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Cada día salimos a la ventana o al balcón a homenajear a aquellos que luchan cara a cara contra el coronavirus. En España ya no son los futbolistas, los cantantes o los actores quienes reciben los aplausos de la sociedad. Ahora les aplaudimos ... a ellos, a los profesionales que, pese a no tener los medios adecuados, acuden al hospital a desempeñar un trabajo que es más importante que un Óscar, un Grammy o un Mundial porque ellos no persiguen emocionar a la gente con una canción, una película o un gol. Su principal función ahora es salvar vidas y nada vale más que eso, aunque parece que nos hemos dado cuenta tarde.
Para que el engranaje hospitalario funcione son decenas las piezas que deben funcionar y el lubricante que ayuda a que todas ellas se muevan con sincronía son los celadores, el primer eslabón de la cadena hospitalaria. No obstante, estos profesionales indispensables están viendo como la falta de recursos les está poniendo en riesgo también a ellos, no solo a médicos, enfermeras y auxiliares. No en vano, un celador del Hospital Río Carrión es uno de los al menos doce sanitarios de Palencia que han arrojado resultados positivos en los test de coronavirus.
La situación de tensión es tal en el Río Carrión que dos celadoras han querido alzar la voz para reclamar más protección y seguridad porque cuando ellas van a trabajar se juegan su salud y la de los demás. El reloj volverá a marcar las ocho y todos saldremos al balcón a aplaudir al que es el equipo de todos, ese que viste bata y en el que tan importante es el delantero centro como el utilero.
Ver lo que está sucediendo en el hospital es complicado de gestionar a nivel emocional y la celadora Ana Isabel Castrillo resume de esta manera lo que recorre su cuerpo en estos momentos: «tenemos una mezcla de angustia y miedo que se une a la desprotección que sentimos», afirma para desgranar después que los cambios en los métodos de actuación generan una gran desconfianza entre los trabajadores. «Nos cambian los protocolos cada poco tiempo, cada vez tenemos unas indicaciones con el uso de las mascarillas, por ejemplo. No hay una unificación de criterios y cambian continuamente», explica.
Una de las condiciones que debe tener un celador es la empatía a la hora de tratar con los pacientes y esa cercanía tan necesaria en su trabajo les lleva a ver cada día algo que hace solo unos días era impensable en pacientes con patologías tan complicadas: soledad. «Nosotros entramos en la habitación y vemos la soledad de los pacientes. Los sentimientos que nosotros tenemos son horribles», reconoce.
La situación que relata Ana Isabel es terriblemente cruda, pero recalca que las personas que ahora están leyendo estas palabras pueden hacer algo para que el hospital regrese a la normalidad. «No nos cansamos de decir a la gente quede en casa y que se nos ayude en esa falta de protección que tenemos», incide para concluir explicando que la figura del celador es fundamental para frenar la pandemia. «Que la sociedad sepa que nosotros sí que estamos en contacto directo con pacientes en nuestras labores, les asistimos en el aseo y ayudamos a los auxiliares, a la vez que nos movemos por todo el hospital», sentencia esta celadora, que solicita medios para evitar contagios en el hospital.
El celador es un trabajador que durante su jornada camina por todo el hospital y que tiene contacto con infinidad de pacientes y compañeros a lo largo del día. Una de ellas, Gemma Marcos, recalca que debido a esta condición deberían contar con la máxima protección, algo que asegura no está sucediendo. «Hemos trabajado con un compañero que ha dado positivo y no nos hacen los test», explica Marcos, que recalca que es fundamental saber el número de positivos en los celadores para que el contagio no se extienda por todas las instalaciones. «El contacto es directo con el paciente y si nosotros estamos afectados o contaminados, lo dispersamos por todo el hospital», incide.
Gemma entró en su turno ayer a las 22:00 horas y no oculta que acude a su puesto con una gran responsabilidad y también con temor. «Claro que entramos con miedo porque no tenemos material. Tenemos las mascarillas de quirófano, la de tela azul de usar y tirar, y es la que llevamos puesta las siete horas del turno de mañana o el turno de tarde. Vamos con la misma mascarilla por todos los sitios. ¿Dónde está ese material que dice la Junta que hay? ¿Dónde está? Porque no lo vemos», se pregunta.
No obstante, las aportaciones altruistas sí que han llegado, aunque en ocasiones no sirven para que los profesionales se protejan del coronavirus. «Han llegado donaciones del Hotel Castilla Vieja, que nos ha cedido gorros de ducha que fueron destinados para UVI y para REA, nos han donado también batas verdes desechables de usar y tirar e incluso mascarillas realizadas con plástico. La gente dona lo que puede y estamos agradecidos, pero algunas cosas de las que nos dan no nos sirven», reconoce esta celadora.
Coronavirus en Palencia
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