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Portadas de los libros recomendados de la semana. El Norte
El Madrid de Trapiello en 1945, los escritores extrañados y la tristeza heredada en León
Los libros de la semana

El Madrid de Trapiello en 1945, los escritores extrañados y la tristeza heredada en León

Los libros recomendados de esta semana transitan entre el ensayo literario, las memorias de una infancia feliz y un retrato los futuros inciertos en las cuencas mineras

Víctor Vela

Valladolid

Sábado, 16 de noviembre 2024, 08:48

Hay un Madrid de miseria y privilegios en los primeros años de la posguerra. Hay una infancia luminosa en Mallorca. Hay una luz anaranjada que invade las cuencas mineras justo después del derribo de la central de La Robla. Hay unos escritores que se convirtieron en lo que nunca nadie pensó. Hay cuatro libros que hablan sobre todo eso y que son las recomendaciones literarias de esta semana.

'Me piden que regrese', Andrés Trapiello

«El sufrimiento no te da derecho a nada ni te hace mejor» (386)

  • Me piden que regrese. Andrés Trapiello

  • Destino. 440 páginas. 22,90 euros.

«No hay vida mala si la cuentas bien», escribe Andrés Trapiello en la página 232, en uno de los mejores pasajes de 'Me piden que regrese', la novela más reciente del escritor leonés. Esa escena es un duelo dialéctico entre Sol Neville, una joven aristócrata madrileña, y Benjamin Smith, un enviado desde EE UU a la España de Franco con una delicada misión. El encargo que le hacen es que implique a un alto cargo de la dictadura franquista en un supuesto caso de estafa de antigüedades (con las Capitulaciones de Santa Fe como señuelo). El objetivo final, al implicar a este tipo (Alfonso López Peñaflor), es evitar que el régimen de Franco caiga en una cerrazón que complique los intereses económicos estadounidenses. Si el ala dura se hace fuerte, EEUU lo tendrá compicado para hacer negocios en el país.

Dice Pío Baroja, en la página 392 y por boca de Trapiello, que en esta historia aquí recogida «hay de todo, acción, amor, ideales». 'Me piden que regrese' tiene todo eso y, además, especialmente, un primer tercio primoroso. El arranque del libro es una delicia. Trapiello describe el Madrid de posguerra con una colección de enumeraciones deslumbrante. Pasar las páginas es pasear por la capital en el año 1945. Puedes ver sus calles, reconocer sus personajes, sobrecogerte con tanta injusticia y desigualdad. Puedes oler incluso Madrid: «La hedentina del patio era sinfónica, venía de todas partes: tufo a hervidos y comistrajos, lejías y morcillas podres» (89). La mirada del escritor se cuela en los bajos fondos, en las corralas de pícaros, pero también en las fiestas de la elite, en esos ágapes de lujo donde había acaso más delincuentes que en el más oscuro callejón. Ese retrato de ambientes opuestos, esas descripciones llenas de matices son, sin duda, lo mejor de un libro que presenta una prometedora historia de engaños (ese documento falsificado) pero que luego, tal vez, sabe a poco en su desarrollo.

En todo caso, 'Me piden que regrese' es un festín como novela de ambientes, como mirada curiosa y detallista a una España recién salida de la guerra, con unos vencedores con ganas de exprimir aún más sus beneficios y unos perdedores que ven cómo las posibilidades de un cambio se desvanecen ante una dictadura que se presume larga. Entre medias, pasajes fantásticos, como esa conversación entre Sol y Benjamín (los protagonistas), que son como duelos de esgrima en los que ellos mismos se reconocen a la caza de la frase más elocuente y venenosa. O esa cacería donde hasta participa Franco y no falta su buena dosis de humor. Y entre los personajes, atención a ese policía que persigue a Benjamín (sospechoso de ser espía, de trabajar con los comunistas) y cuya máxima aspiración es casarse y conseguir una plaza que le lleve a su destino deseado por fin: Valladolid.

'Ropa tendida', Óscar García Sierra

«Parece que las montañas y las fiestas siempre son mejores en otros lugares» (30)

  • Ropa tendida Óscar García Sierra.

Hay una tristeza anaranjada que infecta a los protagonistas y se expande por los escenarios leoneses de 'Ropa tendida', novela en la que Óscar García Sierra regresa a un territorio ya visitado en 'Facendera': «Los pueblos vacíos, las casas inundadas por los embalses, las montañas destrozadas por molinos de viento» (48), las comarcas que ven cómo desaparecen sus modos de vida (el fin de la central térmica) y capitales que acogen a quienes escapan del pueblo, aunque hasta allí llega también la desesperanza, con bares que cierran y comercios que no volverán a abrir. Hay un halo de tristeza, de angustia inexplicable, de futuro sin futuro, que envuelve a los personajes de 'Ropa tendida'. Un deseo permanente de escapar sin saber muy bien de dónde ni hacia qué lugar. «En verdad da igual cuándo empezara, lo importante es que parece que no va a acabar nunca» (110).

Los grandes protagonistas de la novela (Xairu y La Juli) tardan en aparecer. De primeras, conocemos a sus satélites. Primero, los padres de Xairu, Isidorín y Milagros, un matrimonio destrozado por la rutina y la incomunicación (sus conversaciones se dan no cara a cara, sino por teléfono o con una puerta de por medio, ella encerrada en el baño). Esos episodios están fantásticamente abordados, en capítulos distintos, con las perspectivas de cada uno. Ellos, como casi todos los personajes que se pasean por estas páginas, en una suerte de maldición heredada, se sienten golpeados por una «tristeza que parece no deberse a nada» (48), como perros en medio de la carretera, a punto de ser atropellados (53), zarandeados por una vida que parece cebarse en ellos. Y ahí está, por ejemplo, la hermana de Xairu, en un episodio brutal sobre las cadenas cotidianas y cómo las imposiciones externas (el jefe que obliga en un fin de semana a currar) cercenan los sueños.

Pero los protagonistas, decíamos, son Xairu, un tipo violento, enganchado a la droga, que parece será alcalde con la extrema derecha, y La Juli, una madre de hijo adolescente, que trabaja en una residencia de ancianos y cree ver una solución para su vida en un callejón sin salida, en la figura de Xairu. Sobre esos pasillos de desesperanza, sobre esa angustia de quien se sabe atrapado sin saber muy bien porqué, sobre esas ilusiones machacadas, habla esta ropa tendida que, a pesar de tener un cuidado estilo, presenta en varios momentos repeticiones evitables, como «trozo» (páginas 28), «cinta» (36), «puerta» (68), «ambos mundos» (190).

'Autobiografía autorizada', Neus Canyelles

«La cabeza es un laberinto. ¿Qué culpa tiene ella de no saber encontrar la salida?» (110)

  • Autobiografía autorizada Neus Canyelles

  • Tránsito 128 páginas. 17 euros.

No todo importa ni todo afecta. No todo impacta ni deja huella. Hay sucesos que pasan por nuestra vida como puñalada o caricia. Y hay que aprender a diferenciarlos, a recordar lo que importa y olvidar lo que hace daño. «Lo que cuenta de verdad solo lo decido yo», escribe Neus Canyelles en la página 35 de esta 'Autobiografía autorizada'. Porque uno mismo puede (con suerte) elegir lo que es relevante en su vida. Y apartar (intentarlo al menos) aquello que no nos hace feliz. Por eso, en este cuaderno de memorias, la autora se fija en los pasajes luminosos emparentados, casi siempre, con la niñez. «Dicen que la gente que ha sido muy feliz en la infancia lo tiene muy difícil cuando se hace mayor. Esta especie de enamoramiento de aquel paraíso perdido causa mucho dolor, sobre todo si d la vida trae una decepción tras otra » (41). Así que este libro es un repaso a ese tiempo de juego infantiles en los que se mira «con indiferencia y desdén hacia la vida real» (64). La infancia como un universo de sueños e imaginación que es tan fructífero para el escritor.

Dice Canyelles que es una observadora voraz porque todo puede convertirse en cuento, cualquier detalle puede ser semilla para la ficción. «Me gusta leerlo todo, mirarlo bien, por si algún día se me ocurre escribir algún artículo o ponerlo en algún texto» (21). Por eso, tal vez, estas memorias están llenas de pequeños detalles de esos veranos juveniles en el pueblo, de las primeras amistades, los inventos con forma de juego, la tristeza que, con la llegada del invierno, empieza a asomar. 'Autobiografía autorizada' es un libro sobre cómo brillan los momentos luminosos de la vida cuando las sombras acechan y uno duda, asediado por la tristeza, si en algún momento fue feliz. Ese cuaderno de memorias se abraza por dos textos (al principio y final del libro) ambientados en una cafetería de Barcelona, donde la autora observa a una mujer que, en una mesa cercana, parece un espejo donde no se quiere asomar.

'Los extrañados', Jorge Freire

«¿Acaso los amigos de la infancia tienen que ver más con la infancia que con la amistad?» (14)

  • Los extrañados Jorge Freire

  • Libros del asteroide 176 páginas. 18,95 euros

Escribe Jorge Freire en el texto introductorio de 'Los extrañados' que, «en algún momento de nuestras vidas, todos nos hemos sentido repentinamente ajenos y fuera de lugar» (13). Sorprendidos porque nuestras acciones no encajan en lo que habíamos planeado, porque nos descubrimos con unos pensamientos que creímos nunca llegar a tener, porque nos encontramos en una encrucijada que saca de nosotros acciones que nunca pensamos ejecutar. Hay momentos en la vida en que uno se siente extraño de si mismo, alguien ajeno a quienes creíamos ser. Freire ha buscado esos instantes de extañeza en la vida de cuatro escritores: P. G. Wodehouse, José Bergamín, Vicente Blasco Ibáñez y Edith Warthon. Los cuatro, en algún episodio de su existencia, se vieron inmersos en una realidad que, en principio, no se correspondía con lo que de ellos se esperaba.

Wodehouse, por ejemplo, es acusado de colaboracionista con el ejército nazi. Warthon, que tan bien retrató las fiestas de sociedad, se recluye en su hogar. Y, especialmente, son interesantes las dos historias vinculadas con escritores patrios. Freire escribe los cuatro ejes de este libro como si fueran pequeñas novelas, con un estilo tan adictivo que parece pura ficción. Bergamín («para muchos el gran intelectual de la República», 100) termina sus días, en su afán antimonárquico, con un extraño apoyo a las causas terroristas de ETA. Y Blasco Ibáñez («el héroe popular, el ardiente republicano», 167) acaba convertido en un exitoso escritor que se enriquece con la literatura, pero que consiguió escribir sus mejores libros cuando menos tenía y no ahora «que está forrado, tiene todo el tiempo del mundo y solo le salen libros mediocres y facilones» (170). Es tal vez este capítulo dedicado al autor de 'La barraca' el que más me ha enganchado de un libro muy interesante sobre cuatro escritores extrañados.

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