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Mujeres con bañador blanco en playas de los cincuenta. Esa es la estampa común a los dos estrenos con los que arrancó la Sección ... Oficial de la 65ª Seminci. La primera, Sylvia Plath en 'Nieva en Benidorm'; la segunda, Billie Holiday, en 'Sweet thing'. Dos musas para la policía que encarna Carmen Machi, quien cita los versos de aquella en la comisaria del filme de Coixet, y para la adolescente de la de Alexandre Rockwell, que vive con la compañía imaginada de la cantante. Ninguno de los dos realizadores roza en esta entrega la emoción que les producen sus referentes.
'Nieva en Benidorm' comienza en Manchester. La cámara sigue a Peter Riordan (Timothy Spall), un empleado de banca incapaz de aprobar el desahucio por impago de una familia decente. El director, unas décadas más joven, le prejubila mirando fotos en Instagram. Riordan decide visitar a su hermano, que vive en Benidorm. Su hobby, la meteorología, sirve para dividir en previsiones la cinta de Coixet. Riordan aterriza en el escenario de la vida de Daniel aunque él no está, pasando del cielo gris inglés a la luz cegadora de la Costa Blanca, de la sucesión de los ritos domésticos a la improvisación sin red, de la soledad completa a la soledad compartida. Coixet apunta un 'thriller' en el que la denuncia policial debiera poner en marcha una búsqueda del residente británico. En lugar de eso, es el protagonista quien empieza a descubrir la relación de su hermano con los clubs y la corrupción urbanística, la vida de sus compatriotas entregados a un zafio hedonismo y, sobre todo, a la socia de Daniel, Alex. Y será esta 'femme fatale' y su portentosa presencia la que hipnotice al visitante y reconduzca la película hacia una historia de amor.
La obra de la última Premio Nacional de Cinematografía es un recreación «preciosista», en sus palabras, de Benidorm.Efectivamente sale tan bonita que olvidamos que el confeti del cielo acaba en el suelo, el exceso de alcohol en borrachera y el ruido ensordecedor en atolondramiento. Es un Benidorm amable, pulcramente rodado desde un rascacielos, y cuando la cámara está a pie de calle recrea arquitecturas que escapan al desastre desarrollista. Coixet, tan comedida en otras cintas, llena esta de apuntes que no logran integrarse en un todo: el personaje de Ana Torrent, una mujer de la limpieza nigromántica, la obsesión de Machi por Plath más allá de la anécdota de que la poeta suicida vivió feliz allí (cuando era un pueblo de pescadores en 1956) o el carnicero que ejemplifica al emigrante hecho a sí mismo en la jungla de esa urbe.
La historia de Peter y Alex, el inocente salvador y la vividora que no quiere ser salvada, es lo más interesante pero demanda otras vitaminas que justifiquen dos horas de metraje. Coixet vuelve a confiar la banda sonora a Alonso Vilallonga, que además tiene un pequeño papel como presentador del burlesque. La película llegará a los cines comerciales el 13 de noviembre.
Morrison y Pärt
Como Coixet, Alexandre Rockwell repite en Seminci. 'Sweet thing', título de la canción de Van Morrison que interpreta la niña, es una suerte de segunda parte de la que presentó en 2014, 'Little Feet'. Ambas están protagonizadas por sus hijos, Lana y Nico, a cuya belleza afroamericana saca el máximo partido.
Como en aquella, 'Sweet thing' habla de la infancia robada por adultos incapaces de cumplir con sus obligaciones como padres. También ha sido rodada en blanco y negro (excepto los recuerdos felices, en color). Perteneciente a las huestes del cine independiente y profesor de cine, Rockwell considera la experimentación un campo obligado, aunque pase por recursos tan añejos como el efecto moviola o el fundido en negro en forma de obturador. Cambia el grano grueso de la película en 'Little feet' por los primeros planos limpísimos de su hija adolescente en esta cinta. Billie (Lana), se llama así por Billie Holiday, y Nico viven con un padre alcohólico, ciclotímico en función de la ingesta. Su madre tiene otra pareja y los chavales no son prioritarios para ella. Hace tiempo que abandonaron la escuela y resultan dos personajes dickesianos que buscan ingresos en la basura. Las borracheras del padre devienen en escándalo público y reclusión en un centro de desintoxicación. Transitoriamente van con su madre a la casa de la playa de su novio y se despliega el catálogo de abusos y vejaciones. Escapan con otro amigo hasta que la aventura toca a su fin. Canto a la amistad, denuncia del desvalimiento y crítica a la temeridad policial cuyos agentes disparan a niños por la espalda. Nada nuevo en la forma ni en el fondo, ejercicio estético de un padre cineasta que rueda la vida de sus hijos. Holiday, Morrison, arias, dos piezas con marimba, el buen gusto musical lo remata con la cita a una de las partituras contemporáneas más frecuentadas por los cineastas, 'Spigel im Spiegel', de Arvo Pärt. La última vez que sonó en la Seminci fue con la israelí 'Foxtrot'. Billie podrá cantar al final, sentir a su musa.
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