El lenguaje rural de 'El hereje'
«La maestría de Delibes residió en insertar estos vocablos rurales de un modo natural, llamando al pan, pan y al vino, vino»
Jorge Urdiales
Viernes, 3 de noviembre 2023, 00:42
Secciones
Servicios
Destacamos
Jorge Urdiales
Viernes, 3 de noviembre 2023, 00:42
Abrevadero, albarda, arado, barbecho, cardo, espadaña, fanega, herrada, jergón, majuelo, orear, páramo, rastrojo, sarmiento, trasera… y otras muchas palabras rurales conforman el discurso de 'El hereje'. Porque el lenguaje rural se gesta y emplea en los pueblos y en 'El hereje' Miguel Delibes nombra más ... de treinta localidades vallisoletanas.
Sumemos a estas palabras algunas expresiones como «meterse en un berenjenal», «de hito en hito», «servir para un roto como para un descosido», «escurrir el bulto», «dar el pego», «creer a cierra ojos», «comer la sopa boba»…
Miguel Delibes busca en el labriego y en el hombre de la aldea al intrahombre, a la persona de vida silenciosa, muy igual a sí misma, seguramente que igual a las de millones de otros hombres de aquí y de lejos, que se levantan al sol y salen de casa para dedicarse a las faenas del campo. Vuelven a casa tras la jornada de labor, para volver a marchar tras el descanso, al día siguiente, en la eterna rueda de los días y de las estaciones. Y esos labriegos de los textos de Miguel Delibes emplean un lenguaje rural que alcanza también a 'El hereje' y su contexto del siglo XVI.
Noticias relacionadas
Hace años Delibes le contaba a César Alonso de los Ríos que «En mis novelas y relatos sobre Castilla, lo único que pretendo es llamar a las cosas por su nombre y saber el nombre de las cosas». En 'El hereje' con alguna frecuencia aparecen palabras raras o desconocidas, y la razón es que el objeto que nombran nada tiene que ver con el mundo conocido desde la ciudad. Se desconoce el objeto y es normal que no se sepa cómo se le nombra. Miguel Delibes es escrupuloso y puntual notario de este fenómeno. Así, en 'El camino' escribirá aviarse para marchar a misa, cuando en la ciudad se diría arreglarse para ir a misa; en el pueblo se mienta a la Mica, pero no se la nombra o se la cita, como se haría en la ciudad. En 'El hereje' sucede tres cuartos de lo mismo: los grandes temas del lenguaje rural delibesiano se nos muestran con claridad con sus palabras precisas.
La caza se hace realidad en verbos como abatir («Pedro Cazalla lo abatió de un tiro certero»); bardo («Cazaron seis bardos y, de regreso, recogieron los sacos con el botín: noventa y ocho conejos»); bichero ((…) «tendrá ocasión de ver al señor Avelino, el bichero de Peñaflor, metido en faena»); o colgar («Colgó las dos perdices en la percha»).
De aperos y faenas del campo anda 'El hereje sobrado' y cuenta con abrevaderos («frente a la fachada había un pozo, con el brocal de piedra de toba, una polea y cuatro abrevaderos»); albardas («que portaba la mula 'Sola' a modo de albardas»); arados («en Villanubla únicamente dos labradores seguían con los bueyes de arado»); bacillares («Benjamín había sustituido una tierra de cebada por un bacillar: es la uva la que nos saca de pobres, don Bernardo, hay que desengañarse»), o fanegas («Martín Martín quedó en apalabrar a una cuadrilla de gañanes para descepar las diez fanegas de Villavendimio»).
Miguel Delibes, buen observador, conocía los nombres de las plantas que se dan en Castilla y al escribir 'El hereje 'nos cita de una vez varias de ellas: «la vegetación empezó a ralear: matorrales rastreros, brezos, tojos, arándanos». Y entre esa vegetación castellana aparecen becadas apeonando («corriendo rápidamente») en un calvero. Plantas y animales que encontramos en atalayas, ejarbes, majanos o rastrojos.
Tiene 'El hereje' un peso religioso indudable y nos tropezamos con, entre otros, atrios, curas, ánimas y limosneros («Los limosneros cerraban la jornada, ya entrada la noche, con el toque de Ánimas»).
'El hereje', solo por su lenguaje rural, ya es un tesoro para nuestra literatura española y usa unas palabras (leguas en vez de kilómetros) que han sido empleadas hasta bien entrado el siglo XX. La maestría de Delibes residió en insertar todos esos vocablos en la novela de un modo natural, llamando al pan, pan y al vino, vino.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.