Faustino Temprano (Zamora,1959), el secretario general de la Unión General de Trabajadores (UGT) en Castilla y León, deja este miércoles el cargo en su ciudad natal, sede durante dos días del 9º Congreso regional de la organización. Padre de dos hijos y administrativo ... de profesión, su primera experiencia laboral fue en la construcción, «echando una mano» a unos parientes cercanos durante los veranos de su adolescencia. Con 22 años le picó el gusanillo de la reivindicación sindical, una inquietud que le venía «de familia», y se afilió a UGT. Se estrenó en un puesto de responsabilidad al frente de la Unión Comarcal de Toro y 44 años después se marcha de la primera línea con la satisfacción de dejar un sindicato «unido», el reto de «llegar a las pequeñas empresas» y una advertencia muy seria sobre la importancia de defender el Diálogo Social.
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–¿Por qué lo deja?
–No presentarme a la reelección ha sido una decisión personal. Ya son nueve años como secretario general de la UGT en Castilla y León y antes he estado en otros cargos de la organización, tanto en el ámbito de la comunidad autónoma como de alguna estructura territorial. Creo que hay compañeras y compañeros lo suficientemente preparados y jóvenes que pueden tomar el relevo. Y el otro tema principal es que me jubilo. Eso no quiere decir que vaya a dejar el sindicato. Dejaré todos los cargos orgánicos, pero estaré para lo que me necesiten sin ser ningún estorbo, porque hay que saberse marchar y no molestar.
–Esa renovación pasa por Óscar Lobo, el secretario de Organización, al que ha señalado como la persona idónea para sustituirle. ¿Qué cualidades tiene?
–Primero, conoce la organización internamente en el ámbito de la comunidad. Ha estado y está en órganos de dirección del sindicato, en importantes secretarías, durante bastantes mandatos. En segundo lugar, conoce perfectamente las políticas sindicales a seguir en defensa de los intereses de los trabajadores. En tercer lugar es una persona de mediana edad, por lo tanto joven, y que además estoy convencido de que se rodeará de un equipo de personas que conozcan la organización y que sepan, a través del trabajo, cumplir y dar respuestas a las reivindicaciones de los trabajadores y los ciudadanos en Castilla y León.
–¿Es difícil conseguir que las nuevas generaciones se comprometan con el sindicato a través de la afiliación?
–Tenemos 70.000 personas que mes a mes pagan la cuota de afiliado y se ve un incremento importante de la afiliación en empresas medianas y grandes de sectores importantes. El problema es llegar a las pequeñas, las que no llegan a seis trabajadores, donde realizar la actividad sindical es bastante difícil. Por tanto, la afiliación está subiendo. Un tema distinto es que existe bastante rotación. Hay compañeras y compañeros que se afilian al sindicato porque tienen algún problema determinado y cuando se soluciona se dan de baja. Y no hay que olvidar que el tema de las cotizaciones, de la afiliación, va relacionado con la representación sindical. Representamos lo que somos, y lo que somos se nos mide por las cotizaciones.
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–¿Uno de los retos a futuro es superar a Comisiones?
–UGT tiene una tasa de representación del 35% en Castilla y León. Somos, conjuntamente con CC OO, el sindicato más representativo. Tenemos más de 6.100 delegados de personal, miembros de comités de empresa y de juntas de personal elegidos por los trabajadores. Comisiones Obreras está en torno a un punto y medio por encima de UGT y uno de nuestros objetivos es ser la primera fuerza sindical en Castilla y León.
–Más allá de eso, ¿hay algo que le hubiera gustado conseguir y no ha podido?
–Partimos de que como sindicato de clase somos un instrumento al servicio de los trabajadores, para canalizar sus reivindicaciones y darles solución. Día a día van surgiendo nuevos retos y la cuestión es estar ahí. Dicho esto y aunque es un tema de carácter estatal, me habría gustado que tuviéramos ya la jornada laboral de 37 horas y media, y haber conseguido en todos los convenios colectivos que no hubiera pérdida de poder adquisitivo. No obstante, la labor de uno no tiene ninguna importancia. Esto es un trabajo del conjunto de la organización.
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–Durante el tiempo que ha estado al frente del sindicato ha habido dos presidentes de la Junta y dos modelos de gobierno, en solitario y de coalición. ¿Qué balance hace de cada etapa?
–Hay balance positivo y negativo. Siendo presidente de la Junta Juan Vicente Herrera, apostó al 100% por el Diálogo Social. Fuimos la primera comunidad donde se legisló y está en el Estatuto de Autonomía qué es y cuáles son los órganos de participación y control. A lo largo de estos años se han firmado más de 100 acuerdos que benefician a los trabajadores y al conjunto de los ciudadanos. Acuerdos que se han convertido luego en leyes, que han tenido presupuesto y que han llegado a la gente. Durante la presidencia actual (de Alfonso Fernández Mañueco) los problemas empezaron con el Gobierno de coalición con Ciudadanos y más concretamente con el que era el vicepresidente, el señor Igea, que quiso desnaturalizarlo. En la etapa de Vox hemos tenido todos los problemas del mundo y en esta última (del PP de nuevo en solitario) se está recuperando poco a poco. De cara al futuro queremos que la Ley del Diálogo Social y de regulación de la participación institucional sea reformada para que exista un respeto mutuo, para que cada uno tenga claro lo que es y que se puede avanzar en él. A Castilla y León, tanto en la OIT como en otros organismos internacionales, siempre se nos ha puesto de ejemplo de lo desarrollado que está el Diálogo Social. Hay que protegerlo de los vaivenes de los distintos gobiernos que puedan incidir en él.
–¿Con qué sentimientos afronta la despedida en su ciudad?
–Lo de Zamora es una coincidencia. El anterior congreso le correspondía a la provincia, pero entramos en pandemia y no se pudo realizar. UGT le debía una a los compañeros de Zamora y por eso en vez del octavo congreso celebraremos el noveno. En cuanto al sentimiento, empecé mi actividad sindical siendo muy joven en la comarca de Toro y luego estuve en la Unión Provincial de Zamora, por lo que me acordaré de mis inicios y de mi último cargo como secretario general. Y lo que tengo muy claro es que a mí el sindicato no me debe absolutamente nada, es al revés. Yo le debo todo a la UGT. Sin la UGT no habría sido ni soy absolutamente nada.
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