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La imagen de cuadrillas quemando vegetación cuando enfrente rugen las llamas pavorosas de un incendio que se aproxima resume una de las técnicas más arriesgadas de los manuales de extinción. El contrafuego consiste en apagar las llamas que avanzan oponiéndolas otro fuego controlado, lo que ... requiere eliminar la capa vegetal de la zona. El objetivo es que cuando lleguen las llamas se pueda detenerlas en un punto que suele estar cerca de un camino, una carretera o un cortafuegos. «Para hacerlo hay que adoptar antes unas medidas de seguridad, disponer de un bulldozer, una motobomba... y luego están la destreza y la profesionalidad», resume Alejandro Muñoz, jefe de comarca de agentes medioambientales en Viana de Cega y delegado de CSIF.
Este tipo de incendios solo se apagan aplicando correctamente el fuego técnico (contrafuego).
Diario de un Bombero (@BrifLaza) June 18, 2022
Nos cambian de sector y volvemos a utilizar esta técnica, os dejamos otra muestra.#Brif Laza trabajando en el infierno del incendio de Zamora. #IFSierraDeLaCulebra #IFRiofrioDeAliste pic.twitter.com/L2zpEbtgjM
Las dimensiones del incendio condicionan también las del contrafuego a sabiendas de que requiere perder masa forestal, de pinar, cereal o de vegetación que es preciso arrasar para evitar una catástrofe mayor. «A veces hay que sacrificar varias hectáreas para salvar muchas más y tener la seguridad de que no hay nadie alrededor; hay que tomar muchísimas precauciones para poder provocar lo que también se denomina fuego técnico; hace muchos años se necesitaba autorización del gobernador civil y ahora se realiza cuando el incendio se ha ido de madre o para evitar que se vaya», explica Muñoz. Recuerda una de sus intervenciones en las que se aplicó esta técnica en la zona burgalesa de las Merindades evitando que se quemaran dos pueblos.
Los efectivos de extinción hacen el contrafuego quemando vegetación con mecheros que portan una pequeña antorcha y almacenan una mezcla de gasolina y gasoil. «Lo llevamos inclinado y vamos regando el terreno con gotitas; vamos controlando, prendiendo y apagando lo que se viene hacia el camino. Y una vez que hemos quemado una franja ancha y ves que no hay riesgo de que salten pavesas es cuando avanzamos; hay que asegurar que el fuego no se salga del camino y seguir quemando terreno en dirección al incendio con el objetivo de que se frene».
Esta maniobra, además de compleja, es peligrosa en la medida en que hay que tener en cuenta el viento y los cambios de dirección, si es de día o de noche, entre otras variables. «Una de las cosas que más pavor nos da es la inversión térmica; se produce un efecto en el que el fuego corre más que tú por mucho que puedas avanzar, una circunstancia que suele darse por las mañanas y antes del mediodía en zonas de montaña, porque durante la noche se ha creado una capa de aire frío y debajo de ella, como una olla a presión, el terreno va ardiendo poquito a poquito hasta que se rompe esa capa y se produce una deflagración».
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Una de las claves del fuego técnico, explica José Luis Gil, jefe del parque de Bomberos de la Diputación en Rioseco, es «coger las corrientes de aire del frente de llamas para que el contrafuego lo absorba; y eso -advierte- no se hace cuando uno quiera, sino cuando las condiciones son más favorables, pues de lo contrario se pueden provocar otros focos».
Como cualquier maniobra en el combate contra las llamas, cuando se crea un contrafuego «nunca se debe avanzar sin mirar atrás», recalca Alejandro Muñoz. «Si llevo tres cuadrillas con 21 personas no avanzamos todos a la vez; cada equis metros y sin perder de vista al compañero anterior dejo un vigía por si hay una reproducción o un cambio de viento que nos va a cerrar».
Alejandro Muñoz
Jefe de comarca de agentes medioambientales y delegado de CSIF
Con todo, sostiene que lo principal en los incendios es prevenirlos, «eliminar material combustible vegetal durante el invierno con cuadrillas de trabajadores en el monte, pero en Castilla y León se hace en verano y así nos va, con incendios devastadores cada verano». Otra labor esencial es la limpieza de los cortafuegos de montes y pinares que dividen el terreno para impedir que, en caso de incendio, las llamas pasen de una vertiente a otra.
Un lamento que se repite cada verano tras cada tragedia, como recuerda Agustín Argulo, técnico de guardia de incendios forestales en la provincia de León y representante de CSIF. «Si hubiéramos tenido medios en la Sierra de la Culebra esa catástrofe se habría atajado, es un desastre para esos pueblos que no levantarán cabeza en 20 años; hasta entonces no volverán a ver crecer níscalos; y los boletus, que eran un aporte económico para muchas familias, no volverán a nacer allí como mucho hasta dentro de 50 años; a esa gente la han hundido en la miseria».
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