Viernes, 08 de Marzo 2024, 10:21h
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Es curioso que nadie se pregunte si ciertas políticas no conducen antes a generar resistencias feroces al cambio que a promoverlo. Un buen ejemplo es la opción por impartir instrucciones u obligar a los hablantes en cuestiones lingüísticas. No está claro que imponerle a alguien aprender una lengua antes o mejor que otra, por la que siente mayor inclinación, favorezca que hable la impuesta. Los datos no lo corroboran. Tampoco está claro que compeler a desdoblar el masculino y el femenino, cuestión que suscita un lector, ayude a que adopten ese uso quienes no estaban ya convencidos de ello. Nada impediría invitar a hacerlo por pura cortesía, de modo igualmente cortés. Nada obsta en la gramática a que quien quiera subraye, como gentileza, que alude tanto a unos como a otras. Sería más efectivo.
LAS CARTAS DE LOS LECTORES
Un barrio que nació de la especulación
A finales del siglo XX, la especulación inmobiliaria convirtió, en solo diez años, una extensa zona de la huerta de Valencia, llena de alquerías, y un pueblo, Campanar, en un nuevo barrio de viviendas con supuestas «calidades de lujo», al que llamaron Nou Campanar. Fui testigo de esa transformación acelerada al instalarme allí en 2003. Junto a los dos edificios incendiados se levantaba otra muestra de la especulación: la falla más cara de la historia, costeada por los constructores enriquecidos con el 'ladrillo'. Pero las obras sin arraigo popular se volatilizan con las crisis económicas, o con el trágico incendio de un edificio que incumplía la normativa de materiales contra incendios. Hoy vemos con tristeza y rabia cómo el fuego consume una 'falla humana', fruto del negocio sin escrúpulos de entonces.
Víctor Calvo Luna. Valencia
Desdoblar
La RAE ha aconsejado a los diputados del Congreso que hablen bien la lengua española y no hagan caso a la Mesa del Congreso, que pide desdoblar el masculino y femenino: «diputados y diputadas», etc. La RAE puntualiza que no se lograrán mejoras sociales «modificando arbitrariamente opciones morfológicas, sintácticas y léxicas que el español comparte con muchas lenguas». Una cosa es que agitadores de extrema izquierda, de la hispanofobia y de la ideología de género se empeñen en manipular el lenguaje y otra que la Mesa del Congreso les diga a los diputados que deben hablar con las retorcidas fórmulas del lenguaje de género, torturando al idioma y los oídos de quien escuche. Recuerdan desde la RAE que el idioma no es sexista y que los políticos que así lo presentan se equivocan. Esa normativa, además, sería un insulto a cada hispanohablante que se expresa correctamente en español, al considerarlos sexistas.
Antonio Soler. Santander
No romanticemos los pueblos
A veces una lectura calmada te da un pellizco en el alma. Me acaba de pasar con la carta de Los hemos dejado morir, donde se decía que los jóvenes nos hemos ido de los pueblos a las ciudades porque preferimos «estar de botellón». Como joven que dejó su aldea, creo que no es justo romantizar los pueblos. Pueden ser espacios muy duros. Mi aldea eran nueve casas, y el alcohol y la apatía campaban en varias de ellas, incluida la mía. Recuerdo la belleza del campo, de las excursiones al río, de coger la bicicleta y pasar la tarde en casa de mis primos. Pero también la brusquedad y el resentimiento de los adultos que me rodeaban. El aislamiento en una aldea puede herir de gravedad y transmitirse de una generación a otra. Salí de allí, sí. No para irme de botellón: para vivir en vez de sobrevivir. Esta también es otra realidad de los pueblos y de por qué los 'dejamos morir'.
Rebeca Caamaño Salgado. Oleiros (A Coruña)
La vida es sueño (móvil)
Nace el móvil, que no respira,/ aborto de litio y de pilas, / y apenas se desenfunda/ aparece un vídeo que horripila,/ y lanza voces y ruidos./ Y yo, con este artilugio,/ ¿tengo más libertad?/ Nace la tableta,/ que me depara alguna treta,/ y entre cookies y galletas/ se bloquea sin parar./ Y teniendo este aparato/ estoy atado para rato./ Nace el ordenador,/ de mil chips formado,/ nunca está colmado,/ y me vigila sin parar./ Navegando por este trasto/ ¿tengo más libertad?/ Nace también la tele,/ aborto de ondas y rayos/ plagado de antenas,/ a la pantalla pegado/ ¿tengo yo más libertad?/ Y en llegando a este punto,/ qué he hecho yo, Segismundo,/ para verme de estas prisiones atado./ Sin poder de liberación/ como Dios que ha dado libertad/ a un ave, un pez y un león./ ¡Ay, si Calderón viviera!...
Pedro Catalán García. Madrid
Igual hay que pararse
En su discurso de ingreso como académica en la RAE, titulado Inteligencia artificial y lengua española Asunción Gómez-Pérez plantea si no sería necesario hacer una parada tecnológica. El aluvión digital actual no se está asumiendo de forma consciente por demasiadas personas, por mucho que sus manos sostengan un caro iPhone y vayan por la vida ensimismadas ante sus pantallas. Esta tecnología digital se muestra, principalmente, como una herramienta poderosa para dinamizar la cadena de producción mundial y el control humano. ¿Por qué no nos paramos a pensar sobre si el curso que está tomando este ecosistema tecnológico es el más adecuado para el bienestar sostenible de la humanidad? Como dice la propia académica en su discurso «… debemos pensar en que no todo lo que sea técnicamente posible es socialmente conveniente».
Horacio Torvisco. Alcobendas (Madrid)
Seguidilla del descontento
Tenemos nuevo compañero en el taller. Cercano a los cuarenta, con veinticinco de experiencia en el oficio. Vive de alquiler. Nos cuenta que se ve obligado a compartir piso. Solo, no podría hacer frente al importe que piden. Bien sabemos que esa es la norma hoy. Trabajar no te exime de la miseria. Sí, miseria. Un país donde sus trabajadores no pueden hacer frente al pago de un alquiler, no digamos hipoteca, es un país de miseria. Podrá tener bien y pulcramente barnizado su ego de 'desarrollado', pero, lo dicho, es puro barniz. El nuevo compañero sabe tocar la guitarra, lo hace por los palos del flamenco (fandangos, soleá, seguidillas). Hoy le comentaba que deberíamos hacer una seguidilla. Seguidilla del descontento. Se ríe tímidamente. Si, una seguidilla. Suena mejor blues, pero estaríamos barnizando la realidad. Y no, no vamos a caer, otra vez, en la trampa. En la trampa del barniz. Es puro barniz.
Francisco García Castro. Estepona (Málaga)
LA CARTA DE LA SEMANA
LA CARTULINA
Quizás una circunstancia concreta en la vida de nuestros hijos acaba decidiendo su futuro. Mi hija se crio entre maquinaria, materiales de construcción y el ruido de la obra: su padre restaura edificios para devolverlos a la vida útil. Una vez, ya en secundaria, ella tuvo que presentar un trabajo sobre personajes destacados en lo que entonces llamaban un 'mural de cartulina'. Buscando algo asociado a la edificación, encontró la historia de Diébédo Francis Kéré y sus maravillosos diseños de sostenibilidad y eficiencia en circunstancias adversas. Ese proyecto le encantó y fue decisivo al escoger sus estudios: siendo de letras, al contrario que sus hermanos, se inclinó por la arquitectura, por el desarrollo sostenible y la posibilidad de construir de modo responsable. Todos estos años, este mural ha estado colgado en la pared en su habitación, dándole coraje en su duro transitar por la carrera, con la suerte de haber podido conocer a este hombre que, aun sin saberlo, ha sido muy importante en su vida. Ahora que ya ha empezado a trabajar le queda buscar la estabilidad. Hoy, con cierta nostalgia, le he guardado el mural con cuidado, pensando en el valor y la fuerza que puede residir en una simple cartulina.
Juan de Dios Molina Suárez. Almuñécar
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