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Javier Calaveras es médico de Urgencias en el Hospital Río Carrión desde hace más de diez años y ahora se enfrenta a su mayor reto como profesional: intentar por todos los medios que su trabajo salve vidas durante una pandemia. Las palabras estrés, cansancio e incluso agotamiento se han apoderado de su vida en los últimos días, pero hay otra palabra que está haciendo que las otras tres pierdan sentido: responsabilidad.
–¿Qué situación se está viviendo en el Hospital Río Carrión?
–No hay situación de colapso en el hospital, como estamos viendo en Madrid, pero sí que estamos llegando a una ocupación altísima. En Urgencias, cada vez tenemos un volumen más elevado de personas y ya comienza a haber colas de espera para la atención.
–¿Y cómo están esperando estas personas?
–Lo habitual es que las personas que llegan a Urgencias sean recepcionadas y atendidas. Aunque tenemos una sala de espera en la que se guardan las medidas de seguridad adecuadas, lo habitual es que se atienda de manera directa e inmediata. Intentamos ser ágiles para poder atender a todos los pacientes lo antes posible.
Coronavirus en Palencia
–Dice que cada vez acude más gente a Urgencias. ¿Qué porcentaje de esas personas presentan síntomas de coronavirus?
–El porcentaje es muy alto y vamos a más. Cada día es superior, va a un ritmo constante y elevándose, como era previsible. Mientras, hemos notado un importante descenso en el volumen de las Urgencias comunes y habituales.
–Se está recomendando a la población con síntomas que se quede en casa hasta que no haya más remedio que acudir al hospital. ¿Cuándo uno sabe que ya no puede esperar más en casa?
–Hay que tener en cuenta los factores de riesgo que tienen las personas. Un factor importante es la edad, también si el paciente es diabético, hipertenso o si tiene problemas de enfermedad pulmonar obstructiva crónica. La mayoría de las veces, por suerte, la enfermedad se desarrolla de manera leve o moderada, con síntomas como la fiebre, dolores musculares y tos seca. Tendríamos que ir a Urgencias cuando, aparte de estos síntomas, se empiece a tener mucha dificultad respiratoria. En ese momento es cuando hay que ir.
–Y solo en ese momento, porque si alguien acude al hospital sin estar contagiado, es probable que se contagie...
–Correcto. Hay que ser prudente porque al final esto es una cosa de todos. Si tenemos una sintomatología leve y no es el virus, al final lo podemos adquirir en el hospital y ser vector, no solo a nivel local sino poblacional y ahí está el verdadero problema.
–¿Cómo ha influido en Urgencias la baja del jefe del servicio, Gonzalo Ibáñez, que ha dado positivo en las pruebas?
–Gonzalo está teletrabajando desde su domicilio y en contacto continuo con nosotros. Su estado de salud es bueno y, aunque él coordina el servicio desde la distancia, cuenta con la ayuda de todo el equipo, que tiene muchas ganas de trabajar.
–¿Cuántos profesionales de Urgencias han dado positivo, a parte de Gonzalo Ibáñez, y cuántos están en cuarentena?
–Dos han dado positivo y hay otra persona en observación a la espera de resultados.
–¿Cómo se están cubriendo estas bajas?
–La situación de momento no es acuciante y la plantilla, más o menos, se ha ido cubriendo. Estamos reorganizar turnos y distribuyendo nuestro tiempo de descanso para cubrir estas bajas.
–Según las últimas cifras, son quince los sanitarios contagiados. ¿Estos números auguran que el virus se ha propagado por todo el hospital?
–Lo que es una realidad es que los contagios no solo se producen en los domicilios, también entre los profesionales. Somos conscientes de que tenemos que tomar las medidas oportunas, no solo en la atención al paciente, sino en las relaciones del día a día. Tomamos nuestras medidas de seguridad, no tenemos contacto personal, utilizamos las mascarillas para, si estamos contagiados, no contagiar al resto, siempre con una higiene de manos muy adecuada. Puede ser que cada día tengamos más bajas porque es un virus muy contagioso que no solo se contagia a nivel oral, sino a través de los depósitos en superficie. Por eso insistimos en que hay que tener una higiene muy cuidada porque es la única manera de combatirlo, a parte del confinamiento domiciliario. Miedo no es que tengamos, pero somos conscientes de que es una realidad.
–¿Serán capaces de frenar el avance del Covid-19 en Palencia con las armas que cuentan?
–Vamos a tratar de dar la mayor cobertura asistencial a todos los pacientes que están viviendo esta circunstancia y a humanizar esta patología. No podemos estigmatizar a unos pacientes que sufren mucho, ya que se quedan solos en el ingreso, sin contacto con sus familiares y esta situación es bastante dura. ¿Tenemos los medios en el momento actual? Estamos trabajando en ello, investigando, observando resultados con determinados fármacos y utilizando los protocolos a todas las escalas y con un consenso casi global. Entendemos que vamos hacia una situación crítica y que llegaremos a esa situación de colapso que hemos visto en otras ciudades como Madrid, pero esta batalla la vamos a ganar. Con los medios que tenemos, tendremos que trabajar y superar esta situación que es única, especial y diferente a todo lo que hemos vivido hasta ahora.
-¿Cuáles son las necesidades más acuciantes de material que tienen ahora?
–Lo que siempre venimos reclamando son los equipos de protección individual, los guantes y las mascarillas, que son fundamentales porque si nosotros nos contagiamos, no podemos ayudar. Hay que decir que no solo las empresas a nivel nacional, sino todas las empresas palentinas, y toda la gente en general se está volcando de manera solidaria y nos están proporcionando muchos de los elementos que nos protegen para seguir atendiendo.
–En lo que no les pueden ayudar los particulares es en agilizar la llegada de los test...
–Lo que reclamamos, como decía la OMS, son los test para identificar los casos reales que tenemos dispersos por ahí para así aislarlos y no seguir propagando el virus. El test rápido es fundamental y vital. Ayer en el Centro de Salud de La Puebla se inició una rueda de test rápidos, pero necesitamos seguir trabajando y también lo vamos a instaurar en el hospital. Estamos deseando que llegue porque nos va a ayudar a identificar a esas personas que sí que son positivos y que pueden diseminar la enfermedad. Hay que aislar a estas personas porque si no se hace, continúan siendo vectores –agentes que transmiten o transportan la enfermedad– mientras van al supermercado, pasean a los perros, o tienen una vida laboral activa. Esto es algo fundamental para cortar la pandemia.
–Hablaba antes de la soledad del paciente, sin familiares arropándole. ¿Hay alguna forma de paliar ese sentimiento?
–El personal está muy implicado en cuanto a la cercanía con el paciente. Los ancianos, generalmente, son el grupo de personas que más sufren esta soledad debido a la falta de acceso a la telefonía móvil. Por eso, nos estamos volcando con esa realidad para humanizarla porque es muy duro. Estamos haciendo hincapié en este grupo de personas.
Los médicos se pasan media vida preguntando a los demás cómo están. ¿Pero cómo están ellos?
–¿Cómo compagina un médico la vida laboral y la personal en un momento como este?
–En mi caso, tanto mi mujer como yo somos médicos. Estamos en primera línea de batalla, no dejamos de ser personas que arriesgan nuestra vida, pero también arriesgamos nuestro entorno familiar. Los niños son asintomáticos en su mayoría pero también son vectores de pacientes de riesgo, que son los abuelos. Estamos viviendo una realidad muy difícil, que hay que aceptarla, pero esta siendo muy complicada.
–¿Están yendo a casa con los niños al salir de trabajar o les están cuidando en otros lugares?
–En mi caso, hacemos un semiaislamiento, realizando diferente horario de comidas. En mi casa están los abuelos y son ellos los que están desarrollando la vida con los nietos, pero nosotros vivimos un poco al margen. Vivimos todos en la misma vivienda, porque no tenemos otra casa, pero hacemos una vida de menor cercanía, siempre con la distancia de seguridad de metro y medio. Es muy duro que tu hija te pregunte que si ya no la quieres porque no le das un abrazo, pero respondí que la quería más aún porque no darle un abrazo me iba a ayudar a no hacerle daño a ella ni a los abuelos. Es un trabajo importante el concienciar y entendemos lo que también están viviendo todas las familias con el confinamiento pero es que es la única manera de salvar vidas.
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