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Sergio del Molino, en pos del pasado que resuena en el presente

«Me interesaba esta historia como detonante de lo que sucede en el presente», admitió Del Molino. «El pasado nos importa en la medida que conforma el hoy». En su novela, el escritor y columnista escarba en las raíces de una familia descendiente de alemanes, que llegaron a nuestro país entre finales del siglo XIX y principios del XX desde Camerún por la Guinea Española, y cómo les marcan sus relaciones con el régimen nazi de los años treinta.

«No hay una responsabilidad de echarse encima las miserias y las barbaridades que hicieron nuestros antepasados», respondió Del Molino ante las cuestiones que emergen en torno a la culpa, «gran símbolo de una civilización cristiana marcada por el pecado original», en palabras de Aganzo, y que con frecuencia responsabiliza a hijos y nietos de los crímenes cometidos por sus padres y abuelos., «Sin embargo, sí hay un terreno de la literatura y el pensamiento donde cabe una zona de incomodidad, una construcción de personalidad propia que cada cual asume como puede», matizó el escritor.

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«Cuando el pasado nos obliga a mirarle a los ojos es cuando nos preguntamos quiénes somos, nos cuestionamos nuestra identidad y descubrimos que esta viene de lejos», agregó. «Más que construirla nosotros mismos, se revela que viene conformada por muchas cosas desde nuestro nacimiento, y este hallazgo inicia un proceso de reflexión, de debate y de pensamiento que resulta imposible de dirigir». Para Del Molino, este detonante suscita que «la literatura sea el lugar más adecuado para plantear estas cuestiones».

En un cambio de tercio sobre las cuestiones planteadas, Aganzo inquirió a Del Molino sobre su visión sobre el mundo de la novela y el ensayo: «Creo que vivimos un momento literario apasionante, de altísima creatividad y muy variado, aunque carezcamos de intelectuales de la talla de los de antaño, como un Manuel Vázquez Montalbán». Con todo, el autor consideró que «dividir el mundo entre Ficción y No Ficción es como dividir a los seres vivos entre Gatos y No Gatos».

«Hay un sinfín de libros muy libres que incorporan todo tipo de rasgos de uno y otro lado, que son los que me interesan más», continuó. A la hora de abordar un nuevo tema, admitió el escritor «no ser muy reflexivo»; antes bien, prefiere irse «armando de recursos» sabiendo que esas «obsesivas conductas» le dejan «trabajar tranquilo». Y concluyó con un mensaje sobre los nuevos lectores: «Creo que son muy juguetones, agradecen los retos que les implican a nivel formal y emocional».