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El funcionario Ángel Yago muestra uno de los votos nulos de las últimas elecciones municipales. Rodrigo Jiménez
Valladolid

Del poliamor a la rodaja de chorizo: los votos nulos más curiosos

Los miembros de las mesas electorales deciden qué papeletas o sobres no son válidos, una tarea que a menudo les saca una sonrisa tanto a ellos como a los funcionarios judiciales durante el escrutinio

Sábado, 27 de mayo 2023, 00:09

Hay de todo. Alegatos a favor del poliamor y contra los malos tratos. Vivas al jamón. Dibujitos. Quinielas. El horóscopo. Recortes de folletos de supermercado (¿querrán llamar merluzos a los candidatos, cuando aparece ese pescado?). Mensajes reivindicativos muy variados, entre los que abundan los que piden el soterramiento del tren. Una nota muy triste de una persona que no tiene para comer. Algún insulto grueso. Y un clásico de significado obvio: las rodajas de chorizo. Estas últimas no se conservan, claro. Pero se recuerdan entre sonrisas. Son ejemplos reales de votos nulos, en concreto una muestra de los 3.115 (el 1,04% del total) que se contabilizaron en Valladolid en las últimas elecciones municipales, las del 26 de mayo de 2019.

Sí, cuatro años después todavía se conservan. Ahora bien, ¿dónde? Pues es largo de explicar. Mientras que las papeletas válidas se rompen la misma noche de los comicios, los sufragios anulados o que hayan sido objeto de reclamación deben preservarse. Después del recuento, los miembros de las mesas los introducen en el llamado sobre 1, que es uno de los que los presidentes llevan a los juzgados de Primera Instancia de madrugada. Una vez recibidos todos, los jueces tienen diez horas para entregárselos a la Junta Electoral «que deba realizar el escrutinio», porque en el plazo máximo de cinco días después de las elecciones se revisan todas las actas y de ahí salen los datos definitivos.

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La incógnita es qué ocurre con los votos nulos a partir de ese momento, porque la ley no lo especifica. Desde el Congreso de los Diputados, al que está adscrita la Junta Electoral Central (JEC), echan mano del 'Código Electoral' –el vademécum de la organización de los comicios– para resolver la duda. Ese texto especifica que «según tiene reiteradamente acordado la JEC no cabe proceder a la destrucción de los sobres 1 y 3 de elecciones anteriores, debiendo adoptarse por el Gobierno Civil de la Provincia las medidas oportunas para solicitar a la Junta Electoral Provincial (JEP) los locales o lugares para archivo que sean necesarios». Es decir, que «deben guardarse por tiempo indefinido», según indican fuentes de la Cámara Baja.

En la capital están en una sala amplia, dentro de granjas cajas de cartón apiladas junto a la pared. Y los muestra un funcionario de Justicia al que sus compañeros definen como «el mayor experto en procesos electorales» de la provincia. Él rechaza el cumplido con humildad, pero lo cierto es que 25 años de experiencia de los 33 que lleva de servicio público avalan esa afirmación. Eso y el entusiasmo con el que explica los detalles de un sistema tan complejo como importante para preservar la democracia. Se trata de Ángel Yago, personal colaborador de la Junta Electoral de Zona de Valladolid, que define la tarea a la que dedica las tardes durante los 53 intensos días que transcurren desde la convocatoria hasta que se vota como algo «muy bonito» y que al mismo tiempo «no es fácil», porque supone movilizar a en torno a 2.000 personas en 622 mesas electorales.

Una moneda al aire decidió una alcaldía

Los integrantes de estas últimas son los que, de inicio, detectan las papeletas o los sobres que no son válidos. Esos ciudadanos anónimos, elegidos al azar, «lo hacen muy bien en general», según el funcionario. La conclusión de Ángel Yago, después de ver cientos de votos nulos «de lo más variopintos», es que se trata de «una forma de expresión en el momento de acudir a las urnas» que muchas veces se hace «con humor». Un desahogo, en definitiva, que habitualmente no trasciende. Hasta ahora.

Es raro que la Junta Electoral de Zona deba pronunciarse sobre este tipo de sufragios, porque lo habitual es que los miembros de las mesas acierten: «Te fías de su criterio, el sentido común lo tienen muy desarrollado», constata el trabajador del órgano que garantiza que los comicios se desarrollan con transparencia, objetividad e igualdad. La ley marca unos criterios, pero a veces no hay acuerdo. «Ocurrió en un pueblo de los pequeños hace unos años. La mesa consideró que un voto era nulo porque tenía una rasgadura en una esquina. Era una rasgadura mínima, pero se estuvo midiendo y discutiendo aquí. Por ese voto variaba el sentido del ayuntamiento», recuerda el funcionario. La discrepancia no se resolvió durante la noche electoral y el caso llegó al escrutinio general posterior, donde tampoco hubo consenso. «Al final hubo que echarlo a cara o cruz», reconoce Yago. ¿Y qué dictaminó la moneda? «Que había que cambiar de alcalde», recuerda.

Hay quien llama para pedir permiso «para irse al bar» el día de la jornada electoral porque «solo falta una señora que no viene nunca»

Su larga trayectoria profesional da para otras anécdotas, como aquella vez en que un ciudadano llamó a la Junta para denunciar que «estaban robando una urna con la connivencia de la policía en el colegio García Quintana». La realidad era que un agente había autorizado que se sacara a la calle para que pudiera ejercer su derecho una persona con discapacidad. Los hay que descuelgan el teléfono para pedir permiso «para irse al bar», como los habitantes de Aldealbar, pedanía de Torrescárcela. Lo habitual es que todos los años, pocos minutos después de arrancar la votación, llamen para asegurar que han terminado y que «solo falta una señora que no viene nunca». Esa pequeña localidad es una de las únicas cinco de las 121 que dependen de la Junta Electoral de Zona de Valladolid que tienen un acta específica en papel «como se hacía antiguamente, cuando no había cobertura». Las otras cuatro son Villavieja del Cerro, San Miguel del Arroyo, Villamarciel y San Bernardo. En esta última población, por cierto, las papeletas para las elecciones del 28-M incluyen una errata para que no se ha detectado a tiempo. «Pone Valbueba de Duero en lugar de Valbuena», el municipio del que depende.

¿Qué es un voto nulo?

El artículo 96 de la LOREG (la Ley Orgánica 5/1985, del Régimen electoral General) establece qué votos son nulos. Para empezar, los emitidos en un sobre o papeleta diferente del modelo oficial, sin sobre o en uno que contenga más de una papeleta de distinta candidatura. Por supuesto, los que introducen «cualquier leyenda o expresión» o han sufrido «cualquier otra alteración de carácter voluntario o intencionado». Y también los que modifican, añaden, tachan o cambian los nombres o el orden de los aspirantes.

Por el contrario, «cuando se corrige un error tipográfico el voto no es nulo», matiza Ángel Yago, personal colaborador de la Junta Electoral de Zona de Valladolid, porque «la voluntad del votante está clara».

Esos son los casos típicos, pero muchos electores desconocen que tampoco es válido introducir un papel en blanco para manifestar que ningún partido de los que se presentan les satisface. Para expresar esa postura habría que dejar el sobre vacío, según la LOREG o, en el caso del Senado, introducir una papeleta que no contenga «indicación a favor de ninguno de los candidatos».

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