Félix Moracho, durante su intervención en la entrega de los premios. Carlos Espeso
Premios Castilla y León Emprende

Un modelo empresarial de vida sana

Félix Moracho. ·

Premio Toda una vida

S. G.

Jueves, 9 de mayo 2024, 22:53

Han pasado 45 años desde que Félix Moracho creara Huercasa en Sanchonuño, Segovia, y cuando todavía hoy se le pregunta por los motivos que llevaron al ingeniero agrónomo que era a convertirse en empresario, afirma con total rotundidad que «fue por un compromiso con mi país». Si en aquel momento entendió que era algo «bueno y necesario», en el presente confirma la satisfacción por la decisión tomada: «Creo que he cumplido con mi país».

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Detrás hay algo más. Félix cursaba la especialidad de Economía Agraria y el manual de cabecera no era otro que 'Estructura Económica de España', de Ramón Tamames, que, entre otras cuestiones, recomendaba crear un amplio tejido empresarial e industrial, que entonces no existía, para mejorar el nivel de vida de los españoles. «Entendí y entiendo que tenía razón. Hacían falta y hacen falta más y mejores empresas como las que tenemos en Castilla y León para que esta sociedad progrese, pero también hace falta que se las valore, respete y defienda más de lo que se hace».

Desde el mismo origen de la firma, Félix apostó por la vida country, basada en la vida sana, el respeto, la solidaridad y la sostenibilidad, algo que forma parte de su ADN y del de Huercasa, un modelo válido entonces y ahora. «La apuesta por la vida sana es una apuesta por la alimentación sana, surge desde el momento que decidimos crear Huercasa; los vegetales son productos sanos por naturaleza y nosotros siempre hemos querido hacer esos productos y no otros», subraya.

Sigue desgranando conceptos e identifica la cultura del respeto con «una apuesta por la vida civilizada», que aprecia. «Ahora se está perdiendo por culpa de personajes que solo buscan el beneficio a corto plazo». En su caso, primero fue desechar el trato primario y brusco que a veces existía en los entornos rurales y desde ese respeto a las personas, amplió el foco al respeto por los animales y por el entorno.

La solidaridad la entiende como «un compromiso con la defensa de la vida en el mundo rural» y es que el hecho de que su actividad siempre se haya desarrollado en entornos rurales ha sido algo intencionado con el objeto de «colaborar a crear riqueza y oportunidades». Lamentablemente, cada vez es más «escéptico» en relación al futuro de la vida en los pueblos; aún así, «seguiremos apostando por ello hasta el final».

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La idea de la sostenibilidad se asentó, en los orígenes, más en lo social y en lo económico. «La idea de sostenibilidad ambiental vino después, pero la hicimos muy propia y muy verdadera». ¿Cómo se demuestran estas palabras? «De una forma muy sencilla, dedicando recursos económicos importantes, para nosotros muy importantes, para minimizar el impacto de nuestra actividad en el entorno».

En una empresa como la suya, la innovación es otro de los ejes vitales. «Hemos tenido que ser innovadores por necesidad, porque el clima que tenemos en Castilla y León, no nos ayuda, sino que nos penaliza en nuestro campo actividad», asegura. Aunque dicho esto, esta circunstancia está más que superada a base de creatividad, tecnología e innovación.

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Motivos de orgullo

En esta dilatada trayectoria, los motivos de orgullo son muchos, pero algunos están muy presentes en la mente de Félix, como el hecho de ser la primera empresa en desarrollar un nuevo producto, como es el maíz en mazorca al vacío en 5ª Gama, que es un referente a nivel mundial, algo en lo que todo el mundo trata de copiar a Huercasa, «pero no se lo ponemos fácil».

Señala, igualmente, el grado de internacionalización que han conseguido, el 85% de su cifra de negocio se vende en el exterior. «El reto es afianzar lo realizado y seguir ampliando nuestra actividad, como ocurre con nuestra fábrica en Rumanía, que es una experiencia para acercar la producción de nuestros productos a los mercados más lejanos».

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Por lo tanto, el balance es positivo aunque sin dejar de poner el foco en algo que le produce «cierta tristeza» y es comprobar que «tanto en nuestro país como en la UE, las empresas cada vez son menos valoradas, respetadas y reconocida su labor».

Los sueños del empresario no tenían límites cuando comenzó ni en la actualidad, pero ese afán de conquistar el mundo pasa por hacerlo de una manera «pacífica e individual, sin violencia, con soluciones y medidas inteligentes» e incluso, como decía su profesor José María Durán, «elegantes».

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«Un insatisfecho permanente»

«Estoy contento con lo que hemos conseguido, pero soy un insatisfecho permanente, no puedes caer en la autosatisfacción. Tenemos muchos proyectos e iniciativas para desarrollar y seguir fortaleciendo a nuestra empresa», reconoce.

Por último, para Moracho, los retos de la agricultura son los retos de la sociedad. «Debemos producir alimentos seguros y sanos y de alta calidad, en las cantidades máximas posibles para atender a un mundo en crecimiento».

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Para conseguirlo apela a generar ilusión y expectativas de futuro a los agricultores, sin olvidar el desarrollo de una gran colaboración entre los agricultores y los ganaderos y la industria, pero también con la distribución, con los centros tecnológicos y universidades y con las administraciones públicas, «para dar el salto hacia una agricultura competitiva, productiva y sostenible».

El premiado por toda su trayectoria en los galardones 'Castilla y León Emprende' considera que esas metas son factibles, hace falta «tener voluntad social y política para hacerlo». El punto de partida está ahí. «España tiene la mejor agricultura de regadío de Europa, tenemos un clima que posibilita hacer muchas cosas, suelos regulares y sobre todo un capital humano estupendo, hay que conseguir una mejora tecnológica importante que resulte atractiva a los jóvenes y todo esto, estando siempre a la escucha del mercado».

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Moracho mira hacia países como Holanda, de los que hay que aprender más, «y escuchar menos muchas de las ocurrencias de Bruselas; hay que escuchar a los consumidores de alimentos de todo el mundo, todos quieren lo mismo: calidad, seguridad alimentaria y garantía de suministro. Solo tenemos que prepararnos para darles lo que quieren. La clave es la colaboración entre todos los eslabones de la cadena alimentaria, para dar el gran salto tecnológico necesario».

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