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Un hombre muestra imágenes del incendio mientras espera en el pabellón de Camarzana de Tera, adonde se envió a los vecinos desalojados de otros municipios. Foto: JOSÉ CASTILLO | Vídeo: Atlas
Incendio en la Sierra de la Culebra (Zamora)

«Se está quemando lo que llevas viendo toda la vida»

Villardeciervos se ha convertido en un pueblo fantasma y decenas de vecinos de varias localidades encuentran refugio en Camarzana de Tera

Sofía Fernández

Camarzana de Tera

Viernes, 17 de junio 2022, 16:01

Son las 14:50 y en la residencia de Villadeciervos están evacuando a los últimos ancianos que quedan. Una hilera de sillas de ruedas se organiza en la puerta y efectivos de la Cruz Roja y de la Guardia Civil ayudan para sacarlos. «Os llevamos de excursión, estad tranquilos», les dicen con cariño varias cuidadoras mientras reparten caricias para que su trayecto sea algo más cómodo y no se preocupen en exceso. A esta hora, los cálculos ya no sirven. Nueve mil hectáreas quemadas ha sido la última cifra oficial, aún en auge, tan desmesurada que cuesta pensarla.

«Anoche subimos unas quince personas al cerro. Mirabas desde lo alto y, sinceramente, lo que veías era dantesco. No tiene otra palabra», así describe Santos Romero lo que para él es una imagen que, asegura, no va a olvidar. Habla con El Norte sin parar de organizar la llegada de vecinos que están siendo desalojados de pueblos cercanos.

«Estamos todos a una, ayudando en lo que podamos para luchar contra este maldito fuego», asegura mientras, junto a varios vecinos de Camarzana de Tera, acondiciona el polideportivo para acoger a los que llegan de Villardeciervos, el pueblo que hasta las diez de esta mañana era el que daba cobijo a los vecinos de San Pedro de las Herrerías y Boya.

«No quiero hablar, no tengo ganas. Estoy muy nerviosa. Lo siento», explica dentro de las instalaciones municipales una vecina de unos 70 años de San Pedro que prefiere no dar su nombre. No habla pero dice. Mientras señala la pantalla de su móvil. «Mira mi nieto, que es agente forestal, lo que me pone». Unos escuetos mensajes en el grupo de la familia informan de cómo está viviendo el joven el fuego en primera línea. 'Mucho descontrol, pocos medios, estamos solos'. «Madre mía, si acababa de empezar, qué miedo tengo», espeta la mujer tapándose la boca por la emoción.

Un helicóptero sobrevuela Villardeciervos, con el humo amenazante al fondo. JOSÉ CASTILLO

Junto a ella, una vecina de Villardeciervos rompe a llorar en el humilde polideportivo. «Es que no hay palabras, es que se te está quemando lo que llevas viendo toda la vida», dice mientras se sienta en una silla y agradece el interés pero prefiere no decir ni cómo se llama.

En otro corrillo hablan y muestran fotos en el móvil un grupo de cuatro hombres. «Anoche esto parecía el infierno», explica Julián Blanco, un vecino de Villardeciervos que acaba de llegar a Camarzana de Tera. «Es impresionante lo que hemos visto y lo que está pasando, que metan más medios por favor, que no hemos oído casi helicópteros hoy». En el pueblo de Julián, en Villardeciervos no queda nadie. «A las dos tenía que estar todo el mundo fuera», asegura.

«La cosa se está poniendo fea y el viento está cambiando otra vez», dice un jefe de unidad de Protección Civil a un voluntario

«A partir de la plaza está todo cortado. No se puede pasar. No queda nadie aquí, solo 10 personas en la residencia de ancianos y estamos esperando a los vehículos adaptados para trasladarlas», indica poco antes de las dos de la tarde uno de los veinte agentes de la Guardia Civil desplegados en Villardeciervos, un pueblo cuyas casas esperan a sus dueños envueltas por un humo cada vez más gris, que empieza a escupir pequeñas partículas de ceniza y cuyo olor evidencia la cercanía del fuego.

Imagen. Los vecinos reubicados en Camarzana de Tera reciben atención psicológica mientras esperan noticias.

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Imagen. Los vecinos reubicados en Camarzana de Tera reciben atención psicológica mientras esperan noticias. JOSÉ C. CASTILLO

En el la localidad de unos 300 vecinos no se oye nada más que las hélices de un par de helicópteros y el motor de los coches de la Guardia Civil. Villardeciervos es un pueblo fantasma. Los comentarios de un miembro de Protección Civil no invitan a levantar el ánimo. «La cosa se está poniendo fea y el viento está cambiando otra vez. No sé yo, pero parece que se está viniendo encima», le comenta Carlos Macías, jefe de unidad de Protección Civil, al voluntario del equipo, Javier Gallego.

Trabajan junto a José Ramón Trigueros, jefe de agrupación de Protección civil y coodinados con una decena de guardias civiles, además del personal de la propia residencia. Todos velan por la seguridad de los últimos vecinos que quedan en el pueblo, unos 10 ancianos, que tienen por delante hora de camino hasta que lleguen a un lugar más seguro. Una residencia de La Bañeza.

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