![Solo el 21% de las viviendas de Castilla y León están adaptadas al envejecimiento](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2024/07/21/marcentrocivico-ksk-U220759844431vdF-1200x840@El%20Norte.jpg)
![Solo el 21% de las viviendas de Castilla y León están adaptadas al envejecimiento](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2024/07/21/marcentrocivico-ksk-U220759844431vdF-1200x840@El%20Norte.jpg)
Secciones
Servicios
Destacamos
Pasillos estrechos, pisos sin ascensores y portales con varios escaños, barreras arquitectónicas en el interior del hogar, cuartos de baño con espacios reducidos y bañeras, en vez de duchas, sin asideros ni barras… en edificios de estructuras obsoletas que, además, hacen difíciles algunas reformas y, ... además, la población mayor de 60 o 65 años vive habitualmente en viviendas con entre 30 y 40 años de antigüedad si no más. En España, el 32% de las viviendas principales se construyó antes de 1971, el 47,1% entre 1971 y 2000, y el 20,9% restante después del año 2000.
Las personas mayores necesitan una vivienda cómoda y adaptada a sus achaques, y también las personas con discapacidad; pero los problemas de movilidad son más extensos: unos padres con un cochecito de bebé, una operación que postra temporalmente en silla de ruedas o al menos obliga a llevar muletas… la accesibilidad condiciona la vida y aún no es una asignatura superada; aunque obviamente se haya avanzado mucho sobre todo en urbanismo en las zonas nuevas.
El grupo social ONCE, Ilunión y OTIS, empresa de fabricación, instalación y mantenimiento de ascensores, han profundizado en la situación de los edificios y viviendas en toda España. Un análisis por comunidades que busca caracterizar el sector y estudiar las consecuencias de las carencias de movilidad. El marco legal ampara la accesibilidad universal, es obligada; pero del texto al terreno hay muchas lagunas en accesibilidad, las hay en la movilidad física y ni qué hablar de la sensorial, la cognitiva.
Castilla y León no se posiciona mal en un panorama nacional en cuanto a lo confortables en este sentido que son sus hogares; pero aún así la situación es preocupante. Dos datos muy claros: Solo el 21% de las viviendas de la comunidad están adaptadas al envejecimiento y aún hay un 20% de pisos sin ascensor. Ambos datos están interrelacionados pero no del todo, no dependen estrictamente uno del otro.
Recoge este trabajo que aunque la proporción de viviendas adaptadas al envejecimiento de las personas es bastante mayor en los edificios que son accesibles que en los que no lo son, el hecho de que un inmueble sea percibido como fácil para entrar en él no implica necesariamente que las viviendas que acoge estén adaptadas a las secuelas que van dejando los años y, a la inversa, el hecho de que un bloque de pisos parezca complicado no supone necesariamente que no pueda haber en él hogares reformados para las dificultades de la vejez. No obstante, los edificios unifamiliares dotados de ascensor y accesibles son los que tienen una proporción mayor de viviendas adaptadas al envejecimiento (53,6%), mientras que los multifamiliares sin ascensor y no accesibles son los que tienen una proporción menor (11,9%) como cabe esperar.
Tanto en los chalés y casas independientes como en bloques, la disponibilidad de ascensor mejora obviamente sustancialmente la adaptación. Según la Encuesta de Discapacidad, Autonomía personal y Situaciones de Dependencia de 2020 (EDAD) y el (INE, 2022) –que recoge este estudio–, el 33,8% de las personas con discapacidad a partir de los seis años que viven en domicilios familiares tiene dificultad para desenvolverse con normalidad en su vivienda o en los accesos o el interior de su edificio. El principal problema se encontraba en el portal del inmueble por las escaleras, ascensor y garaje. Estas dificultades aumentan con la edad y afectan en mayor medida a las mujeres (37,6%) que a los hombres (28,4%).
Las comunidades que cuentan con mayor proporción de viviendas principales ubicadas en edificios de fácil acceso para cualquier persona (todas con proporciones por encima del 70%) son el País Vasco, la Comunidad Foral de Navarra, el Principado de Asturias, La Rioja y Castilla y León. En el extremo opuesto se sitúan Canarias, Ceuta y las Islas Baleares, todas con proporciones de viviendas situadas en edificios de fácil acceso inferiores al 60%.
El informe recoge que, en Castilla y León, hay 557.377 viviendas en edificios multifamiliares de más de tres alturas. De ellos, la mayoría tiene ascensor; pero hay 113.148 hogares que no disponen de elevador. Y ello sin entrar a valorar si el ascensor tiene el espacio interior o externo suficientemente amplio como para facilitar el acceso o puertas automáticas que facilitan la entrada. Y no en todos se puede intervenir para hacer una caja más grande, depende de la estructura de construcción.
Noticias relacionadas
Ana Santiago
En España, la mayor proporción de viviendas situadas en edificios unifamiliares está en Extremadura (58,8%), seguida por Castilla-La Mancha (56,7%). También Galicia, Andalucía, la Región de Murcia, Canarias y Castilla y León registran este tipo de casa para una sola familia o chalés bastante por encima de la media nacional (entre el 40% y el 50%). En la comunidad en concreto, el 41,7%. Y en estos edificios unifamiliares solamente el 1,1% tienen ascensor, claro que muchos no lo precisan así como el 75,3% de los edificios multifamiliares cuentan con él. La accesibilidad buena alcanza al 70,3% de las viviendas en la región. Las menores proporciones de hogares en edificios unifamiliares se dan en el País Vasco (10,7%), la Comunidad de Madrid (14,9%) y Ceuta (16,3%).
Los avances en concienciación y reformas se centran en la instalación de rampas y ascensores, en la prioridad del aspecto físico. Aunque son barreras a solventar esenciales, «todavía queda mucho camino por recorrer en materia de accesibilidad visual, auditiva y cognitiva. Esto supone tener en cuenta necesidades de accesibilidad como el contraste visual, la iluminación, el pavimento podotáctil, el videoportero con la domótica. Son aspectos que o bien se suelen ignorar o asociar con el lujo», apunta este trabajo.
Señalan Teresa Villegas (terapeuta ocupacional de ILUNION Vida Sénior) y Judit Díaz (arquitecta de Cocemfe) que «las barreras de accesibilidad influyen negativamente en múltiples niveles, incluyendo la actividad física, el estímulo cognitivo, el estado de ánimo y las relaciones sociales. Las personas con requeri- mientos de accesibilidad mencionan la dependencia de terceros, el aislamiento, el riesgo de caídas y accidentes… Se trata de consecuencias interrelacionadas, que también afectan a la calidad de vida de las personas cuidadoras».
Aislamiento, pérdida de relaciones. Impedimento para salir de casa o acudir a otras viviendas, donde viven familiares a quienes no se puede visitar (o demandando una gran ayuda, afrontando riesgo de caídas). Las dificultades para salir de casa, incluyendo escaleras, ascensores con barreras o averiados... pueden impedir acudir a servicios sanitarios o de autonomía personal, como un centro de día. Asimismo, las relaciones sociales son un factor protector contra el deterioro cognitivo y la demencia; el confinamiento limita estas relaciones y merma el ánimo de las personas mayores, afectando también a cuidadores directos.
En este sentido, la falta de accesibilidad en el edificio puede impedir que las personas visiten a amigos y familiares, o que reciban visitas en su propia casa además del riesgo de caídas y accidentes, que puede provocar lesiones, hospitalizaciones, empeoramiento de la salud y miedo a salir de casa.
El INE define la accesibilidad de un edificio como «la facilidad o dificultad de entrada a través del portal y del ascensor para las personas que puedan tener limitadas sus capacidades motoras o sensoriales, teniendo en cuenta el espacio inmediatamente anterior a la puerta de acceso al edificio, y los espacios de esa puerta hasta el propio hueco, o en su caso hasta el ascensor».
Francisco Sardón
Presidente del CERMI Castilla y León
Destaca Francisco Sardón, presidente del CERMI Castilla y León que «en la actualidad, los pisos, las edificaciones actuales, los ascensores en este caso cumplen con la normativa de accesibilidad. ¿De dónde viene el problema? En aquellos edificios que aún no tienen ascensores, en algunos ya se está articulando la puesta en marcha de ellos para las personas con movilidad reducida y personas mayores. Y también están los pisos que se construyeron antes de los 80 o 90 que tienen elevadores; pero, en aquellos años, los estándares de accesibilidad no eran los actuales y muchas personas que viven en esos pisos que usan sillas de ruedas, tanto manuales como eléctricas u otros apoyos a la movilidad, no caben. Por eso pedimos que, en la próxima modificación de la Ley de Propiedad Horizontal, se aborden todos estos problemas de accesibilidad y convivencia, para que cualquier actuación en materia de accesibilidad que tenga que hacerse en una comunidad de vecinos se haga 'de oficio', siempre que se demuestre que en dicha comunidad viva una persona con movilidad reducida y que no tenga ascensor o el existente no disponga de estándares de accesibilidad suficiente para que pueda usarlo con autonomía», concluye.
El Instituto Nacional de Estadística (INE) define en 2023 la accesibilidad de un edificio como «la facilidad o dificultad de entrada a través del portal y del ascensor para las personas que puedan tener limitadas sus capacidades motoras o sensoriales, teniendo en cuenta el espacio inmediatamente anterior a la puerta de acceso al edificio, y los espacios de esa puerta hasta el propio hueco, o en su caso hasta el ascensor». Asimismo, define como vivienda adaptada al envejecimiento a aquella que «favorece la autonomía personal a personas mayores, con movilidad reducida o discapacidad, mejorando su calidad de vida tanto si cuentan con ayuda como si viven solas. Para adaptar el hogar será primordial eliminar barreras y aumentar la seguridad en los espacios. Y pone como ejemplos de adaptación, que recoge esta trabajo: Evitar desniveles; colocar barandillas en escaleras; situar la habitación del anciano o persona con discapacidad en la planta baja si existen varios pisos; automatizar la apertura de puertas y procurar que tengan como mínimo una anchura de 80 centímetros; no poner alfombras ni objetos en los pasillos; que los suelos sean firmes antideslizantes y de superficie lisa o que el baño tenga ducha en lugar de bañera.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.