25 años de la publicación de 'El Hereje'
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25 años de la publicación de 'El Hereje'
'El hereje' en la narrativa de DelibesEn 1998, cincuenta años después de darse a conocer con 'La sombra del ciprés es alargada' y cuando nadie lo esperaba, Miguel Delibes sorprendió con una nueva novela: un relato extenso titulado 'El hereje' y –aún más sorprendente– ambientado en el siglo XVI. Estaba Delibes a punto de cumplir 78 años, su emotivo discurso de recepción del Premio Cervantes en 1994 había sonado a despedida y la publicación en 1996 de su obra miscelánea 'He dicho' parecía dar a entender que no tenía más que decir. 'El hereje' era realmente una historia poco previsible en un autor que siempre había novelado la Castilla rural y la clase media urbana del siglo XX y que defendía la brevedad como principal característica de la novela moderna. Escrita sospechando que sería su última novela, 'El hereje' es a la vez una obra singular en su trayectoria y una suerte de testamento literario: en ella están sus temas de siempre, los puntos de vista fundamentales de su pensamiento y los rasgos característicos de su estilo.
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Aunque centrada en Cipriano Salcedo, personaje de ficción y protagonista de la obra, 'El hereje' narra la aventura espiritual y el trágico final del grupo de luteranos que en el Valladolid del siglo XVI se reunió en torno al doctor Cazalla, éste sí personaje histórico. Poner en pie a Cipriano Salcedo exigió a su creador tres años de trabajo intenso, de notas y lecturas, y una minuciosa tarea de documentación: usos y costumbres de la época, mobiliario, vestido, urbanismo, conocimientos médicos, armas de fuego, comunicaciones y transportes… y, por supuesto, hechos históricos, especialmente cuestiones religiosas y controversias acerca de las mismas.
Historia y ficción, hábilmente fundidas, se dan la mano en 'El hereje' y lo hacen de tal forma que, para el lector no experto, Cipriano Salcedo acaba siendo tan real como don Carlos de Seso o el obispo Carranza, y su historia, tan verosímil como la de los hermanos Cazalla. Los personajes históricos conviven de manera tan natural con los creados por el novelista que el destino de ese comerciante vallisoletano que nunca existió quedará para siempre unido al de los luteranos que ardieron de verdad en Valladolid en 1559.
Contra lo que a primera vista pudiera parecer, no es 'El hereje' una novela extraña en la trayectoria del autor. Si en su narrativa siempre se ha hecho la distinción entre novelas urbanas y novelas de ambiente rural, en 'El hereje' se combinan ambos mundos: el ambiente de una ciudad en pleno crecimiento urbanístico y en plena ebullición a causa de las nuevas ideas religiosas que llegan de Alemania convive con bellísimas descripciones de atardeceres en el páramo, de majuelos y pinadas, de campos de cereales por donde cruzan bandos de perdices o de torcaces.
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La extensión de 'El hereje' y su estructura permiten relacionarlo con 'Mi idolatrado hijo Sisí' (1963), novela organizada en tres partes también llamadas 'libros', que cuenta la historia de dos generaciones de la misma familia. El plano con que se abre 'El hereje' trae a la memoria el que precede a 'Las ratas'. Y las escenas de caza del libro segundo recuerdan inevitablemente los escritos de tema cinegético de su autor.
Novela de personaje, pero también de ambiente, los grandes temas de la narrativa de Delibes –infancia, naturaleza, muerte, sociedad– están presentes en 'El hereje', aunque quizá sea la muerte el que más se reitera. El tercer libro, un prodigio de fuerza narrativa, es una continua sucesión de muertes, una especie de danza macabra que acabará con la muerte del propio Salcedo.
La preocupación de Delibes por Castilla está también presente en esta novela, en la que hay referencias a la situación crítica del campo, al problema que supone la creciente despoblación y a la introducción de nuevos cultivos y nuevas formas de labrar la tierra.
Como antes lo habían sido Lorenzo el cazador, o Mario, el periodista preocupado por los problemas de su tiempo, Salcedo es un nuevo alter ego del autor. Y la lucha interior del hereje, su experiencia del silencio de Dios y su constatación de la radical soledad humana quizá no sean sino la expresión de vivencias y de dudas, de inquietudes e incertidumbres espirituales del propio Miguel Delibes. Su última novela vuelve a ser una historia triste, pesimista, la historia de un perdedor. Y en ella se acentúa, si cabe, la sostenida actitud ética del escritor, que hace en 'El hereje' una defensa apasionada de la libertad de conciencia y una denuncia explícita de la intolerancia religiosa. La actitud que mantuvo a lo largo de su vida y su buen saber hacer como escritor se aunaron en esta obra en la que son patentes el fuerte arraigo a su tierra, su manera de entender la literatura y sus más sólidas convicciones.
Delibes, que fue sobre todo un novelista de personajes y consideraba que lo importante en una novela es la historia que en ella se cuenta, que tomó siempre partido por las víctimas de la Historia y pensaba que la novela más que entretener debía inquietar, dejó en 'El hereje' la última prueba de fidelidad a sus ideas y al compromiso ético que guio toda su trayectoria como narrador.
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