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La imperial olla podrida del rey de la glotonería

Recetas con historia

La imperial olla podrida del rey de la glotonería

La fama de tragaldabas acompañó siempre a Carlos I, que nació con una deformidad facial que le causaba dificultad para hablar, morder y masticar

Sonia Quintana

Valladolid

Viernes, 30 de junio 2023, 00:10

Carlos I de España, y V de Alemania, comió y bebió hasta el último aliento. Hasta su retiro en Yuste hacía llegar pasteles de anguila de Valladolid, terneras de Zaragoza, salchichas de Denia, anchoas de Cádiz, lenguados de Lisboa, aceitunas de Extremadura o mazapanes de ... Toledo, entre otros. Lo de las ostras era verdaderamente afición. Tampoco fue melindres con el jamón ibérico. Pero la estrella gastronómica de la mesa imperial fue, sin duda, la olla podrida, cuya receta reproduce José V. Serradilla en su libro 'La mesa del emperador. Recetario de Carlos V en Yuste', cuyos ingredientes eran los siguientes: «dos libras de garganta de puerco salada, cuatro libras de pernil desalado, dos hocicos, dos orejas y cuatro pies de puerco partidos, cuatro libras de puerco jabalí con el callo fresco, dos libras de salchichones buenos, seis libras de carnero y seis libras de riñonada de ternera, seis libras de vaca gorda, y dos capones o dos gallinas, cuatro pichones caseros gordos, dos cuartos de liebre traseros cortados a pedazos, tres perdices, dos faisanes o dos ánades gruesas salvajes frescas, veinte tordos, veinte codornices y tres francolines».

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