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A los padres y madres siempre les surge la misma pregunta: ¿si mando a mi hijo al extranjero en verano, aprenderá inglés o me gastaré el dinero para nada?
Para solucionar esa pregunta os dejo las ventajas e inconvenientes de mandar a vuestro vástago a ... aprender inglés a Reino Unido o Estados Unidos desde el punto de vista de monitor que ha viajado muchos años a diferentes países como acompañante de adolescentes que buscan perfeccionar su nivel en esta lengua.
En primer lugar, tenemos que decidir si mandarle a Reino Unido o a Estados Unidos, eso tiene diferentes connotaciones y el precio del viaje también varía de forma significativa.
Elegiremos entre Irlanda o Inglaterra. Si se elige la primera seguimos en Europa, la moneda sigue siendo la misma, menos trámites burocráticos y más sencillez, y posiblemente el precio sea más económico. Si elegimos Inglaterra, recordad que no está ya en la Unión Europea con lo cual hay varias cosas que tenemos que hacer, como cambiar de euros a libras, contratar una tarifa de teléfono para que nuestro hijo esté bien comunicado, hacerle el pasaporte y un seguro médico, entre otras nimiedades que a la hora de la verdad no lo son tanto porque suponen tiempo y coste.
El idioma, es el mismo, no vas a aprender un inglés mejor en Inglaterra que en Irlanda, a pesar de que hay muchas voces que digan lo contrario, la realidad es que a día de hoy apenas hay diferencia.
A nivel burocracia necesitamos: sacar el visado -cosa sencilla para un español- y, por supuesto, el pasaporte.
El coste total de la experiencia se incrementa, entre otras cosas porque el coste aéreo de cruzar el charco es grande.
El idioma es un hándicap en este aspecto, porque, aunque siga siendo inglés, no es el mismo que aprendemos en la escuela, el acento es totalmente diferente e incluso el vocabulario. Para poner un ejemplo es como España y América latina, donde hablamos el mismo idioma, pero a veces ni nos entendemos. También es verdad que hay que tener una visión global del mundo y que conocer y dominar este inglés es importante, sobre todo, por la cantidad de personas que lo hablan.
Las familias de acogida son totalmente diferentes a las de Reino Unido. Hacen el programa por un intercambio cultural con una persona de otro país y se vuelcan por completo con el alumno, que tiene algunas actividades con el resto de los compañeros que venían con él un par de veces a la semana. El resto del tiempo lo pasan con las familias, con lo cual las horas de conversación son muchas. También están pendientes del estudiante, de que no abuse del móvil y de que se integre en su comunidad, para que la experiencia sea excelente.
El inconveniente de esta inmersión es que económicamente supone prácticamente el doble de precio que una experiencia en el Reino Unido por el mismo tiempo. Solo algunos privilegiados pueden gastarse 6.000 o 7.000 euros para que sus hijos vayan tres o cuatro semanas a California, Boston o Nueva York.
En esta experiencia las familias sí cobran y ese es el leitmotiv de su 'hospitalidad'. Aquí juega un papel muy importante la empresa española y su análoga en el Reino Unido. Porque son ellas las que se tienen que preocupar y escoger de una forma exquisita a las familias que van a estar con los estudiantes. Obviamente no es lo mismo una familia que esté volcada y pendiente de ellos, a otra que les da un juego de llaves y les tiene la cena preparada. De todo esto dependen las conversaciones que tengan con ella, que pueden ser desde 'hola, buenos días' y 'buenas noches', a un trato mucho más cercano.
En esta elección los alumnos van a clases por las mañanas y en las tardes suelen tener actividades. Aquí volvemos al mismo punto de antes, cuida muy bien con qué empresa mandas a tu hijo porque de ello dependerá el nivel de las clases y de las actividades.
Las empresas más grandes que mueven un volumen mayor de alumnos, suelen ser las peores, porque no suelen dar abasto, contratan monitores acompañantes para que los chicos tengan una referencia en el extranjero, pero suelen ser inexpertos y además muy mal pagados, con lo cual el servicio es pésimo. Cuidado que Estados Unidos no está exento de esto, ya que las empresas suelen ser las mismas y los monitores también, lo que cambia es el itinerario.
La mejor elección sería empresas pequeñas y familiares que cuidan mucho con quién y en qué condiciones dejan a sus alumnos, y quién los acompaña. Prefieren ganar menos y dormir más tranquilos. Estas empresas suelen tener análogos similares en el país de destino y desarrollan su actividad en ciudades pequeñas donde la seguridad para los menores es mayor y colaboran con familias más que conocidas y testeadas.
Normalmente en Reino Unido las familias tenían la obligación de tener un solo estudiante del mismo país en su casa, pero en el verano de 2022 las cosas cambiaron porque acababa de normalizarse la vida después de la pandemia y hubo un boom de adolescentes que querían salir fuera.
Ante esa gran demanda hubo empresas que decidieron ganar dinero y meter en la misma familia hasta 4 estudiantes sin tener en cuenta su idioma o nacionalidad, con el consecuente perjuicio para los alumnos que claramente hablaban su idioma nativo sin usar apenas el inglés y hubo otras que decidieron dar calidad antes que cantidad, y a pesar de ganar menos dinero las quejas y los problemas fueron mínimos en comparación con los de las otras compañías.
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Desde mi punto de vista la elección es clara, escogería llevar a mi hijo al Reino Unido, y dentro de este a Irlanda porque Inglaterra está muy masificada y explotada, por lo que la experiencia es mucho peor. También escogería una empresa pequeña y familiar que conoce a las familias que hospedarán a los estudiantes. Además, es de obligado cumplimiento, hacer ver al alumno que es un viaje caro y que sus padres hacen un gran esfuerzo para que lo pueda realizar y que por consiguiente este esfuerzo debe ser mutuo. Tiene que emplearse en practicar el idioma, interactuar con las familias y en las clases y por supuesto pasárselo muy bien, que como siempre digo la vida son dos días, y uno llueve, ¡y no te digo ya en Irlanda!
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Sobre la firma
Salamanca. Profesor de Matemáticas, Física y Química y Tecnología. Formador de Formadores. Medalla al mérito profesional en Mediación y resolución de conflictos. Colaborador en medios desde 2020.
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