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El plan europeo contra los aranceles de Trump: más impacto en consumidores que en empresasLa batalla comercial iniciada por el presidente de Estados Unidos desde que accedió por segunda vez al poder, el pasado enero, ha sumado un nuevo ... capítulo este miércoles con la respuesta de la UE. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha presentado un contundente paquete de medidas dirigido a contrarrestar los aranceles de Trump desde la convicción de que «son malos para el negocio y para los consumidores, traen incertidumbre y ponen en riesgo los empleos».
Coincidiendo con la entrada en vigor este miércoles del gravamen del 25% al aluminio y al acero impuesto por EE UU a nuestro continente, Bruselas ha dado luz verde a un plan por valor de 26.000 millones de euros que encarece determinadas mercancías y manufacturas que compramos al otro lado del Atlántico. Aún es pronto para saber cuál será su impacto concreto, puesto que se aplicará en dos fases a partir del 1 de abril, pero parece evidente que no solo tendrá efecto más allá de nuestras fronteras sino también en nuestros bolsillos.
Es la advertencia que hace el decano de la Facultad de Comercio y Relaciones Laborales de la Universidad de Valladolid (UVA), José Antonio Salvador Insúa, que asegura que «una guerra arancelaria siempre genera incrementos de costes de producción y genera inflación, igual que le va a pasar a Estados Unidos», porque «al tener que comprar cosas más caras que luego utilizan como materia prima» a las empresas no les queda otra que elevar los precios. Teniendo en cuenta que «nosotros consumimos productos fabricados en toda España y en toda Europa», lo lógico es que «la subida repercuta dentro Europa y acabe repercutiendo en el consumidor de Castilla y León», resume.
Entre los artículos que se verán más perjudicados el experto menciona los medicamentos, «porque muchos principios activos vienen de EE UU y nos van a salir más caros», y a esto se suma que «de los productos farmacéuticos que se fabrican en Castilla y León consumimos poco, consumimos más los que se fabrican en otros países». En general José Antonio Salvador Insúa cifra en «como mucho en un 40% y no creo que llegue» el peso de los bienes generados en la comunidad autónoma que entran en nuestra cesta de la compra, que limita a «la comida y poco más». El resto, insiste, procede de otras autonomías u otros territorios de la UE.
Otra cosa es el efecto que puedan tener las represalias adoptadas por la UE en las empresas de la comunidad, si bien a priori parece limitado. La Comisión ha publicado un exhaustivo listado con los productos que podrían verse afectados por su penalización. Si esa tabla de 99 páginas de extensión se cruza con el desglose de las importaciones autonómicas a Estados Unidos que maneja la Consejería de Economía y Hacienda de la Junta, el resultado son solo tres coincidencias: las judías, el caucho sintético y la pasta química de madera.
Esta última se utiliza para elaborar artículos absorbentes como los pañales, según precisa el Instituto para la Competitividad Empresarial de Castilla y León (Icecyl). Es precisamente a lo que se dedica Drylock en Segovia, pero fuentes de la compañía precisan que el hecho de que pueda encarecerse «no nos afecta en absoluto porque la traemos de Escandinavia». La pasta química de madera también se emplea para hacer cartón, la actividad que ocupa a la factoría de Hinojosa Packaging en Aldeamayor de San Martín (Valladolid). Una compañía que tampoco se surte de este material en EEUU porque «trabajamos solo con papel reciclado que procesamos en nuestras propias plantas», indican.
En el caso de las alubias, la estadística del Icecyl pone de manifiesto que las compras de esta legumbre al país de Donald Trump –junto con las de garbanzos– han caído casi el 25% en un lustro. En la actualidad «vienen de Sudamérica, fundamentalmente», según refiere el decano de la Facultad de Comercio de la UVA. Asimismo, está por ver en qué se notan los aranceles al caucho, teniendo en cuenta que un gigante del sector de los neumáticos como Michelin, con dos factorías en la región –en Valladolid y Aranda de Duero– considera prematuro detallar si habrá consecuencias en el abastecimiento y la inversión. Máxime teniendo en cuenta su «fuerte presencia industrial en América del Norte, con 35 plantas» repartidas entre Canadá y Estados Unidos que surten a aquellos mercados.
Cabe recordar, por otra parte, que Castilla y León tiene un superávit comercial de 274 millones con la potencia económica americana. El valor de las importaciones de la comunidad a EE UU ascendió a 346,8 millones de euros el año pasado, el 10,4% más que en 2023 y el 54,28% por encima de las de 2020, pero en ese mismo periodo las exportaciones se dispararon el 52,07% hasta alcanzar los 620,7 millones. Esta cuantía representa únicamente el 2,9% de todo lo que vendieron en el exterior las empresas de la región, para las que es el décimo cliente.
El ranking de lo que adquiere Castilla y León allí está encabezado por los microcomponentes de uranio y plutonio enriquecido, por un importe de 106,1 millones de euros en 2024. En segundo lugar pero a mucha distancia figuran los medicamentos, con 25,1 millones, y el bronce es para la mencionada pasta química de madera, con otros 23,1. El resto, más allá de las mercancías ya citadas, se reparte entre artículos tan variopintos como los despedicios y desechos eléctricos y electrónicos, las municiones de guerra, las castañas y nueces o los aparatos de ortopedia.
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Alberto Echaluce Orozco y Javier Medrano
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