Que el tramo final del año viene con curvas en lo económico es algo que no puede pillar por sorpresa a nadie. Son tantas las señales y afectan a tantos ámbitos que cada vez va calando más la idea de que ya no hay incertidumbre, ... sino que hay que prepararse para algo malo, sino peor. Atacan los precios, no están a su altura los salarios, el PIB se frena, la automoción de la que tanto depende esta región no arranca... Da igual que -como asegura el Gobierno- no haya riesgo de cortes en el gas, porque cualquiera se atreve a encenderlo.
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Lo que viene en otoño ya está avisado. Las empresas lo resumen así: ayudas que impulsen la actividad y contengan la inflación o desaparición de miles de empresas de la comunidad, pequeñísimas casi todas. Los sindicatos son incluso más concisos: salario o conflicto. La Junta también ha emitido su advertencia: el PIB ha crecido en el primer y segundo trimestres del año pero en los restantes no lo hará igual. El sector agrario sufre más de lo habitual por la sequía; el industrial, por la escasez y encarecimiento de las materias primas; el sector servicios no puede ir bien si los demás no van bien y la construcción, robusta en el pasado reciente, ya da síntomas de verse también afectada. Y todos, sectores productivos y ciudadanos, soportando unos precios de la energía que contagian a toda la cadena de productos, desde el pan a la vivienda, pasando por los coches.
Con el panorama que se presenta, los únicos que parecen tener cierta tranquilidad garantizada es un colectivo del que, por otra parte, Castilla y León no anda precisamente escasa. Los pensionistas cuentan con la promesa del Gobierno de que sus prestaciones subirán lo mismo que los precios.
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La comunidad, sin embargo, afronta el otoño con sus puntos flacos tradicionales desde el lado económico. Los salarios, un 10% inferiores a la media española; las subidas de los convenios, medio punto por debajo y encima, ahora, el incremento de los precios en el 12%, más de un punto sobre el que soporta el conjunto de España.
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Los expertos han desempolvado un término que quienes conocen no quieren oír: estanflación. Es un compuesto de dos de los peores males que puede sufrir una economía, el estancamiento en el crecimiento y una subida exagerada de la inflación. Castilla y León, lo dijo el director del servicio de estudios de los economistas de la región, «está ante una situación de emergencia económica que ya se está convirtiendo en emergencia social para los más vulnerables»
Así las cosas, CC OO y UGT aseguran que si la patronal autonómica sigue «mirando para otro lado y no firma ni un acuerdo con subida salarial justa», recuperarán «alguna de las viejas pero vigentes herramientas de acción sindical». CEOE se agarra a que no hay acuerdo de negociación colectiva nacional y, por tanto, cada empresa debe hacer lo que pueda, que previsiblemente será poco.
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Y como telón de fondo, una guinda para este pastel. El diálogo social que brillaba con luz propia en Castilla y León y se traducía en paz social y consenso entre Junta, patronal y sindicatos respecto a cómo debían ser y a quienes se debían dirigir las políticas de empleo, vivienda, familia, servicios sociales, etc. ya no es lo que era. Las consejerías del PP lo mantienen, pero la de Vox lo ha hecho saltar en pedazos, cosechando tanto rechazo por parte de los sindicatos como de la patronal. La consejería de Vox es Industria, Comercio y Empleo. Hasta este momento, Castilla y León presenta una tasa de paro dos puntos inferior a la media del conjunto de España.
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