«Nos caemos y seguimos adelante. Alguien tiene que luchar por la tierra»

Hace diez años apostó por el campo a la manera tradicional. En la Zamora rural, es una jugada siempre arriesgada. «Venir al pueblo supone invertir al menos 200.000 euros para crear algo. Y de la Administración no puedes esperar casi nada. Salvo trabas para poder avanzar».

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Las llamas se llevaron una gran parte de sus prados, arrasaron la cerca donde metía a sus más de 80 vacas y ahora las pastorea a salto de mata. «Para llevarlas a abrevar hay que recorrer más de dos kilómetros. Y esperemos que no se contaminen las aguas con el hollín cuando lleguen las lluvias».

Levanta la vista y ve la desolación alrededor. Pero también a sus nuevos terneros, nacidos en plena lucha contra el fuego. Se le ilumina la cara. «Aquí nos caemos, tropezamos y salimos arriba. Alguien tiene que luchar por la tierra», se despide.