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La alargada sombra del nazismo ‘El arte de la pintura’ | Caso abierto El lienzo maldito de Vermeer sigue marcado por la obsesión de su dueño: Hitler

El arte de la pintura, de Johannes Vermeer, no sale de Austria. Por miedo. Protagoniza desde hace décadas una verdadera novela policiaca en la que Hitler desempeña un papel crucial. Ahora se abre un nuevo capítulo. Te lo contamos.  

Viernes, 22 de Septiembre 2023

Tiempo de lectura: 5 min

Algo falló en la reciente gran exposición dedicada a Johannes Vermeer en Ámsterdam. La muestra fue un hito. Reunió por primera vez 28 obras de las 35 que se conocen del artista. Un logro inédito. Fue una espléndida fiesta vermeeriana a la que acudieron 650.000 visitantes. Pero… hubo una gran ausencia. No estuvo allí El arte de la pintura, una de las obras favoritas de Vermeer. Estaba previsto que el cuadro viajara a Ámsterdam; de hecho, la muestra estaba diseñada para que el lienzo presidiera una gran sala. Pero, entonces, ¿por qué faltó a esa cita histórica uno de los principales cuadros del artista?



La revista alemana Der Spiegel asegura que se temió que fuera confiscado. En verdad, desde hace años El arte de la pintura protagoniza una pugna judicial que enfrenta al Estado austriaco y a los herederos del que fuera uno de sus dueños, el conde Jaromir Czernin von Chudenitz, el hombre que vendió el cuadro nada menos que a Adolf Hitler.

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El capricho de Hitler.Adolf Hitler se encaprichó de El arte de la pintura, obra cumbre de Johannes Vermeer, y lo compró en 1940. Esa operación todavía marca la suerte del cuadro.| Getty Images.

Para seguir el hilo de este caso, hay que remontarse al año 1940. El lienzo se encontraba por entonces ya en Austria, territorio que recientemente se había anexionado Alemania. Nada más verlo, el dictador se encaprichó del cuadro y decidió que debía ocupar un espacio principal en el Führermuseum, la pinacoteca alimentada de obras confiscadas que planeaba erigir en la ciudad austriaca de Linz. En 1940, cuando Hitler le echó el ojo al Vermeer, su poder en Austria era absoluto. Cerca de Linz, donde quería abrir su museo, ya funcionaba el macabro campo de concentración de Mauthausen. Si Hitler quería algo, lo conseguía. Y quería ese Vermeer, propiedad entonces del conde Jaromir Czernin von Chidenitz, que lo había heredado.

Hermann Göring hizo una oferta por el cuadro, pero Hitler se interpuso, frustró la compra y lo adquirió por menos dinero

Czernin necesitaba dinero y estaba dispuesto a vender. Tenía varias ofertas sobre la mesa; una de ellas, del poderoso mariscal Hermann Göring, que se habría valido de un intermediario para la negociación. El noble iba a aceptar los 1,8 millones de marcos del mariscal, pero la operación se truncó: Hitler se interpuso. Hans Posse, el responsable del museo que el Führer proyectaba en Linz, ofreció menos marcos que Göring, 1,6 millones, pero nadie le decía 'no' al Führer.

Los herederos de Czernin argumentan que el conde no actuó libremente. Accedió a vender la obra a Hitler para proteger a su mujer Alix-May, nieta de un rico banquero judío alemán, y declarada 'enemiga del Reich'. Hostigada por Der Stürmer, un panfleto del Partido Nazi, hubo incluso pintadas en la calle que la llamaban 'cerda judía'.

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Las ínfulas artísticas del Führer.Adolf Hitler y Hans Posse, responsable del Führermuseum, el museo soñado por Hitler, durante una visita a la Galería de Pinturas de Dresde en 1938.

Los descendientes de Czernin hacen hincapié en estos detalles para argumentar que la venta del cuadro no fue un acto libre. Insisten en que Czernin estaba en el punto de mira de los nazis. Además del origen judío de su mujer, el conde era cuñado del excanciller austriaco Kurt Schuschnigg, que se había enfrentado al Partido Nazi y estaba encarcelado. Czernin pensó que vender el cuadro a Hitler era un salvoconducto para él y su esposa que les daría tranquilidad. Se equivocó. En 1944, la Gestapo fue a por él y lo encarcelaron.

La aventura del cuadro

El arte de la pintura vivió entonces su propia odisea. Primero lució en las estancias privadas de Hitler en Berghof, su refugio en los Alpes Bávaros, donde el Führer pasaba largas temporadas con Eva Braun. En 1945, con los aliados en los talones, los nazis huyeron de Berghof y escondieron el cuadro en la mina de sal de Altaussee, donde ocultaban las obras de arte requisadas. Allí lo encontraron, junto con otros tesoros, los Monuments Men, el grupo especial del Programa de Monumentos, Arte y Archivos de los aliados para proteger y recuperar el patrimonio cultural durante la guerra.

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Una herencia difícil.Jaromir Czernin von Chudenitz con el cuadro. El conde luchó por recuperar la obra hasta el final de su vida (1966).

En 1946, los americanos entregaron el lienzo al Gobierno austriaco. Consideraron que no era una obra expropiada porque había sido vendida libremente a Hitler. Desde entonces, El arte de la pintura, de Vermeer, es propiedad austriaca y se exhibe en el Museo de Historia del Arte de Viena.

Sophie Czernin von Chudenitz, hija del conde Czernin, pleitea desde 2009 y apela a la Ley de Nulidad de 1946, la cual establece que en determinadas circunstancias los actos jurídicos llevados a cabo por Hitler en Austria quedan sin efecto. De momento pierde: el Tribunal de Restitución de Austria dictaminó, en 2011, que no hubo coacciones en la venta.

Más litigantes

Pese a ello, el caso sigue abierto. Y hay nuevos protagonistas. En 2020 apareció otro litigante, de otra rama de la familia Czernin. Fue precisamente el temor a que esa demanda prosperara lo que disuadió al Museo de Viena de prestar el cuadro para la gran exposición de Ámsterdam. El nuevo pretendiente del cuadro, sin embargo, no lo tiene fácil. Tanto en la comisión como en el consejo asesor que tienen que decidir sobre el asunto participan autoridades austriacas y no es previsible que dictaminen en contra de los museos e instituciones que representan. Aun así, ha habido triunfos sonados de otros litigantes. Sucedió con el Retrato de Adele Bloch-Bauer, de Gustav Klimt, que recuperó Maria Altmann (sobrina de Adele) en 2006 tras años de litigio también contra Austria.

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Locos por Vermeer.La gran exposición que el Rijksmuseum de Ámsterdam dedicó a Vermeer hace unos meses atrajo a 650.000 visitantes. El arte de la pintura fue uno de los pocos lienzos del pintor que faltó a esa cita.| Getty Images.

Así que el devenir de El arte de la pintura podría cambiar. Sería un nuevo episodio en su vida novelesca. Fue un cuadro especial desde el primer momento. Vermeer lo pintó hacia 1665. Era un lienzo más grande de lo habitual entre los suyos y se cree que el artista se autoincluyó en la escena y se retrató de espaldas como el pintor, algo raro en Vermeer.

Descendientes del conde Czernin pleitean contra Austria por la propiedad del cuadro. De momento pierden

Tal era su preferencia por El arte de la pintura que el pintor lo colgó en su casa en lugar principal, para atraer clientes. Y cuando murió, en 1675, su mujer, Catharina Bolnes, quiso quedárselo. Pero, como los acreedores acechaban para cobrar las cuantiosas deudas que el pintor dejó al morir, se lo entregó a su madre, Maria Thins, para salvarlo de las requisas.

El lienzo fue cambiando de manos hasta llegar, en 1813, a las del conde Johann Rudolf Czernin von Chudenitz. Jaromir Czernin lo heredó de él. Pero Hitler se cruzó en su camino. Y el sátrapa torció la historia, también la del magnífico lienzo de Vermeer.