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El realizador Miguel Gomes. Alberto Mingueza

Miguel Gomes: «Las películas deben evitar decir a la gente cómo tiene que pensar»

El director portugués compite en Sección Oficial con 'Grand Tour'

Samuel Regueira

Valladolid

Domingo, 20 de octubre 2024, 22:13

La suya es una de las propuestas más audaces y arriesgadas a concurso en la 69ª edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid. Sin embargo, Miguel Gomes, ya avalado por el respaldo del jurado de Cannes, que le reconoció con el premio a ... Mejor Director, asume con tranquila naturalidad los riesgos y desafíos al espectador convencional en 'Grand Tour', una odisea en fondo y forma por toda Asia, en tiempo y en espacio, lejos de los encorsetamientos de la ficción, del viaje del héroe o de estructuras rígidas que comprenden introducción, nudo y desenlace.

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P.: ¿Cuál es la importancia de asumir riesgos a la hora de rodar un largometraje como 'Grand Tour'?

R.: Creo que una película es algo que no se cuenta; pues si se narrase seria suficiente con relatarla, y no filmarla. Entonces, un filme es algo que se experimenta, que se vive; como la música o la historia. En cintas como 'Grand Tour' podemos encontrar cosas que compartimos con el espectador más allá de su trama; por ello, cuando pienso en hacer una película concreta siempre termino por encontrar un montón de elementos que compartir más allá de su argumento.

P.: 'Grand Tour' se encuentra narrada en dos tiempos...

R.: Fue una idea que descartamos en posteriores reescrituras del guion. En 1918 había una pandemia, la gripe española, sobre la cual pretendimos trazar un paralelismo con el reciente coronavirus. Sin embargo, con el tiempo terminamos por abandonar esa idea. En 'Grand Tour' hay dos tiempos, construidos por una continuidad artificial que la película construye a partir de un pasado y un presente, o un presente y un futuro si se prefiere.

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P:. ¿Cómo se nutren las escenas de archivo ambientadas en nuestra época, a color, con las imágenes en blanco y negro que conforman la trama de ficción?

R: Hablamos de un tiempo colonial y postcolonial. No sabíamos lo que pasaría a la hora de acoplar las dos narrativas, pero sí sabíamos que algo terminaría por suceder. En distintos momentos de la película vemos a personajes de época enfrentarse a sus conflictos, pero también imágenes de archivo en las que no vemos a los protagonistas pero sí tenemos algo que proyectar en pantalla. Considero que es un juego fascinante, como espectador; me gustan las películas que me dan la posibilidad de ser más activo. En demasiadas ocasiones, la relación entre una película y un espectador ponen a este en un rol demasiado pasivo, en el que el largometraje tiene un poder total. El público tiene que poder sentir y pensar, que cada filme le suponga un desafío, que le brinde un espacio donde pueda tener otro tipo de relación con lo que está viendo. En ese espacio más amplio el espectador puede ser más libre y no ser tanto la marioneta de la película.

P.: ¿Pero en qué consiste ese desafío concreto al público, a base de imágenes de archivo del presente?

R.: Tiene que existir una extrañeza deliberada hacia el espectador; no trato de esconder la diferencia entre unas imágenes y otras, no intento poner fuera los teléfonos móviles, las fotos, los objetos en general... Quiero mostrarlo todo y no hurtar nada. El público debe emprender un trayecto en la película para enlazar sus conceptos; no puedo negar que les someto a un trabajo, como un arquitecto que erige un edificio y les invita a entrar para que recorran su interior: el equilibrio está en encontrar la manera de que no se extravíen pero también puedan realizar el camino sin estar condicionados, con suficiente libertad.

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Una odisea por Asia

P.: ¿Cómo es, a nivel cinematográfico, este recorrido por Asia?

R.: Cada etapa del camino es como una película distinta; en 'Grand Tour' hay como varios mundos que pueden existir de modo aislado, por sí mismos, pero también como parte de una continuidad artificial a la que el espectador le debe dotar de cierto sentido. Así, podemos asistir a un juego del Mahjong en China, a las experiencias de una vidente en Vietnam o a la cosecha de la flor del loto en Tailandia.

P.: En la parte de ficción, asistimos a la historia de Edward, un funcionario del Imperio Británico que en 1918 huye de su compromiso con Molly y recorre en su escapada todo el continente asiático...

R.: Sí.

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P: … mientras ella va en pos de él. Hay una diferencia entre ambas secciones, la parte de él se relata sin rumbo deliberado, y la de ella tiene una narrativa más convencional

R.: Eso es una manera de hacer dialogar el fondo con la forma. Para mí, la forma tiene que ver con el mundo de los personajes; todo lugar, paisaje o acción que se ve en la película tiene que existir por sí mismo pero también ser una especie de espejo de los personajes. Por eso son tan distintas las dos partes; la de Edward es más introspectiva, como él, y no tiene el protagonismo de Molly, que es mucho más activa y fuerte. Por eso sus viajes son distintos, y cada momento de lo que les sucede, ya sean melancólicos o vertiginosos, tienen que ver con el mundo de los personajes.

P.: ¿Diría que su largometraje tiene una intencionalidad política?

R: Todas las películas la tienen, incluso aquellas que no tienen conciencia de que existe en ellas. Pero claro que la tiene. En este caso, 'Grand Tour' asume a las claras una decisión de trabajar en dos momentos históricos distintos, uno colonial y uno postcolonial, y esa unión de puntos de vista va a conceder algo político al espectador. ¿Pero el qué? Ni yo ni la película somos quienes lo tenemos que decir. Al contrario, es muy importante dar espacio a que exista la oportunidad para que cada espectador llegue a sus propias conclusiones a partir de la interpretación que desee darle a la dimensión política de las películas.

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P.: ¿No es arriesgado depositar toda la confianza en el público?

R.: A día de hoy se habla continuamente de cuestiones muy importantes, pero no creo que sea esa la función de las películas. Estas deben evitar hacer denuncias u homilías en las que digan a la gente cómo tiene que pensar. Considero que es más interesante y mucho más importante que sean las propias personas quienes lleguen a esas conclusiones por sí mismas, y no que sean las películas las que tengan que explicitar cómo son las cosas.

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