María del Rosario Sáez, rectora de la Universidad Católica de Ávila: bajo la sombra de Santa Teresa de Jesús

«Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza». Estos son los versos de Santa Teresa de Jesús que elige María del Rosario Sáez para justificar, si es que hace falta, la jovialidad con la que afronta la vida y su trabajo como rectora en la Universidad Católica de Ávila. La sonrisa de esta abulense viste su cara y hace que el resto de su cuerpo se desdibuje, retorciéndose hasta que solo se ven sus labios y sus pequeños dientes. Su vestuario se desvanecen bajo su influjo, el que la ha llevado a estar trece años al frente de la UCAV.

Claramente influenciada por los místicos españoles del Siglo de Oro, María del Rosario Sáez se sumerge en la naturaleza, con esa mirada contemplativa que suele guiar el alma. Disfruta de paseos alrededor de la muralla y en su mente recoge el cambio de la estación, del verde al gris, del marrón al rojo, en una mutación que marca su carácter. Muchos de sus colaboradores la señalan como una mujer de grandes capacidades y de corazón aún más grande. Su sentido del humor es famoso en los pasillos de la UCAV, a donde llegó desde la Universidad de Murcia para afrontar una de las mayores transformaciones que ha vivido la institución. Con una clara apuesta por el humanismo cristiano y la internacionalización de los estudios de sus alumnos, esta mujer de profundas convicciones defiende la posibilidad de que su universidad pueda albergar la carrera de medicina algún día.

Licenciada en Medicina por la Universidad de Salamanca, obtuvo la plaza MIR en Murcia, con la especialidad de estomatología. Allí también obtuvo su doctorado antes de ejercer como profesora de la Facultad de Medicina y Odontología, decana de Odontología y directora de la Clínica Universitaria Odontológica del Hospital Morales Meseguer. Desde allí dio el salto al despacho principal de la UCAV, de vuelta a una tierra que lleva grabada a fuego. Nació en Langa, un pequeño pueblo abulense, en el que se forjó el carácter de esta mujer, que aún recuerda su infancia rural, ligada a las bicicletas y a las fiestas del pueblo. De allí también era el premio Cervantes José Jiménez Lozano. Y en medio de aquellos recuerdos emergen los personajes que la rodearon de niña, como fantasmas, para trazar el que hoy es su camino. Allí nació Jacinto Herrero, muy cerca está Madrigal de las Altas Torres, lugar de nacimiento de Isabel la Católica y de Vasco de Quiroga, y a pocos kilómetros, Fontiveros, cuna de San Juan de la Cruz. Todos ellos han tejido una parte de la rectora de la UCAV, profundamente cristiana. Tal vez por eso hay días que echa de menos la vida universitaria pasada, esa en la que se forjaban amistades para siempre. Alejada de las clases por sus obligaciones como rectora, María del Rosario quiere que sus alumnos encuentren el sentido de la vida entre los muros universitarios. O que al menos lo busquen. Aunque está lejos de demonizar la tecnología, con su sentido común aplastante la utiliza para conseguir sus objetivos y superar la distancia que ha impuesto la pandemia.

Firme admiradora de Santa Teresa de Jesús, no es de extrañar que las lecturas que ahora ocupan su tiempo versen sobre Isabel La Católica, otra mujer fuerte, con voz propia dentro de su mundo. Su interés por la historia la ha llevado lejos del punto en el que comenzó su vida universitaria. Desde que aquella chica de 18 años llegara a Salamanca para estudiar medicina, la vida la ha ido modelando y hasta ella misma reconoce que su tranquilidad se ha forjado con el paso de los años. Ahora se afana por impregnarse del misticismo de Santa Teresa de Jesús, ante el congreso internacional que va a acoger la universidad. Es bajo su sombra, tan alargada en Ávila, donde vive María del Rosario Sáez, que pasea bajo las murallas abulenses en busca de la vida ascética que siempre deseó.