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Con su peculiar forma, atractiva al igual que inquietante, su potente color verde y sus picos y pequeñas redondeces que tienen sus ramilletes, el romanescu es una verdura que no pasa ni mucho menos desapercibida en las fruterías de los mercados. Tal vez no sea ... igual de famoso que la coliflor, el repollo o el brócoli, pero su sabor y la infinidad de recetas que se pueden elaborar con este característico alimento hacen que sea un producto ideal para apuntar en la lista de la compra.
De hecho, «el invierno es la época perfecta para consumir el romanescu» asegura Óliver Porro, de la frutería Manuel Sánchez del Mercado del Val, pues durante la sequía y el calor «las verduras sufren mucho más, se secan y pierden su sabor y propiedades» explica, razón por la que estamos en una época ideal para adquirir este «superaliemento que nace del injerto de la coliflor y el brócoli».
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Para que todos nos entendamos, hay que darle un tratamiento similar al de la coliflor, «ideal para comer tanto crudo en una ensalada, como encurtido o salteado con patatas» o también, mezclado con otros ingredientes, al vapor primero y luego salteado unos minutos para incorporarlo a otros platos como la ensalada de pollo, brócoli y trigo, o gratinado al horno. Las variedades son infinitas y para todos los gustos. Al ser una verdura, realmente combina con muchas otras comidas, como puede ser con un simple arroz o con una bechamel y queso fundido. Por supuesto, también se puede realizar una crema sencilla y muy ligera con un poco de aceite de oliva y pimienta.
En cuanto a su sabor, «es mucho más suave que sus compañeras la coliflor y el brócoli» lo que quiere decir que es perfecta para aquellos estómagos más sensibles, pues no provoca tantos gases y es menos potente para el paladar. Además, «al ser un injerto de la coliflor, es una verdadera fuente de ácido fólico y posee un montón de vitaminas y minerales».
Ahora, algo que llama mucho la atención de esta verdura es su aspecto, con forma de flor aunque a su vez, resulta un tanto inquietante, pues sus picos y su llamativo colo verde dan la sensación de ser una especie de reptil con vida propia. Esto tiene una explicación científica y se debe a que estamos ante una proliferación de yemas (meristemos) programadas para ser flores pero que nunca alcanzan su objetivo.
Lo que hacen es convertirse en tallos que, a su vez, continúan intentando producir flores. Por el contrario, la coliflor nace de la reiteración de dicho proceso, motivo por el que a diferencia del romanescu, esta tiene una sucesión de tallos sobre tallos, lo que hace que tenga una forma similar a la lechuga y, en definitiva, más propia de una verdura. Básicamente, la forma del romanescu se resume en la rápida producción de tallos que fracasan en su intento de convertirse en flores.
Y si bien es «una verdura relativamente nueva en el mercado» asegura Óliver Porro, pues se extendió en España a finales de los años 90 siendo la Comunidad Valenciana una de las zonas donde más se comercializaba, los clientes «cada vez se familiarizan más con este alimento» siendo una clara alternativa a las clásica verduras gracias a todos sus beneficios, la multitud de recetas que se pueden hacer y a un sabor mucho más suave y agradable.
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