El tembleque
La carta del director ·
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La carta del director ·
Lo que sucedió el viernes prueba que Ciudadanos está finiquitado también en nuestra comunidadEl 28 de febrero, en la primera carta que escribía de la moción de censura, mi texto terminaba así: «La moción, caso de presentarse, casi seguro que fracasará. Se presente o no, salvo que prospere, revalorizará el perfil institucional de Mañueco y su liderazgo ... dentro y fuera del PP. La moción puede que proporcione dimensión y proyección a Luis Tudanca si juega bien sus cartas, a pesar de que ha perdido el efectismo de la sorpresa, tan útil en política. Y sobre todo, impactará de lleno en Ciudadanos y obligará a Inés Arrimadas a tomar decisiones y ocuparse de Castilla y León, donde no está claro quién manda ni para qué. Ni, fundamentalmente, qué papel va a dejar que desempeñe Francisco Igea en el futuro». La realidad, después de lo sucedido en Murcia y todas sus derivaciones, ha superado bastante el marco en el que formulé aquella conclusión, pero sigue siendo válida en líneas generales. A pesar incluso de la zozobra que ha desatado la salida de Ciudadanos de la procuradora por Salamanca María Montero. Con la moción presentada de hecho, en un movimiento táctico previsible que buscaba precisamente pescar en río revuelto, esta debería fracasar por muchas razones. Porque en Castilla y León los procuradores de Ciudadanos son ideológicamente primos hermanos de los populares. Porque el pacto PP-Ciudadanos no ha funcionado mal del todo. Porque en el grupo parlamentario que pilota David Castaño no hay una división interna –haberla, hayla– tan enconada como para que una facción se haga fuerte y permita que prospere el pulso del PSOE. La procuradora díscola no cabe considerarla facción, por el momento. Debería fracasar porque el vicepresidente, Francisco Igea, es un líder que arrastra voluntades muy por encima del aparato (sea el de Rivera o el de Arrimadas) en los momentos decisivos. Lo demostró frente a Silvia Clemente hace dos años y el pasado día 12 lo volvió a hacer marcando el criterio del partido que lo derrotó en primarias con una comparecencia conjunta que se anticipaba a la decisión de la Ejecutiva del lunes siguiente. La maniobra fue muy arriesgada porque Madrid pudo optar luego por el desparrame anti PP, dejarle colgado y romper todos los puentes con Pablo Casado, pero los audaces suelen obtener premio en política. Lástima que la espantada de Montero haya dejado en ridículo la imagen de esa comparecencia y a sus promotores. Y debería fracasar porque en Ciudadanos ya sabemos que hay al menos una procuradora con el suficiente granito en la cara como para salir junto a Igea diciendo un día una cosa y a la semana siguiente la contraria, pero ese movimiento habrá servido para que entre populares y naranjas traten de taponar nuevas deserciones a lo largo del fin de semana. Dicho lo cual, todos los 'debería' quedan aplastados por eso que sucedió el viernes: la prueba irrefutable de que Ciudadanos está finiquitado también en nuestra comunidad. El descontrol, tembleque e incertidumbre más absolutos dominan una fecha, la de mañana, en la que todo el mundo contendrá la respiración cuando deban votar los 81 procuradores, por llamamiento y de viva voz. Lo que quede después, caso de fracasar la moción, será un Mañueco más fuerte y liberado de ataduras; o, en el caso de prosperar, un cambio de ciclo político que dará la vuelta como un calcetín al paisaje político regional. En ambos casos, salga adelante o no, lo que es seguro es que del crédito de Ciudadanos como proyecto político no se conservarán en Castilla y León ni las cenizas.
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