Donde reposa la memoria

El negro del volcán de la Palma que todo lo devoró a su paso entre los meses de septiembre y diciembre de 2021 es el objeto de fascinación y pavor que David Pantaleón y Víctor Fuentes nos han ofrecido gracias a su contemplativa y serena película 'Un volcán habitado'. Entre las espectaculares e hipnóticas imágenes de la incesante erupción de material incandescente, entre el rugido infernal de las entrañas planetarias, Pantaleón y Fuentes intercalan los mensajes de voz que un grupo de amigos, habitantes de la Palma, compartieron desde el inicio del fenómeno natural hasta que sus coladas de varios metros de altura acabaron sepultando viviendas y explotaciones. También las de algunos de ellos.

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Optan los realizadores, y se agradece en grado sumo, por la combinación sabiamente equilibrada de lo grande y lo pequeño, lo mítico y lo humano; el maridaje aparentemente imposible entre la indómita arrogancia de la naturaleza con la resignada condenación de se Sísifo que encarnamos desde que tenemos conciencia, siempre forzados a comenzar de cero cada cierto tiempo. Acaso sea esa la razón por la que los mensajes seleccionados del grupo huyen del dramatismo y afean la truculencia que suelen alimentar algunos medios de comunicación cuando se asoman a tragedias ajenas.

Mejor sabor de boca ha dejado la hermosa pieza ofrecida por Oskar Alegria. 'Zinzindurrunkarratz' es una obra redonda y magnética; una delicia compuesta con imágenes, sonidos y literatura sobreimpresa.

No hay un solo elemento gratuito en el conjunto de la filmación y en su guion. Desde la elección del soporte para rodar la película, la vieja cámara «tomavistas» de su padre, hasta el silencio forzoso de los cartuchos de negativo; un aparente problema que Alegria convertirá en virtud y seña de identidad con una suerte de 'Kintsugi' cinematográfico.

La película acaricia el pasado con cada uno de sus gestos para recordar el viejo oficio del pastoreo de ovejas en los montes navarros de Artazu. Su viaje es iniciático y retrospectivo; cultiva el presente y recupera los tonos del pasado. Entre aperos primitivos, rutas ya sin caminantes, costumbres milenarias y una danza ceremonial y poética alrededor del olvido, que bien pudiera ser blanco, Oskar Alegria ha sido capaz de regalarle al lenguaje del cine un puñado de palabras nuevas.