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La Ley de Concordia: del discurso sin público al marxismo de Mañueco
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La Ley de Concordia: del discurso sin público al marxismo de MañuecoHabló Juan García-Gallardo y al fondo, en la bancada azul, nadie le escuchaba. Ni Alfonso Fernández Mañueco, ni Isabel Blanco, ni Carlos Fernández Carriedo, ... ni Leticia García. Ni siquiera Luis Miguel González Gago, que fue quien «culminó la negociación por parte del PP» de la proposición de ley de concordia. Por no estar, ni siquiera estaba el vicepresidente de la Mesa de las Cortes, Francisco Vázquez. Ni el nuevo portavoz, Ricardo Gavilanes. De los 31 procuradores del PP en el hemiciclo, solo 17 escucharon las palabras del ahora ex vicepresidente.
La cosa fue de pinzas. Vox insiste en que la pinza la forman PP y PSOE: los procuradores de Juan García-Gallardo aplaudieron con ganas y risas el parecido que el ex vicepresidente le sacó a Mañueco con Pedro Sánchez. «¿Esta es la concepción que tiene el PP sobre la democracia parlamentaria? El parecido con el PSOE de Sánchez es cada día más lamentable». Para el PP, la pinza es la del PSOE con Vox e incluso con Francisco Igea. ¿Qué argumento podría utilizar? Pues que tanto Luis Tudanca como Juan García-Gallardo calificaron a Alfonso Fernández Mañueco como marxista. No como derivada de Karl, sino de Groucho. «El PP es así, estos son mis principios y si no les gusta, tengo otros», dijo el de Vox. «Mañueco es marxista como Groucho Marx, como usted ha citado», le reconoció el del PSOE.
Porque Tudanca sí estaba presente mientras hablaba Gallardo. Le tocaba replicar. «Le deja solo esa derechita cobarde», le advirtió al ex vicepresidente. El del PSOE jugó al 'ya se lo dije' y al vaticinio. Primero recordó que ya son dos los ex vicepresidentes caídos de cuerpo presente en el parlamento autonómico. Y no descartó -vuelta a la teoría del grouchomarxismo- que pueda haber un tercer matrimonio. «¿Mis principios? Depende, de según quién me haga presidente, todo depende», recitó, a lo Pau Donés pero sin entonar. Del mismo modo, auguró una futura vían profesional para el hoy presidente de las Cortes, Carlos Pollán (Vox): «Cuídese de los idus de marzo [señor Gallardo], el señor Pollán puede acabar como delegado del corredor Atlántico, del Duero o lo que sea». Y no es que se estuviera acordando de su predecesor Luis Fuentes, el otrora de Ciudadanos, no.
Tudanca admitió que la caída en desgracia de Gallardo le reconforta en cierto modo. Y Gallardo mantuvo el tono, aunque fuera a costa de tomar aire. Cuando Pollán le dio paso a su dúplica se lo tomó con calma: recogió papeles, colocó la carpetilla, agarró el bolígrafo... Dijo lo que había venido a decir y recibió el aplauso, puestos en pie y con David Hierro como enfervorecido líder de la claque, de los nueve procuradores de la bancada. Fátima Pinacho y Carlos Pollán no pueden aplaudir a lo fan-boys porque están en la Mesa y faltaba Javier Carrera, ausente de la sesión por enfermedad.
Francisco Vázquez, Isabel Blanco y Carlos Fernández Carriedo entraron a tiempo de escuchar a Luis Mariano Santos (UPL). Luego llegó el turno del PP, ya con todos en disposición de escuchar. Y el turno de intervenir fue para... Óscar Reguera. No para Raúl de la Hoz, firmante de la proposición de ley registrada hace unos meses por PP y Vox. No su sucesor, Ricardo Gavilanes. Reguera. «¡Vaya papelón!», soltó Francisco Igea desde su escaño. «¡Vaya papelón!», repitió después, cuando Reguera trató de argumentar que lo del PSOE y Vox es una pinza. Un argumento que tiene más que ver con los debates de presupuestos que vendrán que con la votación antagónica de este miércoles, cuando Vox votó a favor de tramitar la ley y el PSOE, como el PP y todo el resto del hemiciclo, votó en contra.
El patio se alborotó un poco, así que Carlos Pollán llamó al orden a Francisco Igea -por lo del papelón- y a su compañero de partido Miguel Suárez, que respondió con lo que un millenial considera un emoji brusco, pulgar hacia arriba. Después de que Reguera se enroscara un poco con los símiles sobre el matrimonio, las relaciones y la pasión política, a Pablo Fernández (Podemos) le salió un «¡y todo esto sin follar!» que levantó las carcajadas a su alrededor, especialmente de un Pedro Pascual (Por Ávila) que se desternillaba en su escaño. Acabada la votación, el PSOE prorrumpió en aplausos y se les sumaron Igea y el propio Pablo Fernández. ¡He ahí la prueba de la pinza!, pensaron Hierro y Gallardo, que le señalaban con vehemencia a Reguera esos aplausos como demostración de que su voto en contra, el del PP, había alegrado a los socialistas. Ergo pinza PPPSOE, vaya.
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