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Una población rural duplicada en verano pone a prueba la atención sanitariaLos pueblos son el refugio del verano. De los que trabajan en la ciudad en la misma comunidad un largo invierno y sueñan con este ... remanso de paz y de los que vuelven a casa en época estival a disfrutar de las vacaciones tras un largo curso escolar o el trabajo logrado fuera de las fronteras de Castilla y León, algo muy habitual en una autonomía vaciada. Y sobre todo en fechas de fiestas, muy habituales en estos meses de calor, donde las charangas, el baile y a veces los festejos taurinos llenan de más vida aún toda una semana en el campo.
El río, los paseos... los chiringuitos que se abren junto a las playas fluviales pantanos... Y la demanda se dispara. De todo. Comercios, farmacias, tiendas ambulantes, bares y restaurantes o casas rurales hacen su, nunca mejor nombrado, agosto. El atractivo de las zonas rurales, lejos del asfalto y con temperaturas más amables en plena naturaleza, amigos y familia es indudable. Y genera riqueza en zonas muy necesitadas; en todo menos en la asistencia sanitaria.
La atención de Sacyl se ve desbordada. Totalmente aprisionada por una alta demanda que, además, nunca está bien prevista ni gestionada porque además de la falta de recursos, las cuentas tienen su dificultad. Esta población flotante reclama más servicios y más asistencia médica. Y la forma más correcta de retornar durante días al pueblo sería la de solicitar la tarjeta de desplazado; pero tal trámite se realiza muy poco en comparación con al cifra real de veraneantes estacionales que dispara la densidad población casi de un día para otro porque el tramite así lo permite. La atención de urgencias no necesita más que la tarjeta sanitaria habitual, cada uno la de su comunidad, porque obviamente este tipo e asistencia es de obligada atención. Y son más los crónicos los que se molestan en sacar la tarjeta 'provisional' para el veraneo; pero, incluso, en estos casos es muy habitual haberse provisto con antelación en el propio centro de salud de la medicación adecuada para pasar estos meses y más ahora con la receta electrónica, o hacerlo sobre la marcha vía telefónica en consulta no presencial.
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Por ello, no muchos pacientes sienten la necesidad de formalizar su estancia sanitaria en un nuevo municipio y menos si viven en una ciudad cercana el resto del año. De ahí, que las cifras reales de población flotante no las revele el dato de las tarjetas sanitarias de desplazados. Aún así, las mismas anuncian un considerable incremento en la época estival. Si en este mes de abril pasado solamente había en toda la comunidad 3.271 activas por desplazamiento o, incluso, en marzo –mes de la Semana Santa– se registraron 6.775 en funcionamiento en Castilla y León, la época estival dispara estas cifras. El del presente verano está por ver, Sacyl aún no tiene cifras; pero cabe prever una repetición del incremento que cada año experimentan los municipios rurales. En julio de 2023 se elevaron estas tarjetas para la asistencia a 58.243 nuevas y en agosto cedió algo el número pero había una sobrecarga asistencial de 55.147. Supone multiplicar el dato de desplazados con tarjeta sanitaria comparado con un mes normal, como abril, por 17. Cabe pensar que en una buena parte son usuarios que prevén un uso de la misma, es decir, una consulta al menos. Otros solamente por precaución. También hay muchos castellanos y leoneses que se marchan. Alrededor de 20.000 usuarios de Sacyl se sacan una tarjeta de desplazamiento en otra comunidad cada verano. Pero entra más carga de la que sale en las zonas rurales.
Es esta una cifra que está muy lejos del dato que aporta el Ministerio de Política Territorial de la Encuesta de Infraestructuras y Equipamientos locales. En la misma establece que el habitual padrón rural se dispara estacionalmente. Castilla y León tiene un padrón rural de 1.106.758 habitantes repartidos en 2.224 municipios de menos de 10.000 habitantes, que representan el 43,55% de la población total de la comunidad. Pues bien, en las épocas de máximo pico como es el verano alcanza los 2.110.623, es decir más de un millón de veraneantes a mayores, un 47,56% más de población. En Valladolid crece el 63% hasta los 355.292.
El reparto es muy desigual, mientras hay zonas con un crecimiento más leve, otras como el Valle de Tobalina el de Valdebezana o Sedano en Burgos ven aumentar entre el 80% y el 90% su población habitual. Sacramenia, en Segovia, un 93%; Sanabria en Zamora, un 73% o Berlanga de Duero, en Soria, un 64% o un 90% el Barco de Ávila.
De tal forma que las tarjetas de desplazados sanitarias muestran que la población que llega de otras comunidades se triplica, y más. Pero esto no contabiliza ni los que salen de la ciudad para ir a su pueblo en la misma provincia o, incluso dentro de la misma región no se saca tarjeta de desplazado, ni los que no la solicitan. Cruzando los datos ministeriales de población máxima estacional con los de la Consejería de Sanidad cabe calcular que solamente un 6% realiza este trámite de ponerse como paciente en una nueva localidad de forma temporal. Así que las ciudades adelgazan su demanda pero los pueblos se desbordan.
Y ¿de dónde llegan los veraneantes? Pues la Comunidad de Madrid y el País Vasco aportan los grandes números en tarjetas de desplazados. De la primera, tomando datos del pasado verano, Castilla y León atrae a 29.150 veraneantes en julio y un poco menos, 24.433 en agosto. Y Euskadi aporta igual cada mes, algo más de 13.000. Bajan luego los visitantes a los 6.900 y 5.500 cada mes estival que proceden de Cataluña y sobre los 3.300 llegan de Asturias; le siguen Andalucía, Aragón y la Comunidad Valenciana sin superar los 1.900 y el resto se reparte entre todas las comunidades; incluso de Ceuta y Melilla, aunque pocos , rondando el centenar, aportan demanda asistencial nueva.
Hace años, los planes de contingencia veraniegos de Sacyl no solamente sustituían al personal sanitario, incluidos médicos, sino que en ciertas zonas, y fechas sobre todo en fiestas, reforzaban estos equipos. Ahora la conocida carencia de recursos dibuja un panorama en mínimos.
No obstante, Sacyl anuncia que «todos los centros asistenciales de Castilla y León permanecerán abiertos este año en verano»; aunque no descarta «cierres puntuales», tal y como reconoció el consejero de Sanidad, Alejandro Vázquez. El titular autonómico, que en declaraciones posteriores al Consejo Interterritorial de Salud celebrado el pasado 14 de junio, apuntó a que la responsabilidad es de la ministra del ramo, Mónica García, se «va a llevar la culpabilidad de todo lo que va a ocurrir este verano» al finalizar un encuentro entre comunidades y el Gobierno central sin «ninguna solución para el problema de Estado que es la falta de profesionales médicos».
El plan estival de Sacyl contempla, no obstante, transporte a la demanda «gratuito» para derivar a pacientes en los casos «puntuales y sobrevenidos» en los que no se pueda ofrecer atención sanitaria. La Junta prevé una inversión cercana a los 30 millones para contratos de profesionales, en el ámbito de la enfermería, celadores y auxiliares, entre otras categorías, y que rondarán los 2.000 profesionales entre Atención Primaria y Hospitalaria. Un plan que completa el cierre de 459 camas en los hospitales de la comunidad.
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Alberto Echaluce Orozco y Javier Medrano
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