Sus fans investigan sus inquietantes vídeos ¿Qué le pasa a Britney Spears? ¿Secuestrada, sustituida por una inteligencia artificial...?
Alentados por su victoria al conseguir que su padre dejara de explotarla, los seguidores de Britney Spears han reforzado su seguimiento... o su acoso. Para un sector, la cantante seguiría estando prisionera. Sus inquietantes vídeos bailando de forma compulsiva e incluso con cuchillos han disparado la alarma. Para los fans todo son señales...
Viernes, 29 de Septiembre 2023
Tiempo de lectura: 9 min
Sobre el papel, ha sido una historia terrorífica con un final feliz: la de una princesa encerrada en la torre por su malvado padre y liberada por un ejército de fans que creen amarla y conocerla, incluso más que ella a sí misma. «Britney es mi vida. Lo que está pasando no me parece real, es como una experiencia extracorpórea –dijo Megan Radford llorando a las puertas del juzgado donde se resolvió el fin de la tutela de Britney Spears–. No puedo ser más feliz». A su alrededor, había cientos de fans gritando y llorando de alegría con pancartas donde se podía leer: ‘Free Britney’ o ‘¡A partir de hoy ya no es de tu propiedad, Jamie!’ (refiriéndose al padre de la superestrella).
El 30 de septiembre de 2021, Britney Spears quedó libre de la tutela judicial que la sometía al control de su padre desde hacía 13 años y que le impedía tomar sus propias decisiones, ya fuese tener un teléfono móvil, hacer una gira o quitarse el DIU para quedarse embarazada. Una tutela que provocó que entre los 26 y los 39 nada de lo suyo fuera suyo: ni su cuerpo, ni su voz y mucho menos su dinero.
La cantante fue sometida a esa minoría de edad «por su propio bien» tras ser ingresada efímeramente en un psiquiátrico, con una figura legal que se usa en casos de ancianos con demencia o discapacitados, pero ni siquiera a la prensa (más ocupada en hacer chistes y escarnio de su caída y sus tropiezos) le llamó la atención lo que estaba sucediendo. Solo cuando un joven fan de la artista entró a trabajar a The New York Times y le propuso a su redactora jefe investigar sobre el estatus legal de su tutela (lo que acabaría siendo el documental Framing Britney Spears) se rompió el hermético silencio que había permitido a su familia explotarla durante años.
Sin embargo, tras la euforia inicial por la libertad de la artista, los fans no han dejado de estar preocupados. Los cuentos de hadas terminan con un ‘y comieron perdices’, pero la película de la vida real de Britney ha continuado de manera tan poco heroica como escasamente fotogénica.
Desde que conquistó su anhelada libertad, Britney se ha dedicado a hacerse selfis, beber champán (algo que tenía prohibido), viajar en barco, casarse, probarse ropa y hacer unos bailes algo descoordinados en el salón de su casa, con el pelo revuelto y la raya de los ojos corrida (siempre) para después compartirlos en Instagram con sus fans, una plataforma en la que tiene 42 millones de seguidores.
Un exhibicionismo que encajaría en su personalidad. Sin embargo, hay una parte muy importante del colectivo de fans que creen que lo que muestra en su Instagram, caótico y con fallos de continuidad, es sospechoso y siguen encontrando señales de un desesperado cautiverio. Son fans como Anita Datta, de 23 años, la anfitriona de una de las cuentas de TikTok más grandes y extremas sobre la artista, conocida como @BritneyIsNotFree, que defiende que Britney Spears fue reemplazada por una inteligencia artificial (IA) el día de su boda. Ella es una de las muchas personas que creen que las Spears que hemos visto en Instagram, en su boda y en otros momentos públicos no son en realidad ella, sino una combinación de recreaciones de IA y dobles corporales que utilizan sus captores mientras la verdadera se encuentra escondida en otro lugar, posiblemente en un psiquiátrico.
Además, a la mayoría de fans no les cae bien el que durante seis años ha sido su pareja, Sam Asghari, un entrenador personal y actor iraní-estadounidense a quien conoció en el rodaje del vídeo Slumber Party en 2016 y que tiene doce años menos que ella. En abril de 2022, la estrella anunció en Instagram su anhelado embarazo, pero un mes después sufrió un aborto espontáneo.
En junio de ese mismo año (y previa firma de un draconiano contrato prenupcial) contrajeron matrimonio y hace apenas unos días, el 16 de agosto, se supo que Asghari había pedido el divorcio. Una noticia que a la Spears de Instagram pareció no quitarle el sueño, ya que ese mismo día publicaba un post anunciando que estaba planeando comprarse un caballo.
Precisamente, la extraña boda entre Asghari y Spears ha sido hasta ahora uno de los argumentos que han estado esgrimiendo los fans más conspiranoicos para decir que algo sigue sin encajar y que ellos tienen razón.
Sus fans analizan sus vídeos y mensajes con lupa. Una de las cuentas más seguidas defiende que Britney fue reemplazada por inteligencia artificial el día de su boda
Uno de ellos es Brennen White, que nació en Luisiana, como Britney Spears. Ahora tiene 31 años, pero cuando descubrió a Britney con el vídeo de Baby One More Time, tenía 16. Desde entonces, la pop star ha sido una de sus obsesiones y está convencido, como le dice a New York Magazine, de que podría haber sido su amigo. Hoy, el fandom de Britney le conoce por otro nombre: @RealC0CKy, y es uno de los más decididos defensores del subgrupo FreeBritney que cree que Spears aún no es libre.
White calcula que dedica unas 30 horas a la semana a analizar la situación de la artista, entre investigar y hablar con fuentes, publicar en las redes sociales y aparecer en pódcasts. White ha sido amenazado y denunciado varias veces por sus declaraciones, pero lo considera una señal de que está cerca de la verdad, y cuando se le pregunta si todo esto le ha afectado, contesta: «No. Vivo en un estado en el que se permite portar armas. Estoy bien».
White cree que está velando por Spears. A su boda con Asghari la llama ‘la boda del infierno’, y fue uno de los fans que se dedicaron a estudiar detenidamente las imágenes del enlace y señalar presuntas incoherencias. ¿Por qué, por ejemplo, había tantos retratos bellamente tomados de Asghari y solo imágenes granulosas de Spears?
Además, se preguntaban por qué la boda se ofició en su casa: «¿La mujer que ha sido mantenida en esta prisión está eligiendo casarse en la prisión?». Pero lo más aterrador de todo fue que horas antes de la ceremonia, el primer exmarido de Spears, su viejo amigo Jason Alexander, con el que se casó ‘en broma’ en Las Vegas en 2004, irrumpió en su casa armado con un cuchillo y se negó a abandonar la propiedad, transmitiéndolo todo en Instagram Live.
El fan que difunde las teorías más radicales dedica unas 30 horas a la semana a investigar a Spears. Ha recibido amenazas, dice. ¿Tiene miedo? «No. Vivo en un estado que permite llevar armas»
Algunos dentro de la escisión del movimiento FreeBritney más conspiranoico vieron a Alexander en ese momento como un salvador, alguien que estaba tratando de rescatar a la artista y ‘exponer la verdad’ sobre la boda. Las fotos y los vídeos se convirtieron en un cebo irresistible particularmente en TikTok, que tiene una capacidad incomparable para convertir una sola idea en una tendencia megaviral en cuestión de horas.
Sucedió de nuevo el 24 de enero de 2023, cuando la estrella del pop acababa de borrar de repente su cuenta de Instagram. Según sus fans, llevaba semanas enviando señales de que las cosas no iban bien, como el post de un coche deportivo con un pie de foto que mencionaba su marca y modelo exactos: un Porsche 911 Carrera. ¿Qué sentido tenía mencionar el modelo si no era para pedir a sus devotos seguidores que llamaran al 911?
El día que dio de baja su cuenta, a última hora de la noche, dos fans se reunieron en un directo de TikTok para discutir sobre el post del 911. Uno de los espectadores le dijo en los comentarios que pensaba llamar a un teléfono de emergencias para garantizar la seguridad de Spears, los otros le permitieron unirse al directo y retransmitieron el momento en que el fan llamaba a la Oficina del Sheriff del Condado. «¿Por qué cree que hay que investigarla?», preguntó la persona que estaba al otro lado de la línea. «Ha habido actividad sospechosa en línea, y ahora su cuenta ha sido eliminada», dijo el fan. «¿Es usted familiar?», le preguntaron. «No», contestó.
Tras recibir en su mansión la visita de los policías alertados por los fans, Britney tuiteó: «Amo y adoro a mis fans, pero esta vez las cosas han ido un poco demasiado lejos»
Pero, aun así, la policía se tomó en serio la denuncia y se presentó en casa de Britney para comprobar que todo estaba bien, algo que a ella le sentó francamente mal. Al día siguiente, escribió en su cuenta de Twitter (ahora X), donde la siguen 56 millones de personas: «Amo y adoro a mis fans, pero esta vez las cosas han ido un poco demasiado lejos y mi privacidad ha sido invadida».
Pero, ¿qué pasa con sus fans? Como explicaba el sociólogo Mark Duffett, en su clásico libro (inédito en España) Understanding Fandom: An Introduction to the Study of Media Fan Culture, ser un fan implica una suspensión de la razón en pos de la idealización. Pero es que además, «el fanatismo –como el enamoramiento– es una sensación abrumadora de convicción emocional que se transforma en algo físico, una mezcla de euforia, energía, excitación, alegría y, sobre todo, empatía con el sujeto adorado».
Los fans proyectan lo que quieren ver en la pop star y algunas veces, en su frustración, han llegado a ser letales: Chapman le pidió un autógrafo a John Lennon y unas horas después le mató; a la cantante Selena la asesinó la presidenta de su club de fans, Yolanda Saldívar. Está claro que los fans no deben ser estigmatizados como colectivo, pero hay amores que matan.
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