El PSOE autonómico martillea la cuña una y otra vez. Aprovecha la fisura que parece existir entre PP y Vox, con Santiago Abascal anunciando una ruptura de relaciones más simbólica que real, e insiste con un discurso apocalíptico sobre el futuro del tándem de Gobierno en Castilla y León ... . «El tercer consejo y el más importante que les voy a dar a ustedes, señorías de Vox, es que esta semana y la que viene tengan puesta la radio. Lo digo porque llegando estas fechas el señor Fernández Mañueco tiene el gentil detalle de mandar a sus socios de Gobierno no un aguinaldo, sino el finiquito. Tengan cuidado, que acabarán en el grupo mixto», les lanzaba Patricia Gómez Urbán (PSOE) desde la tribuna de las Cortes este miércoles.
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Y abundaba su compañero Ángel Hernández: «Estoy deseando o que el señor Mañueco convoque pronto elecciones, que seguro que lo va a hacer, porque respeto profundamente a sus votantes y voy a intentar convencerles de que no les voten a ustedes». Y de paso, un nuevo intento de los socialistas de que las Cortes reprueben a Juan García-Gallardo y a Mariano Veganzones, miembros de Vox en el Gobierno. Reprobación que coincide en el tiempo con la que el PSOE de la Comunidad Valenciana ha pedido para el vicepresidente de Vox de allí, Vicente Barrera. Y Pedro Herrero, portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Valladolid, ofreciéndose al alcalde Jesús Julio Carnero para que pueda gobernar en minoría sin los tres concejales de Vox.
¿Hay algo detrás de estos martillazos? Parece que no, a juzgar por lo que dicen públicamente PP y Vox. «Somos un Gobierno eficiente», ha repetido Alfonso Fernández Mañueco, presidente de la Junta (PP). Carlos Menéndez (Vox) alardeaba de los logros de ambos partidos, incluyendo en esos logros hasta las proposiciones no de ley aprobadas en las Cortes, cuyo alcance suele ser bastante limitado. «En este parlamento autonómico, si quitamos el relato que el PSOE intenta imponer de ruido, crispación, bulos y polémica, el resultado es la aprobación de estas iniciativas instadas por Vox y en alguna ocasión de la mano de nuestros socios de Gobierno, el PP».
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Susana Escribano
Cristina Cándido
Fuentes de Vox aseguran que la ruptura de relaciones anunciada por su jefe de filas en Madrid no tiene, de facto, traslación a los gobiernos autonómicos ni municipales. Que incluso ha habido una llamada a la calma, a seguir trabajando en la misma línea pase lo que pase en el ámbito nacional. Los de Juan García-Gallardo son conscientes plenamente de la situación y de los antecedentes. Ya hace meses que fuentes del partido comentaban en los pasillos de las Cortes que conocen sobradamente lo ocurrido con el último socio del PP, Ciudadanos, del que solo ha sobrevivido como procurador Francisco Igea. «Contemplamos todos los posibles escenarios», decían. Pero no está en manos de Vox decidir qué va a ocurrir. Es Alfonso Fernández Mañueco, como presidente, quien tiene la potestad de destituir a sus socios de Gobierno y tratar de gobernar en minoría o de convocar nuevas elecciones.
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El calendario de 2024 es goloso. Urnas en Galicia, que deberían ponerse en julio pero que algunos medios gallegos ya sitúan, con un adelanto técnico, en marzo. Lo mismo ocurre en el País Vasco, en unas elecciones autonómicas con PNV y Bildu en lucha por liderar el Ejecutivo y con nuevas caras al frente de las listas de ambas formaciones, sin Íñigo Urkullu ni Arnaldo Otegi. Y hay una fecha clara que es la de las elecciones europeas, el domingo 9 de junio.
Hay quien cree que Mañueco podría aprovechar esa ola para romper el Gobierno y convocar elecciones, garantizándose así ser el candidato del PP y optando a una mayoría más cómoda que le permita prescindir de Vox. Y también hay quien mira un poco más allá. A primeros de 2025 o quizá finales de 2024, cuando se celebrarán las elecciones autonómicas en Cataluña. Un momento idóneo para eludir el foco nacional, que tan patente fue en el anticipo electoral de 2022. Y con un adelanto que sería casi una maniobra técnica, a poco más de un año de la convocatoria ordinaria de elecciones, que debería ser en febrero de 2026.
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¿Y el relato? Pues muchas voces en el PP estiman que sería más sencillo de hilvanar que el que se creó contra Ciudadanos, partido que se erigió en el rostro contra la pandemia con el papel de Francisco Igea como portavoz y de Verónica Casado como consejera de Sanidad. Con Ciudadanos se usó primero la discrepancia por la reorganización de la sanidad rural y después se recurrió a la posibilidad de otra moción de censura del PSOE con apoyo de tránsfugas de Ciudadanos. Con Vox hay hartazgo en algunos sectores por lo que suponen los órdagos más osados de Juan García-Gallardo o las dificultades que supone apaciguar a sindicatos y patronal mientras Mariano Veganzones mantenga sus políticas restrictivas y su dialéctica contra los agentes del Diálogo Social.
Por de pronto, la negociación de los presupuestos será una buena piedra de toque para saber cómo camina la relación entre ambos socios de Gobierno. El trámite comenzará, a pleno rendimiento, en 2024. Y después de un mes de enero habilitado para tratar varias iniciativas legislativas en las Cortes. Con el presupuesto aprobado, presumiblemente a finales del primer trimestre, Mañueco volverá a tener manos libres para actuar conforme a su criterio, con atención a la clave nacional, a los augurios de la demoscopia –que el PP autonómico estudia siempre con detenimiento– y a un calendario electoral que brinda ocasión tras ocasión para sacar a pasear las urnas si el contexto lo aconseja.
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