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La cocina marca distintas épocas del año. En esta recta final de la cuaresma continuarán apareciendo platos tan típicos como el potaje pero entrados de lleno en la Semana Santa no dejarán de elaborarse dulces como las torrijas o las rosquillas aunque éstas últimas, en ... algunas zonas también recuerdan al carnaval.
De cualquier modo, la propuesta de este espacio tiene como protagonistas a dos hermanas: Vega (9 años) e Inés (7 años), dos vecinas de Ciudad Rodrigo que han tomado la receta de las rosquillas del pueblo del que es originario su padre, El Payo (Salamanca), y donde este rico dulce se conoce como 'pericos'.
Así que tratándose de su localidad natal, a este taller de cocina en tiempos de confinamiento se suma el padre, Esteban González, todo ello sin olvidar a la madre, Marta Renedo, siempre dispuesta a colaborar.
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Estos pericos se elaboran a base de huevos, aceite, aguardiente, azúcar, zumo de naranja, levadura y harina, ingredientes muy básicos que se pueden encontrar en cualquier despensa. El resultado fue el deseado si se atiende al comentario de Vega que asegura que lo mejor de todo el proceso «fue comerlas».
Recuerdan que esta ha sido la primera vez que han hecho las rosquillas sin la supervisión de la abuela materna, «las otras ocasiones, mi suegra era la cocinera jefe y yo la pinche pero siempre hay una primera vez», explica la madre.
Si hay un ejemplo claro para afirmar que la cocina es un recurso en las casas con niños en tiempos de coronavirus es el de esta familia pues como cuenta la mayor de las hermanas, «estos días hemos hecho pan, magdalenas, pizza y masa madre». En el caso de las magdalenas «las mías eran de color verde y rosa», apunta Inés.
Confirman que la experiencia de meterse de lleno en la cocina, mucho más que de manera habitual, las está gustando y las divierte a pesar de que sus principales aficiones son tocar la flauta, leer, jugar con los peluches y al baloncesto en el caso de Vega, mientras que Inés se une a todas esas iniciativas pero cambiando la flauta por el violín.
Dicen que «echan de menos a sus amigos», entre los que aparecen nombres como el de Claudia; a sus familiares, e incluso «a la profe», añade Inés. Estos padres buscan el entretenimiento de sus hijas con actividades diferentes y tal y como sucedió en el caso de las rosquillas, si hay que terminar con una guerra de harina, tampoco pasa nada, «ya se limpiará».
«También hay momentos de bajón, no todo es tan bonito como parece, pero intentamos que ellas lo lleven lo mejor posible. Vemos las noticias una vez al día y hacemos muchas videollamadas a los más cercanos», matiza Marta. «Es increíble comprobar cómo nos está uniendo ésto; familiares que hace mucho que no te escribían lo hacen, los sentimientos están a flor de pie pero espero que aprendamos mucho de este confinamiento».
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