En la primera línea del Covid-19, pero con una sonrisa
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Cajeros y reponedores aseguran que ya han pasado los momentos de histeria, aunque aún quedan clientes por sensibilizarSi algo positivo está destapando esta crisis sanitaria es la cantidad de héroes que hay en la sociedad. Todos ellos sin capa, aunque con 'atrezzo' en forma de mascarillas, gafas y otros elementos para frenar la propagación del coronavirus.
Coronavirus en Palencia
Jesús García-Prieto
Médicos, enfermeras y a policías se les ve actuar a diario para garantizar la seguridad ciudadana, pero hay otros muchos, que salen a la calle todas las jornadas para ponerse su atuendo de trabajo y empezar a despachar comida y sonrisas. Son el personal de los supermercados, que han visto cómo su labor se reconocía estos días al estar expuestos al enemigo del Covid-19.
Esas colas y avalanchas por adquirir papel higiénico en todas las tiendas como si fuera lo más necesario en tiempos de crisis ya no existen. Ahora se ve separación entre personas, respeto y más compresión que los primeros días de cuarentena. La ciudadanía se van concienciando y eso se ha reflejado en el día a día en los supermercados, aunque siempre hay la excepción que confirma la regla. «Nuestro día a día es un poco atípico. Ha cambiado la forma de tratar a las personas y las situaciones que se dan. Hemos vivido algún momento de tensión, pues no acaban de entender que hay que mantener una distancia prudencial o un tipo de respeto diferente al que se ve normalmente», apunta Diego Martínez, cajero-reponedor del supermercado Lidl en Palencia.
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Un nuevo protocolo que ha obligado a cada superficie a destinar recursos en desinfección y en personal, pues el acceso a los establecimientos se desarrolla de forma escalonada. «Dejamos entrar a un número limitado de personas dentro del supermercado, según va saliendo un carro de compra grande pues entra otro. Los clientes cada vez respetan más todas las medidas», añade Hugo Quintano, empleado en el Lupa de Venta de Baños, que ya no ve la histeria de las primeras jornadas. «Si todo esto comenzó un lunes, los días anteriores fueron un caos, donde todo el mundo estaba llevando carros. Esos días fueron para nosotros un auténtico caos porque arrasaban con todo. Una persona en vez de coger una botella de aceite, se llevaba ocho. El papel higiénico famoso, pues la gente con seis. Esos días estábamos reponiendo mucho más», continúa.
Tal vez el aumento de positivos en Palencia haya abierto los ojos a los ciudadanos, que las primeras jornadas se veían inmunes a la realidad que azotaba a provincias limítrofes. «De la semana pasada a esta, ha cambiado mucho. Los clientes están más concienciados. Esperar que salga uno de la zona de yogures para que entre otro, eso no lo habíamos visto en la vida», relata asombrado el empleado del Lupa de Venta de Baños.
En la capital, el guion avanza por el mismo camino, aunque se sigue viendo al mismo vecino todos los días. «Hay gente que viene a comprar una naranja y al día siguiente un kilo de mandarinas. Hay muchas personas que no entienden que tienen que hacer la compra y luego quedarse en su casa. Muchos clientes vienen a por dos o tres productos todos los días. No lo acaban de entender», señala Martínez, que no había visto esta situación en los casi dos años que lleva abierto el Lidl de Pan y Guindas.
El coronavirus no solo ha cambiado los hábitos en los compradores, también en los supermercados. Se restringe el horario y las medidas de seguridad imperan en las líneas de caja, donde el contacto con un empleado es el más cercano. Por ese motivo, mamparas se han instalado en muchos supermercados, ya que prevenir es mejor que curar. «Todos nosotros no sabemos lo que vamos a llevar a casa y todos tenemos familia. Estamos asustados porque pasa mucha gente a nuestro alrededor al día y no sabemos si vamos a infectar a nuestros hijos o a nuestro padre. Que sí, que nos lavamos muy bien y nos desinfectamos, pero tenemos miedo», explica Hugo Quintano.
En la misma línea se muestra Martínez, a quien le preocupa infectar a sus seres queridos. «Vivo con gente mayor y tienes la incertidumbre de llevarlo a casa y pegarlo», concluye.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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