Este dócil PP de Valladolid
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El gran problema de Mañueco en sus cuentas para un adelanto electoral en Castilla y León está en su propio partido, que en la provincia vallisoletana no puede con VoxSecciones
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LA ESPITA ·
El gran problema de Mañueco en sus cuentas para un adelanto electoral en Castilla y León está en su propio partido, que en la provincia vallisoletana no puede con VoxVamos a ver si los que no estamos equivocados somos los demás. ¿El PP no es en este momento oposición al Gobierno de Pedro Sánchez? Sí, Feijóo se sienta en el escaño de presidente del grupo mayoritario la oposición. O-po-si-ción. ¿Y no ... es el PSOE el que, presidiendo el Gobierno de España, acaba de poner en bandeja de plata la amnistía, am-nis-tí-a, a Puigdemont? Tan verdad como que hoy es domingo. Y, ¿no es menos cierto (con tanto interrogatorio de la Perla Negra se le pega a uno el tran-trán) que aunque Tezanos no pregunte en las encuestas del CIS, la amnistía no cuenta con el beneplácito de la mayoría de los españoles? Absolutamente. Vaya por delante que este cronista está convencido de que el PSOE va a pagar una factura en votos por amnistiar a Puigdemont y demás compañeros de zarandeo al Estado. Entonces, ¿cómo es que el PP en cada territorio está teniendo una respuesta tan timorata, abúlica y apática justo este fin de semana en el que la amnistía tiene ya la bendición del Congreso de los Diputados?
En el plano institucional, es desalentador ver cómo los presidentes populares que ha tenido Castilla y León, Aznar, Posada, Lucas y Herrera ni siquiera se han juntado para suscribir una declaración contra la amnistía. A todos ellos se les llenó la boca en sus discursos institucionales con que Castilla y León hizo España, pero cuando esta recibe el mayor ataque contra su integridad, callan.
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En el plano político, la siguiente pregunta vale para los 18 diputados nacionales y los 26,5 senadores que tiene el PP por Castilla y León (26,5 y no 27 porque 1 de los 3 de Valladolid es solo medio senador al ser también medio alcalde, Jesús Julio Carnero): ¿Por qué no han organizado actos en cada circunscripción electoral para seguir oponiéndose en cada rincón a las consecuencias de la tan indecente como humillante amnistía? A la vista de la postura de cada uno de esos 18 diputados y 26,5 senadores en las más de 50 horas desde que fuera aprobada la ley en el Congreso, demuestran que no se ganan el suculento sueldo que les pagamos los contribuyentes. Y eso que lo tienen fácil, porque los 12 diputados y los 9 senadores socialistas por Castilla y León no solo no pueden esconder que la amnistía pone de rodillas al Estado, sino que Junts y ERC van ya a por la autodeterminación.
Si ponemos el foco en el PP de Valladolid, encontramos algunas razones que, si no justifican, sí explican la abulia de este partido en la acción en la calle. En el PP de Valladolid se libra una guerra silenciosa. El Komando Carnero (interminable lista de adeptos del medio alcalde-medio senador, muchos con nómina publica como asesores) trabaja para que la Presidencia del PP de Valladolid, que Casado y Egea le quitaron a su jefe provincial, vuelva pronto a él. Eso deja al inane presidente actual, Conrado Íscar, en el plano segundón al que le han condenado. Vamos, que 'reina' pero no 'gobierna'. Hay recolocación de peones, que se dividen entre los 'carneristas' y los otros, porque 'conradistas', si queda alguno, están en Matapozuelos, su pueblo, pero nada más. Tan clara es la falta de consideración interna hacia el actual presidente popular que al merendero privado de un empresario donde, a orillas del Sequillo, se diseñan estrategias de esta formación no parece que sea invitado; se le ha visto en algún restaurante de la zona, pero no en el 'sancta santorum meriendil'.
¿Por qué hoy en el PP de Valladolid hay 'carneristas' y otros y no 'carneristas' y todos los demás? Porque en ese 'otros' hay que fijarse en dos dirigentes de la absolutísima confianza de Alfonso Fernández Mañueco: el consejero de la Presidencia, Luis Miguel González Gago («Luismi, yo sé lo que vales» le dijo el presidente en su toma de posesión de consejero) y la consejera de Movilidad, María González Corral, de la que el presidente se hace acompañar siempre en actos en Valladolid. Mañueco no podrá decir que controla el PP de Castilla y León al 100% hasta que no presida el de Valladolid alguien de su círculo íntimo. Y Carnero no lo parece; si no, no se lo habría quitado de en medio en la Junta. El PP de Valladolid es el único que en las generales fue incapaz de arrebatar a Vox el escaño en el Congreso; los de Ávila, Segovia, Zamora, León y Salamanca sí lo lograron. Así que ante un (cada vez menos) hipotético adelanto electoral en Castilla y León, Mañueco tiene un problema porque el PP de Valladolid no le garantiza hoy que Abascal no le amargará la mayoría absoluta.
Eso sí, por ahora este PP provincial se muestra dócil como ningún otro en la región: La Junta acaba de decretar el llevarse trasplantes cardíacos del Clínico de Valladolid a Salamanca y el PP vallisoletano, chitón. Una decisión así, pero al revés, nunca se habría ni planteado. Con el PSOE dirigido desde Madrid, no sorprende que los socialistas ni se enteren de lo que pasa, pero sí desconcierta esta docilidad del PP. ¿A todos? No, Mañueco seguro que la entiende.
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