«Haré lo posible por cumplir tus sueños», el último mensaje de su compañera de entrenamiento

La historia del fatal accidente que acabó el jueves con la vida de Estela Domínguez es una historia de dolor desgarrador, pero también una lección de entereza, la del padre de la ciclista, Juan Carlos Domínguez, que apenas 16 horas después del accidente hacía un análisis de tristeza contenida sin rencores para con el conductor de un camión que sufría un despiste y le dejaba sin hija, sin sueños.

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Una lección también de amistad, de compañerismo forjado en kilómetros y kilómetros de entrenamiento de su compañera de pedaladas la fatídica tarde del jueves en las carreteras de los alrededores de Salamanca. Otra ciclista en ciernes más joven que Estela, menor, por lo que su identidad no viene al caso, pero de una madurez de campeonato, que en su estado de whatsapp se despedía de su amiga con cariño, profundo dolor y admiración. «Siempre te miraba con admiración y te abrazaba desde pequeña, pero esta vez aunque está siendo duro me siento agradecida de haber sido la última en oírte reír, en ver tu sonrisa por última vez», escribe la compañera de entrenamiento de Estela.

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«Lo último que hice fue lanzarte dos besos. Tus últimas palabras fueron de preocupación porque yo llegara a casa bien sin saber que tú no lo harías», sigue el mensaje de la amiga de la ciclista trágicamente fallecida. «Te quiero mucho y te querré y haré lo posible por cumplir todos tus sueños a través de mí», se despide su amiga en un mensaje que hubiera querido no tener que escribir nunca. Que quizá, una vez producida la tragedia, haya escrito para que quedase en una declaración de amistad estrictamente privada, pero que merece ser compartida como una de esas -pocas- cosas bellas que dejan las desgracias más desgarradoras.