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¿Quién no ha probado alguna vez el bonito escabechado o el bacalao con tomate del Bar Vivas? ¿O sus famosos caracoles, que este mismo jueves tenían en proceso de preparación en la cocina una docena de kilos? No digamos nada de su casquería, de ... sus sesos, sus callos, su morro... Un templo del buen comer en la calle Marqués de Santillana, en el barrio de San Pablo y Santa Marina, que apura sus últimos días de puertas abiertas después de 38 años de trabajo ininterrupido de Segundo Pascual y su esposa Feli. Apúrense, porque otro bar mítico de la capital palentina está próximo a echar la verja por jubilación. En concreto, el día 31 de este mes, y si el propietario del local no encuentra quien pueda dar relevo a Segundo y Feli, un reto de altura vista la afluencia de clientes al local en todos estos años, esa verja puede bajarse para siempre. «Tenemos dos hijas, que yo no quería que se dedicasen a esto nunca», afirma Feli.
«Este es un trabajo muy duro y te tiene que gustar. A nosotros nos gusta, yo soy de hablar con la gente, pero tenemos ganas de disfrutar. Solo pido salud para poder hacerlo», señala Feli, de 62 años, tres menos que su marido Segundo. Llevan toda la vida trabajando juntos, mano a mano en la cocina, la barra y las mesas, desde que cogieron el negocio que primero regentó Manuel Vivas, que dio nombre al bar. «El bar ya estaba desde que se construyó el edificio, antes incluso de que hubiera vecinos. Debe hacer más de 60 años de ello», apunta Feli, zamorana de Alcañices que desde pequeña vive en Palencia, lo mismo que su marido Segundo, leonés de Sahagún.
«Nos conocimos en la discoteca de Grijota, allí vivíamos al principio, pero hace 34 años que nos vinimos a vivir a la calle Los Pastores, al lado del bar. Yo no había trabajado nunca, sabía cocinar de ver a mi madre y a mi abuela. Segundo también cocina, cuando lo deja uno lo coge el otro», añade Feli, que incide en que su marido se ha dedicado toda la vida a la hostelería.
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«Segundo entró con 14 o 15 años en el Hostal San Antonio y luego estuvo en El Zaguán. De ahí se fue a la mili y cuando volvió estuvo un tiempo en el restaurante Leo hasta que empezamos con el bar, que por entonces en la calle Los Pastores solo había un par de vecinos, estaban todas las casas caídas», rememora Feli, que no imaginaba que sus platos y tapas tuvieran tanta aceptación como han ido teniendo a lo largo de todos estos años. «Hemos trabajado siempre productos de temporada, como los espárragos. Aquí ha venido gente de toda condición económica y social, para mí todos los clientes son iguales», enfatiza con orgullo Feli, que junto a su marido lleva abriendo el local todos los días (salvo el descanso semanal) desde las 7:00 horas hasta que las farolas llevan ya horas iluminando las calles por la noche.
Son ya 38 años de trabajo juntos, añadidos a su convivencia como matrimonio, que no han desgastado ni un ápice a Segundo y Feli. «Discutimos mucho, pero por trabajo. Por las prisas, el servicio en las mesas, la comida que nos encargan para llevar...», agrega. Y es que el Bar Vivas tiene pedidos por doquier, sobre todo los fines de semana. Los que 'arreglaban' hasta ahora el menú en casa sin arrimarse a la cocina y los fieles que acudían al establecimiento hostelero para disfrutar de sus especialidades tienen ya los días contados para hacerlo. La cuenta atrás del Bar Vivas está activada, otro histórico de Palencia que cierra.
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