La incertidumbre económica y la batalla política anticipan un difícil otoño en Castilla y León

Con las elecciones municipales en mayo, las encuestas marcan las estrategias de los partidos, con muchos candidatos sin definir

Antonio G. Encinas

Valladolid

Domingo, 11 de septiembre 2022, 00:11

El último viernes de fiestas en Valladolid, primer día de cole incrustado en un sandwich festivo, amaneció con niebla. Temprana para estas fechas, como un augurio malaje. Con los pellets a más de 7 euros el saco de 15 kilos que antes costaba entre 4 ... y 5, con el gas a 134,7 euros el MW/h, la luz a 245,93 el MW/h, la gasolina a 1,7 el litro y el euríbor luchando contra la inflación, dice el Banco Central Europeo, a golpe de incremento: ya se sitúa en el 2% en lo que va de septiembre.

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Bienvenidos al otoño.

Y no solo a un otoño económico amenazante, sino al otoño que sigue al año de la sequía dramática, los incendios de récord en Castilla y León y las temperaturas achicharrantes, lo que anuncia, dicen los expertos, una temporada de lluvias torrenciales y, en determinados puntos, peligrosas. Que empieza, según la Agencia Estatal de Meteorología, con tres días de lluvia. Para no demorarla más.

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Es un otoño de cuenta atrás. La que marcan las elecciones municipales y autonómicas de finales de mayo de 2023, que se convierten en un test, un recorrido de pruebas, para las elecciones generales del otoño-invierno de 2023. Para empezar, la reunión de la Ejecutiva autonómica del PP en Segovia, este martes, tendrá poco de reunión organizativa y mucho de cónclave-aquelarre, de demostración de fuerza. Quien quiera ser cabeza de cartel o número de salida en las papeletas electorales tendrá que acudir y dejarse ver. Es el tiempo de las sillas musicales y no caben todos. No solo en el PP. Tampoco en Ciudadanos, en plena refundación y con Francisco Igea en su atalaya de superviviente esperando acontecimientos. En el PSOE, que aspira a revalidar un poder municipal relevante que no le ha servido para acceder al poder autonómico, se acerca el tiempo del siguiente paso tras los tres envites de Luis Tudanca: derrota con 25 escaños, triunfo-derrota con 35 y sin Gobierno y derrota con 28. En Vox, al éxito de las autonómicas de Castilla y León le siguió el tropezón en Andalucía y el inicio de los dimes y diretes en torno a un núcleo duro que hasta la caída de Macarena Olona se antojaba granítico y ahora se percibe permeable como la piedra pómez. Y en Unidas Podemos se espera a Sumar, nombre del que en Castilla y León no hay más que una referencia que llega fugaz, como si fuera un Avant de ida y vuelta, mientras la izquierda se disgrega en siglas aquí y allá. Que si IU en Zamora, Toma la Palabra en Valladolid, Podemos sin cara en demasiados lugares...

Con tantas incertidumbres y con la política nacional enzarzada con el barro de la inflación de fondo, ganarán peso las cosas más terrenales. Esto es, las inauguraciones con corte de cinta y foto previas a las elecciones municipales. Argumentos con los que unos, los socialistas, que gobiernan en cinco capitales, querrán hacer valer la gestión por encima de unas siglas en declive en los sondeos. Mientras los otros, los populares principalmente, atacarán al sanchismo y sus aliados como origen de los males para acrecentar el efecto arrastre de un Alberto Núñez Feijóo que quiere prolongar el estado de gracia obtenido con el triunfo de Juanma Moreno en Andalucía. Será un otoño sin tregua con un invierno que atosigará a golpe de decisión de Putin y una primavera decisiva. Precedido, sí, de una primera niebla prematura.

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