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En el 'New York Times' no había esta vez una foto de Donald Trump. Había un mapa. Cuajadito de puntos rojos más o menos grandes, tremendos en el este de Estados Unidos y menos intensos por ahora en el Oeste. Debajo, un titular decía: «Las ... enfermeras mueren, los doctores caen enfermos y el pánico crece en la primera línea de defensa contra el virus». El coronavirus alcanza ya a 177 países, según la Universidad Johns Hopkins. Cada vez más cerca del pleno. Cada vez más empeñado en reordenar un mundo que ya ha confinado en sus casas a un tercio de la humanidad. Una cifra que aumenta conforme avanza la pandemia y se muestra con toda su crudeza, obligando a imponer restricciones cada vez mayores.
Coronavirus en Castilla y León
Antonio G. Encinas
Castilla y León se sumó hoy, inicio de la tercera semana de paralización nacional, al reconfinamiento. A la sobreparálisis. Las obras de los nuevos edificios de viviendas que se erguirán junto al Centro de Salud de Parquesol se acabaron por ahora. Como las del túnel de Andrómeda, en Pilarica. Y las del AVE aquí y allá, o la circunvalación de Segovia, que tenía previsto estrenarse en primavera.
El cierre de la actividad no esencial, aunque esta definición deja fuera un amplísimo margen en estos tiempos de pandemia, empujó al sedentarismo a una nueva legión de trabajadores que se encontraron con que el Boletín Oficial del Estado les declaraba, a última hora de la noche del domingo, no esenciales para la supervivencia en esta época convulsa. Así, quienes se han pasado las dos primeras semanas de reclusión forzosa saliendo de casa para ir al trabajo tendrán que pasar a este nuevo régimen hogareño a tiempo completo. ¿Y cuánto supone eso? Pues por poner un ejemplo, según el Instituto Nacional de Estadística en el último trimestre de 2019 había en Castilla y León 67.500 trabajadores en el sector de la construcción. Si hace una semana el tráfico en Valladolid capital se había reducido un 70%, esta segunda oleada de freno laboral e industrial apurará un poco más el porcentaje, hasta cifras inimaginables hace pocos meses.
Los plazos empiezan a mostrarse tan elásticos como podía esperarse. Cumplidas las dos semanas del estado de alarma primigenio, se inician las dos siguientes sin visos de cuándo se amortiguará la reclusión. Y mientras se espera que llegue el famoso «pico de la curva», los sistemas sanitarios empiezan a aproximarse a su nivel de colapso. En Castilla y León, señalaba la consejera Verónica Casado, las UCI están al 80%. Solo que no hablaba de las UCI como tales, sino de las que denomina UCI extendidas. Esto es, de casos como el del hospital comarcal de Medina del Campo. «En los hospitales Santiago Apóstol, Santos Reyes y de Medina del Campo no existen unidades de UCI ni de atención a pacientes críticos», observaba una anotación en los datos estadísticos de la Junta, que días atrás justificaban así el «0» que habitualmente acompañaba al reparto de los ingresados en UCI por hospital en esos casos. Hoy, sin embargo, aparecía un «1» en Medina del Campo. No en los otros. «Medina del Campo tenía REA, se ha convertido en una UCI, tiene habilitados cinco respiradores para COVID-19 y uno reservado para pacientes postquirúrgicos, y tres puestos más sin respirador», explicó la consejera de Sanidad.
Los expertos
Doménico Chiappe
Lo mismo que ocurre con el hospital medinense sucede ya en todos los hospitales de la comunidad autónoma. Las UCI se han expandido hasta copar todas aquellas zonas que son susceptibles de transformarse en UCI. Datadista utilizaba los datos de camas por comunidades, publicados en 2017 por el Ministerio de Sanidad -y no actualizado desde entonces- para situar a Castilla y León entre las nueve comunidades que han rebasado el 100% de saturación en las Unidades de Cuidados Intensivos. El plan de contingencia puesto en marcha por la Consejería de Sanidad ha permitido ampliar el margen, hasta el punto de que, según Casado, las UCI de Castilla y León están en el 80%. Pero la información de Datadista permite comprobar qué podría haber pasado con una pandemia que ha desbordado cualquier previsión.
Así, los hospitales 'mayores' empiezan a recibir pacientes UCI de hospitales más pequeños. Burgos acogió el domingo a su primer enfermo de Soria. No será el último. Y los de Valladolid comenzarán a servir, seguro, para desahogar a Segovia, por ejemplo. «Estamos trabajando en red», explicaba la consejera de Sanidad. No cabe otra, como han empezado a asumir algunas comunidades autónomas que han repartido recursos y materiales con Madrid, caso de Andalucía, Galicia o Extremadura. La extensión de Castilla y León y la incidencia de la enfermedad hace que la solidaridad, aquí, tenga que activarse entre provincias propias. «Vamos a seguir así para poder ayudar a los que tienen más problemas. Nos colapsaremos cuando lleguemos al tope de las UCI extendidas, aquellas camas que están fuera de las UCI clásicas. Y no lo hemos alcanzado aún», trataba de tranquilizar Verónica Casado. «Es importante el trabajo con diferentes dispositivos como el hospital construido en la Feria de Valladolid. Pensamos que todavía tenemos tiempo y el porcentaje de ingresos se está aplanando un poquito», señalaba.
Consejos y recomendaciones
Carmen Barreiro
Así que el reconfinamiento tiene que unirse a los primeros resultados del primer confinamiento, que diría Groucho Marx, para que la curva mantenga la distancia con la línea de saturación del sistema sanitario.
«Partido a partido», decía ayer Casado imbuida del 'cholismo' atlético, pero no es cierto. En realidad, la Consejería trabaja con escenarios desde el primer día. Por eso se activó el plan de contingencia que ha evitado el colapso de las UCI y por eso se quiere anticipar tratamientos para que los casos leves no deriven en graves.
El modo en que el virus se ha expandido, en oleada, ha llevado a una situación desigual. Mientras unos países están en la cresta, prontos a romper ya contra la costa, otros comienzan el 'crescendo' de casos y muertes. Algunos, como Reino Unido, tras una obcecación inicial a la que han seguido medidas restrictivas muy paulatinas. Otros, como México o Brasil, atemorizados por la inacción de sus dirigentes. Y Estados Unidos, comprobando que una crisis sanitaria puede hacer tambalearse a toda una potencia mundial. La salida, queda claro, no será al unísono ni será limpia, sino progresiva y lenta. Y comenzará por acabar el reconfinamiento, luego el confinamiento y a partir de ahí, lo que venga.
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