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«La emisión de partículas contaminantes procedentes de las calefacciones, los vehículos o la actividad industrial agreden a la naturaleza e inciden en la floración, alteran la estructura del polen y este genera proteínas de estrés como mecanismo de defensa y aumenta su capacidad ... para provocar una reacción alérgica en las personas con hipersensibilidad». Defiende así la doctora Alicia Armentia, jefa de Alergología del Hospital Río Hortega y catedrática de la especialidad en la Facultad de Medicina, que «la explicación para que, sobre todo el año pasado, descendiera la alergia al polen no se debe tanto al efecto de las mascarillas, aunque dificultan la inhalación, sino a que se respira aire porque se ventilan las casas o se hace deporte». Además la agresión al medio ambiente descendió de forma llamativa por la caída de la movilidad. «Pocos coches, baja actividad industrial... por eso se veían animales por las ciudades y el campo más verde. La contaminación descendió drásticamente, sobre todo durante el confinamiento, y la naturaleza no tenía que defenderse, el polen no era agresivo. En mayo salimos a la calle y la atmósfera nunca estuvo tan limpia», explica.
Este año ya hay más presencia de actividad; pero aún así la movilidad es menor y la contaminación aún se mantiene contenida comparada con años normales. «La naturaleza nos respeta si la respetamos. El coronavirus no deja de tener también este factor importante, hemos asediado a los animales y tiene sus consecuencias. Además, otro factor fundamental es que las plantas y árboles no hayan sufrido sequía. Si no hay suficiente humedad también se estresan y el proceso es similar, se defienden para sobrevivir;pero este año ha llovido lo suficiente y favorece la floración. Por ello, lo esperable, y las previsiones para Castilla y León, es que los alérgicos tengan una primavera moderada, con valores entre 3.000 y 4.000 granos por metro cúbico», destaca esta especialista.
Este año el invierno ha sido muy frío durante el mes de enero. Esto ha favorecido el enraizamiento de las gramíneas salvajes, desarrollando raíces más profundas, «lo que ocasionará un crecimiento más vigoroso y como consecuencia, más pólenes de gramíneas en primavera», destaca la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC).
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En este sentido, y debido a las intensas nevadas que se han producido en la zona centro peninsular por la borrasca Filomena en las comunidades de Aragón, Castilla y León, Madrid y Castilla-La Mancha, «el deshielo ha favorecido el acúmulo de agua en la superficie terrestre, lo que ocasionará un mayor desarrollo de todas las plantas y como consecuencia un aumento en los niveles de pólenes, incluidos los desencadenantes de problemas alérgicos». Sin embargo, «el resto de los pólenes que pueden producir problemas alérgicos, como es el caso del plátano de sombra, el olivo, el abedul, y las cupresáceas (ciprés y arizónica), esta temporada no tendrán niveles elevados debido a la caída de los árboles y la rotura de ramas por la borrasca que azotó la zona central», destaca el doctor Ángel Moral, presidente de dicho comité de profesionales.
«Las cupresáceas (cipreses), el plátano de sombra y las gramíneas ya han comenzado. Lo importante para los alérgicos, además de vacunarse, es protegerse y conocer cómo está el aire que respiran. Para ello, está la red RACYL de la Dirección General de Salud Pública de Castilla y León que recoge tales referencias desde y ahora se ha completado todo el territorio español con estaciones aerobiológicas dependientes de dicha sociedad científica. Hay datos datos de 62 estaciones en las 17 comunidades autónomas tras la incorporación reciente de Cantabria», destaca la doctora Armentia.
En las zonas de la comunidad donde hay gran cantidad de gramíneas, como las castellanas, en los meses de marzo y abril es esperable un mayor nivel de polen para los afectados por la alergia a las mismas, según los expertos.
Aunque la demanda de asistencia por alergia al polen registró un descenso el año pasado al bajar los brotes y las urgencias por la pandemia y la menor contaminación, los servicios de Alergología mantuvieron un día a día muy activo, con muchos pacientes «porque tenemos muchos pendientes de revisiones, con asma, con otro tipo de alergias. Y aunque alguna consulta puede solucionarse por teléfono, en este tipo de pacientes tiene que ser presencial, tienes que ver cómo están, no sirve una foto de una mancha en la piel o que te cuenten como se sienten. hay que verlos y lo hicimos», explica Alicia Armentia, jefa de la especialidad en el RíoHortega.
Las visitas al Portal de Sanidad para conocer los niveles de polen ascendieron en 2020 a 151.598 de toda la comunidad y los mensajes SMS para informar sobre los mismos sumaron 258.280.Los meses de mayo, julio y octubre fueron los que registraron más demanda de información.
Además, el Río Hortega puso en marcha hace ahora un año, una aplicación móvil, bautizada como Asmalert, una experiencia piloto en Valladolid que se extenderá a toda la comunidad, que avisa con 24 horas de antelación a las personas con asma grave, de difícil control, del nivel de agresividad de su entorno, es decir, del aire que van a respirar al día siguiente. Según el nivel de alerta, hay un protocolo de intervención que va desde el autocuidado con la medicación prescrita hasta el traslado a urgencias. Asmalert avisó, por ejemplo, hace días de la entrada de aire del Sahara que influye en estos enfermos.
Los alérgicos aumentan cada año,Castilla y León ya registra 600.000 personas hipersensibles. No solo en primavera por la reacción al polen –fundamentalmente a las gramíneas seguidos en orden decreciente por alergia al olivo, arizónica, plátano de sombra, salsola y parietaria–, sino a otros alérgenos ambientales y muchos también por los alimentos.
En los últimos diez años se ha duplicado el porcentaje de hipersensibles a los pólenes más alergénicos. Las gramíneas han pasado del 35% al 74%, la arizónica del 9% al 23%, el plátano de sombra y la salsola del 7% al 14% y el olivo del 30% al 52%. La causa parece hallarse en el efecto de la contaminación y el cambio climático sobre los pólenes.
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