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Al verlas ahí, perfectamente apiladas, nadie pensaría que salen más de lo que parece. Que su función va más allá de albergar las papeletas con las que escogemos a los políticos cada cuatro años (algo menos, últimamente). Y sin embargo así es. Las urnas electorales tienen otra vida en Valladolid. Una 'segunda actividad' ajena a la principal, distinta de las convocatorias de las que salen los concejales, los procuradores autonómicos, los diputados y los senadores.
Lo explica Antonio Represa, responsable de la Sección de Carpintería del Ayuntamiento de la capital. Este departamento, integrado en el Servicio de Mantenimiento municipal, se encarga de la custodia del material electoral cuando no hay comicios. Es él quien revela que las cajas más antiguas, pero que todavía se encuentran en buen estado, «se prestan a quienes lo piden». Entre ellos hay grandes empresas, el propio Consistorio y los sindicatos que representan a sus trabajadores e, incluso, otros países.
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E. García de Castro
E. García de Castro
De tramitar las peticiones se encarga la Concejalía de Participación Ciudadana, a través del Servicio de Información y Administración Electrónica. Desde esta área indican que en esta legislatura los 'contenedores' han salido al menos ocho veces, para votaciones de lo más variadas. Para empezar, el Ayuntamiento de Valladolid ha hecho uso de ellos en los centros cívicos con motivo de los Presupuestos Participativos de 2019 y por supuesto de los de este 2023, así como para las elecciones sindicales en las que la plantilla municipal ha escogido a sus representantes.
En los casos de uso interno el Servicio de Mantenimiento se encarga del traslado, pero la cosa cambia cuando quienes requieren las urnas son entidades externas. En estos casos «deben acudir a recogerlas y devolverlas los interesados», precisan desde Participación Ciudadana. Así ha ocurrido con dos países que hicieron uso de ellas para que sus nacionales residentes en la provincia pudieran participar en los comicios: Rumanía (en 2019 y 2020) y Argelia (en 2019).
Hace cuatro años las urnas también estuvieron en dos grandes compañías, Renault y BBVA. En esa ocasión los usuarios fueron los trabajadores, que depositaron en su interior las papeletas con las que eligieron a los miembros de los comités de empresa.
El préstamo –que a veces incluye cabinas y hasta mesas– se efectúa sin contraprestación, es decir, de forma completamente gratuita. Lo único que pide el Consistorio es «que se reintegren en el mismo estado» en el que se recogen. Para acceder a ellas basta con «dirigirse al Ayuntamiento y solicitarlo», indican desde el Servicio de Información y Administración Electrónica, al que se puede acceder desde este enlace. Otra opción es ponerse en contacto con el teléfono 010 de atención ciudadana.
No todas las urnas que 'cuida' el Ayuntamiento de Valladolid en sus instalaciones son iguales, porque la normativa ha ido cambiando en cuanto a las dimensiones y el aspecto que deben tener. «Estoy convencido de que aquí tenemos alguna de las primeras», sentencia Antonio Represa mientras mira las que están almacenadas en la nave municipal de Soto de Medinilla. Se refiere a las que se emplearon en las primeras elecciones democráticas locales, el 3 de marzo de 1979.
Antonio Represa
Responsable de la Sección de Carpintería del Ayuntamiento de Valladolid
Se da la circunstancia de que aquellas cajas tampoco eran nuevas, sino que se reutilizaron las que se habían empleado en dos comicios anteriores: las primeras generales en libertad tras la muerte de Franco (el 15 de junio de 1977) y las siguientes (el 1 de marzo de 1979).
Previamente el Real Decreto 876/1977, de 15 de abril, había regulado el formato de las cajas «con el fin de garantizar el secreto y la pureza de la votación». Debían ser un «material totalmente transparente e irrompible y desmontable, ocupando el menor sitio para su embalaje», y la tapa y el fondo translúcidos para el Congreso y de color sepia para el Senado. Las planchas laterales, de 4 milímetros de espesor, iban sujetas con tornillos y escuadras, lo que seguramente hacía muy laborioso volver a plegarlas.
Urnas que se usaron en las primeras elecciones locales democráticas, el 3 de marzo de 1979
Transparentes e irrompibles, desmontarlas sin que sufrieran desperfectos era laborioso
30 cm
43 cm
30 cm
Las urnas de los comicios de 2023
Transparentes y plegables para que ocupen el menor espacio posible cuando no se utilicen
31 cm
42 cm
29 cm
Fuente: BOE
Urnas que se usaron en las primeras elecciones locales democráticas,
el 3 de marzo de 1979
Transparentes e irrompibles, desmontarlas sin que sufrieran desperfectos era laborioso
30 cm
43 cm
30 cm
Las urnas de los comicios de 2023
Transparentes y plegables para que ocupen
el menor espacio posible cuando no se utilicen
31 cm
42 cm
29 cm
Fuente: BOE
Las urnas de los comicios de 2023
Urnas que se usaron en las primeras elecciones locales democráticas,
el 3 de marzo de 1979
Transparentes y plegables para que ocupen el menor espacio posible cuando no se utilizan
Transparentes e irrompibles, desmontarlas sin que sufrieran desperfectos era laborioso
31 cm
30 cm
42 cm
43 cm
29 cm
30 cm
Fuente: BOE
Casi medio siglo después la principal diferencia es que las urnas carecen de remaches y se montan y desmontan con gran facilidad. Otra modificación tiene que ver con el tamaño, de acuerdo con la reciente Orden INT/316/2923, de 29 de marzo: han perdido un centímetro de largo y de fondo, pero lo han ganado de alto. La norma que está en vigor es flexible, porque en todos los casos se trata de «medidas aproximadas» y, por otro lado, elimina la referencia a la indestructibilidad de esos elementos. Ahora basta con que sean «resistentes».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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