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Un Villalar de tres temperaturas. A las 8 de la mañana, la del gradito bajo cero y su poquito de escarcha en el parabrisas, hora ... en que el PP se adueñó de la Plaza Mayor de la localidad con Alfonso Fernández Mañueco en visita institucional fugaz. A mediodía, cerca ya de los 10º, turno para la izquierda en sus diferentes acepciones. La de Podemos e Izquierda Unida reivindicándose como «fuerzas del cambio» y la del PSOE regodeándose ministros en ristre de su prórroga en el Gobierno. Y en León, mientras, termómetro caldeado cuando los leonesistas reaccionaron ante la presunta fiesta de la presunta comunidad autónoma que los representa a su pesar. Tensión, amago de incidentes y fin de la fiesta institucional antes de lo previsto. «Sobre lo que se ha organizado, deberemos hacer una reflexión y un análisis de cómo podemos mejorar la celebración», había dicho Mañueco al amanecer. No había llegado el ocaso y el programa festivo que anunció Luis Miguel González Gago ya había mostrado sus flaquezas.
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El PP, campeón electoral en el territorio en 2022 (autonómicas) y en 2023 (municipales y generales) se convierte, llegado Villalar, en un partido al contragolpe. Disciplinados como siempre, los cargos de Valladolid y provincia recibieron un mensaje el día anterior: a las 8 de la mañana, en Villalar, con el presidente. Mañueco tenía la excusa idónea que ya exhibieron antes los populares en madrugones similares: acudir a la entrega de un premio Cervantes a un castellano y leonés, esta vez Luis Mateo Díez.
No faltó nadie. Consejeros, alcaldes (incluido Jesús Julio Carnero), diputados provinciales, concejales. Cada uno en su coche. Al toque de corneta, escaramuza. Mañueco firmó en el libro del Ayuntamiento: «Es un honor visitar Villalar de los Comuneros en el Día de Castilla y León. Hoy más que nunca quiero reivindicar ese espíritu comunero de libertad, igualdad, de reparto equilibrado del ejercicio del poder público. Villalar, hoy, se convierte en el epicentro de Castilla y León, tierra histórica y con futuro y modernidad». Habló de entender «todas las reivindicaciones», de «mirar hacia el futuro» desde la historia y de que cara a 2030, cuando se cumplirán 800 años «de vida en común de León y Castilla», habrá que reflexionar «sobre la historia, pero no para levantar fronteras sino para todo lo contrario». Una visita y un saludo al alcalde histórico de la localidad, Félix Calvo, y a Madrid. En cinco minutos, cualquier rastro del PP había desaparecido.
Antes de eso ya no había rastro de Vox. Que es quien preside el Parlamento y la Fundación Castilla y León, quien debería velar por dotar de contenido y recursos a la fiesta de la comunidad. Pero también, ahí su paradoja, quien se declara antiautonomista y no tiene nada que celebrar. Carlos Pollán, leonés, abrió las Cortes a las visitas a las 10:30 y luego mantuvo su agenda. David Hierro, uno de los portavoces de la formación, felicitó a su presidente por llenar «la campa de las Cortes» hasta los topes y por hacer «del 23 de abril la fiesta de todos».
Aunque ese todos se divide, queda ya claro, en la «campa de las Cortes» y la «campa de Villalar». En la que a medida que subió la temperatura creció la afluencia. 15.000 personas a las dos de la tarde.
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Para entonces, la izquierda había desembarcado con todo el batallón. Que era el mismo de otros años, pero elevados al generalato. Óscar Puente y Ana Redondo, anteayer alcalde y concejala, llegaban como ministros y escoltaron a Luis Tudanca, secretario autonómico. Podemos se trajo a Irene Montero, anteayer ministra, hoy diputada rasa y próximamente, quizá, eurodiputada, acompañada de Pablo Fernández, número 3 en esa lista europea. Izquierda Unida tiró de Sira Rego, que llegó tarde porque un festivo autonómico como este no se tiene en cuenta a la hora de celebrar un Consejo de Ministros.
Este frente de izquierdas, eso sí, tiene grietas. El PSOE avanza a su aire, refrescado por el País Vasco tras el trompazo en Galicia. Podemos mira a Sumar y tira del «mal de muchos» como consuelo y se reivindica como auténtica «fuerza del cambio». «El problema de este país es el bipartidismo», acusa Irene Montero, que atizó al que hace poco era su Gobierno. Y Juan Gascón (IU), que estructuró la candidatura conjunta para las autonómicas con Pablo Fernández (Podemos), hace la misma reivindicación, como fuerza motriz del cambio, pero con una llamada a una unidad impensable hoy: «El cambio no se llama IU ni Sumar ni Podemos, se llama frente unido que hay que construir». Y le preguntaron a Montero por las disputas internas en Sumar: «No hablo de cuestiones internas de otros partidos». Ese partido del que usted me habla.
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«Tienen menos futuro… Si hubiese elecciones generales no sacan ni uno», decía un paisano con pegatina del PSOE al paso de la comitiva de Podemos. Y allí que estaba el PSOE, con Ana Redondo y Luis Tudanca, esperando a que desalojaran la plaza los de Podemos. Metáforas que brinda la realidad.
Óscar Puente y Ana Redondo sacaron el carácter mitinero. Más apaciguado el del ministro porque era el encargado de pronunciar el Canto de Esperanza. Presente desde los 9 años en Villalar, era su primer Villalar como ministro. «No conmemoramos una derrota, sino que celebramos el triunfo de las ideas». Y tiró de antecedentes históricos: Brañosera, la Controversia de Valladolid, la cuna del parlamentarismo en León, la ley perpetua de Ávila como germen de las constituciones. Castilla y León fue el original y la Revolución francesa y la norteamericana fueron copias aumentadas.
«Esta tierra no se ofende por decirles a quienes la gobiernan que la están convirtiendo en un geriátrico a cielo abierto», lanzó. «La verdad, sobre todo cuando es fruto del amor a sus gentes y proviene de uno más de los que aquí han nacido, puede doler, pero nunca puede ofender». Un proceso, el de la geriatrización, «que ya lo decía Delibes, que a Castilla se le había ido humillando, desangrando, desarbolando, poco a poco».
Ana Redondo retomó el testigo, con el tono vehemente de los mítines, y arremetió contra la derecha -la doble derecha, la de PP y Vox-: «Los derechos hay que defenderlos». Y se refirió a los laborales, a los de la memoria histórica, que sirvió de ariete toda la mañana contra la Junta y su Ley de Concordia, y especialmente a la igualdad. «Las mujeres somos mayoría y por tanto la igualdad es nuestro camino. No puede estar en entredicho la violencia de género», dijo tras reivindicar, ante las coronas de los comuneros, las figuras de las comuneras María de Pacheco, Ana Abarca y María Coronel.
Este miércoles será 24 de abril y Castilla y León quedará encastrada entre la resaca del País Vasco y el inicio de la campaña catalana, con las europeas al fondo. PP contra Vox. Sumar en disputa con IU y contra Podemos y todos a por el espacio del PSOE, que quiere ejercer de fuerza absorbente. Y los separatistas de izquierda (ERC y Bildu) y derecha (Junts y PNV), al quite. En política, sigue la vida.
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