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«¿Quién la escribía versos? Dime quién era. ¿Quién la mandaba flores por primavera? ¿Quién cada 9 de noviembre, como siempre sin tarjeta, la mandaba un ramito de violetas?». Esto cantaba Cecilia hace ya muchos años, tantos como 45. Y ahora, que el 9 de noviembre y la primavera quedan tan lejanas en el calendario, un ramito de violetas sin tarjeta recuerda a la cantante y compositora de esta canción en el kilómetro 13 de la N-525. Ahí, en ese punto exacto, el 2 de agosto de 1976 acabó su exitosa carrera musical, que fue tan fugaz como su vida, la que también perdió en este lugar, ubicado en la localidad zamorana de Colinas de Trasmonte, cuando el Seat 124 en el que viajaba con los músicos de su banda chocó contra un carro tirado por dos vacas.
«Aquello fue tremendo. Para poner en situación a los jóvenes, Cecilia era una cantante tan conocida y admirada como puede ser Rosalía en la actualidad», explica Antonio Marcos Cidón, el alcalde de Quiruelas de Vidriales, localidad aneja de Colinas de Trasmonte, un pueblo que quedó marcado por este hecho. «Por desgracia se nos conoce principalmente por ser el pueblo en el que murió Cecilia», reconoce el regidor.
El suceso ocurrió a las 5:30 horas. Cecilia y su grupo actuaron en Vigo y, tras acabar el concierto, se subieron a un coche para regresar a Madrid, donde al día siguiente debían enfrentarse a la grabación de un nuevo disco en el que versionaban poemas de Valle Inclán. «Este ha sido uno de los shows más bonitos de mi vida», afirmó la cantante al finalizar su actuación en Vigo y, solo unas horas después de pronunciar esa frase, su voz se apagó para siempre. El organista José Luis González iba al volante y aún les faltaban unos 300 kilómetros para llegar a su destino. Entonces, el viaje traspasó el blanco y negro de las líneas continuas y discontinuas de la carretera para acabar en el blanco y el negro de las crónicas necrológicas.
Un carro tirado por vacas dirigido por el vecino de Colinas de Trasmonte Argimiro Majado y por su mujer, Regina Álvarez, se adentró en la carretera con el fin de dirigirse a una tierra cercana. Argimiro y Regina solo necesitaban transitar unos pocos metros por la carretera para encaminarse hacia las tierras en las que iban a comenzar su jornada de trabajo en el campo, pero la fatalidad quiso que en ese pequeño trayecto su carro y el 124 en el que viajaba Cecilia se encontraran en un accidente que conmocionó España.
La muerte de un icono de la música
Varias crónicas de le época relataron que el coche transitaba a gran velocidad, que la carretera carecía de alumbrado y que el carro no tenía luces. No obstante, el conductor siempre negó que fuera demasiado rápido y Regina Álvarez afirmó de por vida que en el momento del choque ya había salido el sol. Lo que es una verdad innegable es que José Luis González no se percató de la presencia del carro hasta que el impacto fue inevitable y que el accidente se saldó con la muerte de Evangelina Sobredo Galanes, más conocida como Cecilia, que viajaba dormida en el asiento trasero, y del batería del grupo, Carlos Manuel de la Iglesia Leiva. Además, Argimiro Majado resultó herido de gravedad y Regina sufrió una fractura en una pierna.
El 2 de agosto se cumplirán 45 años del accidente y en Colinas de Trasmonte este suceso sigue estando muy presente, tal y como reconoce el alcalde, que no oculta que los dos vecinos que sufrieron el accidente quedaron fuertemente marcados por el suceso. «Quedaron estigmatizados. Eran gente sencilla, de pueblo, y de repente se vieron atrapados en un hecho de estas características», apunta Antonio Marcos Cidón para hablar de los grandes olvidados de esta historia: Argimiro y Regina, que se recuperaron de las secuelas físicas que les dejó el impacto y fallecieron años más tarde.
El abuelo de Antonio Marcos Cidón era el juez de paz de Colinas de Trasmonte aquel 2 de agosto de 1976 y su nieto ha escuchado decenas de veces su versión. «Cuando se produjo el accidente, la Guardia Civil fue a buscarle para ir al lugar de los hechos. Él estaba labrando las tierras y le avisaron del choque sin saber quiénes eran los implicados. La sorpresa fue mayúscula cuando supo que los fallecidos eran Cecilia y el batería de su grupo», explica el alcalde, que guarda en el Ayuntamiento el registro de defunciones en el que está archivado el fallecimiento de los dos músicos. «Es curioso como son bastante detallistas en la anotación al margen respecto a la causa de la muerte. La redacción es un tanto escabrosa cuando habla de la gravedad de las heridas», explica Antonio Marcos Cidón.
Ha pasado mucho tiempo de aquel suceso, pero aún son muchos los que recuerdan a Cecilia como una de las grandes cantautoras de la historia, tal y como apunta su promotor en los primeros momentos de su carrera, el músico y folclorista zamorano Joaquín Díaz. «Es terrible. No solo por cómo murió, sino por la trascendencia que podía haber tenido y que se cortó repentinamente», asevera Díaz, que sigue recordando a Cecilia como la gran artista que fue y como un alma libre. «Tenía una idea muy liberal de todo», concluye para recordar a una cantautora que abrió camino a la mujer en un mundo de hombres y que para lograrlo usó como armas un micrófono en una mano y un ramito de violetas, en la otra.
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Josemi Benítez
Jon Garay y Gonzalo de las Heras (gráficos)
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