Borrar
«Hemos acudido dos veces a los jueces y al Procurador»
Ana Matarranz. Madre de tres hijos superdotados

«Hemos acudido dos veces a los jueces y al Procurador»

Antonio Corbillón

Valladolid

Lunes, 11 de julio 2022, 00:02

Madre de tres niños de altas capacidades (hoy tienen 11, 9 y 6 años), la experiencia escolar de Ana Matarranz y su marido, David, es una larga carrera de obstáculos para dotar a sus hijos de la escolarización más adecuada. Hasta el punto de que «llevamos varios años de lucha y hemos tenido que recurrir por dos veces al Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de Castilla y León», explica Ana, que reside en Segovia.

Todo empezó con el mayor que, cuando empezó en el cole con tres años ya sabía leer y escribir. Un niño que «no quería ir al colegio porque se aburría». Fue diagnosticado pronto pero, «la falta de formación de los orientadores y el caso omiso que hicieron a las valoraciones externas le provocaron problemas de salud física derivados de la mala adaptación escolar», relata Matarranz. Educación les invitó a acudir al juez y el TSJ emitió sentencia a su favor.

Con su segundo hijo, el centro propuso acelerarle (pasar de curso) en Matemáticas y Lengua. Después revocaron las medidas. «Le hicieron repetir los contenidos que había superado en el curso acelerado», no se explica su madre. El caso volvió al TSJ que en abril volvió a dar la razón a la familia.

Con su hija menor y con un diagnóstico completo «el centro decidió no hacer nada. «hemos tenido que acudir también al Procurador del Común que por dos veces realiza recomendaciones en aras a su bienestar».

«Mi hijo se culpaba a sí mismo. Se decía: ¿Por qué soy raro?»

Desde su casa en Ávila, Francisca (no quiere más datos para no ser identificada) es la voz de la impotencia. Su hijo de 15 años ha alcanzado 4º de Secundaria (ESO), después de una larga carrera de fondo y esfuerzo de sus padres. «Mi hijo no encajaba en el sistema desde bebé –recuerda Francisca-. No tenemos queja de nadie, pero las ayudas no llegan nunca».

Con 4 años les confirmaron sus altas capacidades. Sus padres no sabían cómo proceder. «Lo motivábamos como podíamos. Le llevamos a cuentacuentos, deportes... Mal que bien fue avanzando en los cursos. Pero a nosotros se nos caía el alma».

La situación superaba a los progenitores, en especial cuando llegó la preadolescencia con 11 o 12 años. A medida que pasaban los años, la desconexión del chico era más evidente. «Se culpaba a sí mismo. 'Soy raro' -nos decía- '¿por qué he nacido yo así?'». Una extrañeza que se trasladaba a los estudios que «no le aportaban nada y todo le parecía absurdo».

Igual de absurdo les parecía a los padres que la valoración de su hijo dependiera siempre de un número: el de los equipos de baremación oficiales. El cielo se abrió en parte cuando, a través de la Asociación Española para Superdotados y con Talento. Allí, el joven vio que había otros muchos como él. Tras una década de lucha, Francisca insiste en que «todo son barreras y las familias y los niños no tienen la culpa».

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elnortedecastilla «Hemos acudido dos veces a los jueces y al Procurador»