Álvaro Cervantes y Jaime Lorente En la piel de los waterpolistas de Barcelona 92 «Es fácil para actores y deportistas acabar en el lado oscuro»
Ahí donde los ve, estos actores se han ‘encarnado’ en los waterpolistas Manel Estiarte y Pedro García Aguado, que hicieron historia en Barcelona 92. Hablamos con ellos de la película 42 segundos, de grandes desafíos y de salud mental.
Conseguir la forma física de Manel Estiarte y Pedro García Aguado, los jugadores de la selección española de waterpolo que protagonizaron en Barcelona 92 una de las hazañas deportivas más recordadas de nuestro país, no era tarea fácil. Esos hombres a los que ahora dan vida los actores Álvaro Cervantes y Jaime Lorente en la película 42 segundos habían entrenado a un nivel sobrehumano por el mayor sueño de un deportista: alcanzar el oro olímpico. Tras tres prórrogas, el partido contra Italia acabó con una derrota por 9-8. La plata más amarga. «La derrota nos hizo mucho daño porque nunca pensamos en la posibilidad de perder. Nos dolía el corazón», contó Estiarte. Media España lloró con ellos. Pero aquella derrota dio lugar a una generación mítica de waterpolistas. Cuatro años después conseguirían en Atlanta el oro olímpico. Y el Campeonato del Mundo. En la década de los noventa disputaron el 90 por ciento de las finales. Pero también pagaron un precio.
«No podía ni imaginar lo duro que era este deporte. Estuvimos cinco meses entrenando. Básicamente nos conocimos en 'turbopaquete'», bromea Lorente para quitarle drama al asunto mientras posa con su look piscinero a la espera del estreno el 2 de septiembre.
Claro que hubo momentos para el humor. Aguado ha contado muchas veces cómo a las otras selecciones les daba rabia que les ganaran porque siempre estaban de cachondeo. Pero aquel grupo legendario pasó a la historia por otras historias más serias: las técnicas cuestionables de su entrenador, el croata Dragan Matutinovic, la adicción a las drogas y ese término que ahora, por fin, hemos empezado a normalizar: la salud mental. «La película narra la gesta de unos hombres con dificultad para abrazar sus emociones y compartirlas. Deportistas de élite acostumbrados a ir a por todas sin mirar atrás. Una masculinidad clásica aparente con un interior vulnerable», explican sus directores, Àlex Murrull y Dani de la Orden.
XLSemanal. Entrenamientos inmisericordes, presión psicológica, juergas nocturnas que se les iban de las manos… pero también compañerismo e ilusión. ¿Por dónde empezamos?
Álvaro: Mi conclusión después de conocer personalmente a Manel y a Pedro es que lo que vivieron les compensa. Entre ellos se generó una relación de hermandad que todavía conservan y que nos han contagiado.
Jaime: Comimos con ellos para prepararnos y solo contaban cosas buenas. Aunque también decían que el entrenador había sido un hijo de puta [se ríe]. Si es que cuando pasó todo aquello eran unos chavales.
XL. Algunos perdieron hasta las uñas de los pies durante esas carreras maratonianas que les metía montaña arriba…
Álvaro: Es cierto. Los puso a correr, cuando ellos eran de agua. No tenían la técnica y les reventó las rodillas. Lo que igual sí que consiguió es hacerlos más fuertes mentalmente.
Jaime: Era un tirano.
Álvaro: Los machacó. Pero al final también te queda la duda de si lo hizo por unirlos. Si ese sufrimiento fue algo deliberado para ponerlos al límite y que hicieran una piña casi contra él.
XL. ¿Qué anécdotas difíciles recordaban?
Álvaro: Nos contaron que, durante un partido con la selección de Hungría, el entrenador le dijo a uno de los jugadores que le pegara una hostia a un contrario porque, si no, lo echaba del equipo. Parece ser que era para que le perdiera el miedo a ese rival.
Jaime: Es que el waterpolo es un deporte hiperagresivo y muy tramposo. Desde fuera no se ve tanto.
«Hemos pasado de no aguantar ni dos largos a jugar partidos de waterpolo; bueno, lo máximo que aguantábamos era tres minutos, pero oye...»
XL. Recrear a un equipo mítico habrá requerido un entrenamiento igual de mítico…
Álvaro: Salvando las distancias y a muy pequeña escala, nosotros hemos vivido un entrenamiento tan duro como el que tuvieron ellos. Antes de empezar a rodar, estábamos los dos lesionados. Yo en el hombro y Jaime en la rodilla.
Jaime: Han sido cinco meses de paliza, pero estamos muy orgullosos de que al final no hicieran falta dobles en ninguna escena.
Álvaro: Hemos pasado de no aguantar ni dos largos a jugar partidos de waterpolo. Lo máximo que podíamos jugar eran tres minutos, eso sí, pero oye… [se ríe].
XL. ¿Y les han quedado ganas de volver a meterse en una piscina?
Jaime: Para nada. Si además es que yo no soy nada acuático. No soporto la playa. Yo soy más de chiringuito o montaña [se ríe]. Pero fíjate en cómo era que al principio nos vinimos arriba y pensamos en apuntarnos todos a un equipo de waterpolo cuando terminara el rodaje.
XL. Lo que hace el subidón…
Álvaro: Pensábamos: «No puede ser tan difícil. Si estamos entrenando todos los días ocho horas en el agua, ¿por qué no hacemos un equipo, quedamos todos los jueves y luego nos vamos a cenar?».
Jaime: Cuando le contamos a Manel y a Pedro que queríamos seguir jugando al waterpolo después del rodaje, se reían de nosotros. Decían «sí, sí, ya nos lo contaréis». Y no ha pasado, claro [se ríe].
XL. ¿Ser los mejores siempre tiene que conllevar sufrimiento?
Jaime. En nuestra profesión, no porque uno no puede vivir este trabajo como una competición, pero en el deporte de élite sí porque eso sí es competición pura y dura. Hay que estar por encima del otro.
Álvaro: Y es ahí donde entra la cabeza, porque el deporte es sobre todo mental. Hay que entrenar la cabeza para que te permita llegar donde quieres. Porque, como diga que no, no hay nada que hacer.
XL. No debió de ser fácil superar esa etapa. Pedro acabó en un centro de desintoxicación…
Jaime: Sí, pero la historia de Pedro va más allá del deporte y a mí me lleva a preguntarme qué pilares le faltaban en la vida para llegar ahí. En la película se ve un poquito, se habla del daño que sufre y que le hace buscar ese refugio.
«Ha sido una paliza, pero estamos orgullosos de que no hicieran falta dobles en ninguna escena»
XL. ¿También en vuestro mundo es fácil acabar en el lado oscuro?
Jaime: Por supuesto.
Álvaro: Porque aquí también hay mucha fragilidad. Con el mundo del deporte compartimos cosas como la exposición, la incertidumbre, la inestabilidad…
Jaime: Y es fácil querer buscar una válvula de escape de la olla a presión, querer escapar.
Álvaro: Por eso es tan importante cuidarse mentalmente. La terapia es fundamental.
Jaime: Ese sí que es el entrenamiento al que no puedes fallar nunca.
XL. Afortunadamente está empezando a dejar de ser un tema tabú.
Jaime: Sí, pero todavía hay mucho complejo.
Álvaro: Y mucho prejuicio. Porque al final es una enfermedad que no se ve a primera vista.
Jaime: Y cuando dices que vas a terapia enseguida te preguntan: «Pero ¿cómo es posible? ¡Con la vida que tienes! ¡Si te va de puta madre!».
XL. ¿Usted lo ha vivido?
Jaime: Claro, y te sientes en la obligación de aparentar que no pasa nada. Yo me rompo un brazo y voy tranquilamente con mi escayola por la calle, pero, si estoy mal, no me siento con la tranquilidad y la libertad de contarlo.
XL. Álvaro, ¿usted también ha pasado por eso?
Álvaro: Sí, y hay que pedir ayuda. Yo en su momento hice terapia. Fue durante el rodaje de la serie Carlos, rey emperador. Sentí mucha presión, mucho agotamiento, me sentía muy frágil. Y hubo un momento en el que me di cuenta de que necesitaba ordenar y gestionar las emociones. En relación con el trabajo y con mi vida. Entonces hice terapia durante unos años. Ahora ya no la hago, pero tengo una serie de recursos que obtuve de ahí.
Jaime: El problema es que no está normalizado y, cuando pides ayuda, es cuando ya no queda más remedio. Pero fíjate qué incoherencia: si llevamos el coche a la ITV aunque no esté roto, ¿cómo es posible que no lo hagamos con nuestra propia salud mental? Es muy importante construir tu caja de herramientas para saber cuál debes utilizar en cada momento. Solamente el interés por conocerte y saber por qué utilizas ciertos patrones de comportamiento ya pueden evitar muchas cosas.
XL. Pues está muy bien que lo cuenten porque mucha gente se verá reflejada en ustedes.
Jaime: Y si puede servir de algo, yo encantadísimo. También creo que el trabajo base debe hacerse en casa y en el colegio. Es decir, cuando eres pequeño, debería ser un tema que se pueda comentar en clase. No hay nada más esponjoso que un niño. Muchas veces pienso: «Joder, si a mí me lo hubieran explicado antes, seguro que vería las cosas de otra forma».
XL. Usted acaba de ser padre. ¿Piensa hablar de todo esto con su hija?
Jaime: Lo único que me preocupa como padre es que mi hija crezca en un espacio seguro para ser quien ella quiera ser. Afortunadamente, en mi casa yo he sido un libro abierto, con mi padre y con mi madre, y lo seré con mi hija e intentaré que ella también lo sea conmigo.
Álvaro: Y aprender a expresar las emociones, que yo creo que la peli también dice mucho de eso. Aun siendo a priori muy masculina, sí que hay una parte de su viaje que consiste en sanar las heridas a través de compartir lo que sienten.
XL. Para ellos fue esa final del 92, pero para ustedes ¿cuáles han sido los 42 segundos más importantes de su vida?
Jaime: El nacimiento de mi hija.
XL. Qué fácil, no ha tenido mucho que pensar.
Jaime: ¿Fácil? Pregúntale a mi mujer.
XL. Bueno, algo de eso sé…
Álvaro: ¡Buah, imposible competir con vosotros! [Se ríe].
MANEL ESTIARTE
DEL SUICIDIO DE SU HERMANA A MANO DERECHA DE GUARDIOLA
Lo llamaban 'el Maradona del agua' y es uno de los mejores deportistas españoles de la historia. Seis Juegos Olímpicos, Premio Príncipe de Asturias y un sinfín de títulos. Manel Estiarte sufrió en 1985 una de las peores tragedias que se pueden vivir: vio suicidarse a su hermana, la nadadora Rosa Estiarte, que se tiró al vacío por una ventana del piso en el que vivían tras una discusión con su padre. «Cayó delante de mis ojos. Jamás olvidaré aquella mirada de Rosa clavada en la mía». Estiarte lo describió por primera vez en 2009 en el libro Todos mis hermanos, tras morir su padre. Durante 20 años, en su casa no se habló del tema. Dice que por un tiempo se volvió loco y se volcó aún más en el deporte, pero confiesa que era un egoísta. «Era el mejor jugador, el que hacía más goles, pero me faltaba la excelencia: el altruismo. Dentro del agua era un animal». Curiosamente, Estiarte cuenta que lo ayudó a superar eso la llegada del seleccionador croata Dragan Matutinovic, «por lo mucho que nos hizo sufrir a todos. Entonces empecé a jugar más para el equipo y noté que los demás me lo agradecían». Desde hace años 'juega' en el equipo de Pep Guardiola: además de amigos, son estrechos colaboradores. Hoy es su asistente en el Manchester City.
PEDRO GARCÍA AGUADO
DE LAS DROGAS A 'HERMANO MAYOR'
Para muchos, García Aguado es el 'hermano mayor' por el programa que lideró de 2009 hasta 2015, pero antes de aquello fue uno de los mejores waterpolistas del mundo. Lo que no impidió que mientras competía al más alto nivel consumiese todo tipo de drogas. Era un consumo lúdico en tiempo de ocio, del alcohol a la cocaína, pasando por todas las variantes, y no pidió ayuda hasta mucho tiempo después, cuando «ya no tenía dónde agarrarme; cuando me vi sin trabajo, sin dinero, separado por segunda vez con dos hijas de madres diferentes, ahogado por las deudas, amenazado por un camello que decía ser mi amigo…», contó en su libro Mañana lo dejo. Pero Aguado lo superó y desde entonces aprovechaba su propia experiencia para ayudar a jóvenes que se enfrentan a situaciones similares, además de haberse labrado una carrera como presentador y estudiar Psicología. Quien no lo superó fue su compañero Jesús Rollán, el popular portero de la selección, quien pese a intentar rehabilitarse no logró superar la depresión. Se quitó la vida en 2006 a los 37 años.
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