Ampudia.
Un microbús bancario acudía semanalmente a los municipios. «Era un autobús que tenía cajero. Posteriormente, este se averió y siguió viniendo sin prestar el servicio del cajero, pero siguió viniendo. Sobre todo, más para la gente mayor, que necesita que le asesoren y para hacer cualquier gestión», argumenta Gil.
Estos pueblos claman por una solución, por no perder un servicio tan necesario para la población -sobre todo mayor- , que tiene más dificultad para desplazarse hasta la capital y para utilizar Internet u otro tipo de aplicaciones. «Además, las personas mayores echan de menos el trato cercano con el trabajador», añade el alcalde. Por este motivo, la Diputación de Palencia se ha interesado por la situación y por encontrar una solución para no dejar a estos siete pueblos sin un servicio básico. «Tuvimos una reunión con el responsable de zona de Unicaja y la presidenta de Diputación para buscar una solución. Nos emplazó a dentro de unos días a otra reunión a ver si se podía hacer algo, pero lo veo complicado», reconoce José Luis Gil, que continúa trabajando en otras posibles opciones para tener servicio bancario en el pueblo.
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