Frutas de temporada. G. VILLAMIL

Las dietas restrictivas y la biotecnología aumentan las alergias a los alimentos

La hiperreacción al consumo de fruta crece un 34% en diez años y ya en torno al 8% de los niños sufren problemas graves en su dieta

Ana Santiago

Valladolid

Lunes, 22 de mayo 2023, 00:19

No es intolerancia, es alergia. Y la diferencia está entre un malestar digestivo más o menos importante y una fuerte reacción que puede provocar, incluso, la muerte.

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«La alergia alimentaria es una respuesta inmunológica desencadenada por un alimento. Si no se detecta actividad celular ... inflamatoria ni anticuerpos específicos al alimento sospechado, no se puede hablar de alergia sino de una intolerancia», explica la doctora Alicia Armentia, catedrática de Alergología de la Universidad de Valladolid y jefa del servicio en el Río Hortega.

En la actualidad, en Europa –y España no es una excepción– en torno al 2,4% de la población general es alérgica a uno o varios alimentos. Si se trata de niños, aumenta hasta el 6% e, incluso, el 8%. De los más de ocho mil pacientes nuevos que suma cada año el Río Hortega, de referencia para todo Valladolid, el 8% lo es a alimentos, tras el polen y los medicamentos, es la tercera causa de consulta. Y un buen diagnóstico es el primer paso para afrontar un problema de salud que puede llegar a ser gravísimo y limitante. Explica esta experta que ahora «muchas personas se auto-diagnostican de padecer hipersensibilidad a ciertos alimentos, como gluten o leche y deciden, sin consejo médico ni análisis diagnóstico que lo justifique, suprimir un alimento de su dieta. La lactosa, el gluten, ciertos azúcares, son difíciles de digerir, pero nuestro organismo es capaz de procesarlos con sus enzimas digestivos. Si se suprimen, la actividad de las mismas va disminuyendo –lo que no se usa, se atrofia– y llega un momento en el que la persona se aburre de la dieta autoimpuesta y comete una digresión. Así, ese alimento que antes se toleraba, y que ha suprimido por decisión propia, es muy difícil de digerir y provoca síntomas».

Destaca asimismo que «los alimentos destinados a celiacos, una enfermedad que se diagnostica únicamente por biopsia, son caros. Ellos los necesitan, pero la mayoría de la población no. Una vez que se ha creado una restricción del gluten sin un diagnóstico fiable de celiaca, es difícil reintroducirlo sin problemas. Y lo mismo pasa con la leche, el huevo y otros alimentos rescindidos por dietas no pautadas por expertos en Nutrición».

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«Otro problema son las respetables opciones veganas y vegetarianas en la dieta. Los vegetales, ricos en celulosa que no podemos digerir, es una enzima que tienen los rumiantes, pero nosotros no, a veces causan problemas digestivos, pero se consumen por ser fuentes de fibra, vitaminas y glicoproteínas necesarias. Sin embargo, su consumo exclusivo y excesivo no es beneficioso pues estos vegetales son la fuente de la mayoría de los alérgenos que causan alergia alimentaria, que provienen en su mayor parte del reino vegetal».

La doctora Alicia Armentia, catedrática de Alergología de la UVA. Rodrigo Jiménez

«Los cereales, frutos secos y semillas y frutas son el origen de las reacciones alérgicas a alimentos más graves, como la anafilaxia. Como ejemplo, las proteínas transportadoras de lípidos de frutas y semillas, son necesarias en su defensa contra los patógenos (bacterias, virus, hongos, parásitos que tratan de consumirlas). Si las frutas no las tuvieran se dañarían con facilidad. Las semillas serían destruidas en la tierra por hongos, bacterias y artrópodos y la planta no nacería. Como son tan importantes para su supervivencia se expresan ante cualquier ataque y por eso se llaman proteínas de estrés, incluidas como desencadenantes además de la amenaza infecciosa, la climática, como la sequía, el frío, o la ambiental (contaminación, insecticidas y otros tóxicos). El problema para los alérgicos es que estas proteínas de estrés son las más alergénicas y las que causan síntomas digestivos y cutáneos más graves pudiendo acabar con la vida de la persona sensibilizada pues provocan frecuentemente anafilaxia», explica esta especialista.

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La hipersensibilidad a los alimentos va en aumento. En los últimos diez años la alergia a las frutas se ha incrementado en un 34%. La familia de las rosáceas, y en concreto el melocotón, son los causantes del 25,7%. De las reacciones graves provocadas por alimentos en España, el 44,7% son producidas por frutas y semillas, y de ellas el 60% por sensibilización a LTPs (del inglés Lipid Transfer Proteins). Es decir, antifúngicos naturales de las frutas y semillas que las protegen frente a hongos y otros parásitos y que son, a su vez, potentes alérgenos. «Cada vez hay más personas hipersensibles a alimentos y proliferan las dietas restrictivas. Si los humanos llevamos milenios comiendo leche, huevo o fruta, ¿cómo es que, justo ahora, hemos dejado de tolerarlos? –destaca la doctora Armentia–. Muy sencillo: porque no son la misma leche ni los mismos huevos ni las mismas frutas que comieron nuestros abuelos. Ni los mismos que comió nuestra madre, que nos pasó la tolerancia a todo lo que ella ingirió y respiró».

8.000 pacientes nuevos registra cada año Alergología del Río Hortega y el 8% son por alimentos.

Así, explica que «en la actualidad, gracias al desarrollo tan necesario de la biotecnología, los cultivos se han modificado para incorporar proteínas de resistencia a patógenos (virus, hongos, bacterias), aumentar su rendimiento, poder conservarlos en cámaras o hacer que sus semillas germinen sin que los hongos ni los insectos del suelo las devoren. Esas proteínas que a ellos le sirven de escudo protector son un arma de doble filo. Porque se han comportado como los alérgenos más agresivos para el ser humano», añade.

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Y «lo sabemos porque desde hace muchos años trabajamos con investigadores de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos de la Universidad de Valladolid estudiando el poder alergénico de los alimentos, sobre todo semillas y frutas. La población piensa que los vegetales son los alimentos más naturales, argumento por el que cada vez los alergólogos atendemos a más veganos y vegetarianos».

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El Río Hortega realiza diagnóstico molecular desde 2010, técnica en la que fue pionero. se trata de «una prueba de alta sensibilidad y especificidad. Podemos conocer diferentes tipos de IgE contra diferentes moléculas de cada alimento. También, establecer un pronóstico de la sintomatología alérgica. Es útil, además, para resolver reactividades cruzadas entre alimentos y el polen más frecuente en un área geográfica definida. En nuestra zona hay proteínas comunes entre polen de gramíneas, melón, tomate y frutos secos», destaca la jefa del servicio.

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Nuevos alérgenos

El aumento y precisión en el diagnóstico alergológico de nuevos alérgenos ha ido en aumento. Explica la doctora Armentia, que esto se debe a varios factores, entre los que destaca «la aparición de neoalérgenos debidos a las manipulaciones humanas de alimentos y otras fuentes alergénicas y la contaminación de la tierra por diferentes tóxicos, los mejores extractos y tecnología necesaria para pruebas diagnósticas fiables, la docencia sobre estos temas en la Universidad desde 2011 (-Armentia he sido la primera catedrática en Alergia en España- y un mayor conocimiento de estas enfermedades por la población general«.

Sin embargo lamente, el «escaso apoyo a la investigación española. Hay que insistir en su necesidad, que se ha desarrollado, pero aún necesita más respaldo, menos burocracia, más incentivos y ayudas al que de verdad investiga. Me consta que la Universidad de Valladolid promueve muchas ayudas, hay que salir del nido y aceptar retos».

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Por último, indica además Armentia el problema de las fuentes de información y aconseja como fiable la Efsa europea frente a la agencia española Aesan, «que no cuenta con un solo médico». Un buen y precoz diagnóstico, una alimentación variada sin exclusiones injustificadas y si se ha sufrido alguna anafilaxia llevar siempre un bolígrado de adrenalina son algunos de sus consejos.

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