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Las previsiones, pese a las altas temperaturas que adelantarán el verano a este abril y a lo imprevisto de las mismas, no son de importantes alertas en cuanto a problemas de salud se refiere. Esto no supone que haya que olvidarse de las habituales ... medidas de prevención en cuanto a protegerse del sol, beber agua y echarse crema solar o salir de casa cuando las temperatiras hayan descendido;pero no cabe esperar registrar datos importantes de complicaciones asistenciales ni de salud ni mortalidad como ha ocurrido en el pasado con algunas olas de calor.
El Instituto de Salud Carlos III, del Ministerio de Sanidad, –el organismo que analiza los datos que, en este sentido, se salen de lo habitual y esperable– indica que el nivel de riesgo de exceso de mortalidad atribuible a los muchos grados en el termómetro será leve. Esto supone una previsión de exceso de defunciones por calor de más del 10% pero de menos del 40%. Este es considerado un nivel bajo del llamado índice Kairós, una especie de semáforo que analiza la probabilidad en tres grados posibles de alerta. El segundo, el amarillo se sitúa entre el 40% y el 60% de muertes a mayores y, por encima de este último porcentaje se alcanza el rojo, el máximo. Analiza el día en curso y las cinco siguientes jornadas, por ámbito poblacional, sexo y grupo de edad.
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Ana Santiago
Castilla y León, en verde, comparte este nivel de riesgo con toda España, incluso con el sur. Un importante episodio de calor pero que no registra el concepto más serio de ola puesto que, en principio, durará escasos días;pero refrescará por las noches y también bajarán las temperaturas ya el domingo. De acuerdo con la información de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) y los modelos predictivos que maneja el centro coordinador de emergencias de la propia agencia, se está produciendo esta semana una entrada progresiva de aire muy cálido y seco que, al combinarse con la estabilidad atmosférica, genera un aumento significativo y anómalo de las temperaturas, cuyo pico se alcanzará hoy y mañana con máximas de entre 27º C y 32º C. «En todo caso, no se espera que esas temperaturas alcancen los umbrales fijados para declarar la situación de alerta», indica Protección Civil. Eso sí son datos que son inusuales en abril, incluso históricos;pero no preocupantes desde un punto de vista de salud pública.
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Sofía Fernández
La experiencia de pasados veranos en cuanto al incremento de mortalidad es importante. Según datos del Carlos III, el verano pasado fueron 579 los castellanos y leoneses que murieron como consecuencia de las altas temperaturas –solo en julio fueron 341–. No se trata de fallecimientos directos, aunque pueden producirse, sino de empeoramiento y complicaciones de patologías previas o de personas especialmente vulnerables como los ancianos y enfermos.
El cuerpo humano posee mecanismos para conseguir compensar la temperatura corporal cuando es excesiva; pero, frente a las insolaciones o las quemaduras y el fuerte calor, tiene solo relativos mecanismos de defensa. La temperatura ideal para que las funciones vitales se desarrollen correctamente están, generalmente, entre los 36º y los 37ºC; aunque puede variar dependiendo de la salud y de la personas. Cuando se habita en climas cálidos y húmedos se termina por adaptarse. Cuando las temperaturas exteriores son más altas que las del cuerpo, este no libera bien el calor y si hay mucha humedad, el sudor no enfría la piel.
Mucho tiempo bajo el calor y más si hay humedad, provoca agotamiento, debilidad, mareos y náuseas. Y de ahí se pasa al golpe de calor, la temperatura corporal central puede subir hasta los 40°C y, finalmente, si no se remedia, puede provocar ataques, convulsiones y hasta el coma e incluso la muerte, según repasan fuentes tanto de la Consejería de Sanidad como del Minsiterio.
Este sistema de medida, el MoMo, trabaja con estimaciones en función de la mortalidad real registrada durante años tanto por el Instituto Nacional de Estadística como por los registros civiles y ello en combinasción con los de la AEMET para facilitar estimaciones diarias del exceso de mortalidad por todas las causas y, de entre ellas, atribuidas a las temperaturas, por frío y por calor. Un repaso de diez años, que excluye por la rareza de la pandemia el 2020, y que elimina los resultados extremos. No es una ciencia exacta pero sí un sistema válido y útil para conocer desequilibrios sobre lo esperado y poder hacer predicciones futuras y ayudar en las actuaciones preventivas. Está gestionado por el Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III.
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