
Cuatro restaurantes de cocina internacional en una sola calle del centro de Valladolid
La Bajada de la Libertad alberga en sus 200 metros una vuelta al mundo en la que degustar platos de tres continentes
Si la esencia se guarda en envases pequeños, en la céntrica y castiza Bajada de la Libertad el refrán se hace realidad: en apenas 200 metros y en la acera donde se levantaba el antiguo edificio Monedero se concentran mil y una esencias gastronómicas procedentes de tres continentes. Son cuatro los restaurantes que han crecido, casi uno al lado del otro, y han convertido en un pequeño laboratorio de sabores exóticos esta calle en cuesta con salida a los principales centros de la cultura y los monumentos de la capital. En otros tiempos albergó tabernas, vinaterías y hasta un Moulin Rouge y ahora estas cocinas que transportan, lo más cerca, al Mediterráneo griego, o se adentran por las especialidades de México, India y China.
El establecimiento más veterano es Pita GR, abierto hace seis años por Alicia Hervade y su pareja, David Fernández, quienes apostaron por esta calle porque «estábamos buscando un local en el centro». El cocinero principal, explica Alicia, es su marido, quien durante 14 años estuvo buceando en los secretos de la cocina griega todo ese tiempo en otro establecimiento de un barrio de Valladolid. La musaka (una especie de lasaña de carne picada que sustituye las capas de pasta por la berenjena), dicen a coro, es la especialidad de la casa y el plato más solicitado por sus clientes. Tienen un público «muy variado, de todo tipo, familiar pero también vienen muchos jóvenes», indican, enfrascados ambos en los preparativos de los menús, con el tiempo justo para tenerlos listos para los comensales más tempranos.
El «rey» de los burritos
«Es verdad, llama la atención y nos lo dice mucha gente, que es la calle más internacional de Valladolid, solo en la esquina queda, casi como último bastión de la resistencia de la cocina española, el Colombo, que es una leyenda», indica José Antonio Amaro, de 46 años, que inauguró su restaurante tex-mex el 20 de marzo de 2020, poco días después de ser declarada la pandemia de coronavirus y que los pedidos para llevar a casa le fueron salvando de una situación muy difícil. Ahora está contento y con la vista puesta, como todos los hosteleros, en la Semana Santa. «Viví en México muchos años y aprendí allí, a respetar el sabor tradicional de los platos y a adaptarlo al gusto de aquí», señala, presumiendo de «los mejores burritos de Valladolid». En un día festivo pueden llegar a salir de su cocina hasta 300 de ellos, con distintos rellenos.
Hasta que él abrió, explica, en la ciudad no había mucha oferta de restaurantes mexicanos en el centro histórico, pero «desde el año pasado parece que se han puesto de moda». Lo que diferencia a su propuesta del resto, subraya, es que «a la gente le gusta el concepto de una línea bufet que ofrece una comida aparentemente sencilla pero que permite numerosas combinaciones».
Valladolid, mucho más que lechazo
Los propietarios de estos cuatro establecimientos coinciden en señalar que no sienten que son «competencia», sino que «se complementan» en sus respectivas ofertas, formando parte de un espacio que se ha convertido en una de las zonas más 'cool' de la capital, que convive con otros locales con una oferta gastronómica más tradicional. «Tenemos entre todos una relación excelente» corrobora Amaro, y la prueba es que todos posan sin problema para la fotografía que ilustra este reportaje.
Los dueños de los locales aseguran que no sienten que son «competencia», sino que se «complementan»
Yujiao Wuguan, que se instaló en Valladolid en 2015 abrió este restaurante dos años después y detenta otro establecimiento de comida china «más formal» en la calle Estrecha. Entra en el local de la Libertad «todo tipo de gente», explica, «sobre todo a la que le gusta una comida rápida, a buen precio pero saludable, con ingredientes muy naturales y de calidad». Incluso, señala, «viene gente mayor, que en principio no le gusta la comida china, pero esta sí porque selecciona ella misma lo que quiere y ve cómo se prepara en la cocina, que está a la vista». Dice que no hay un plato predominante en el gusto de su clientela. «A la gente le gusta todo», concluye la propietaria.
El bebé de estos cuatro restaurantes, con tan solo tres meses de apertura. es el indio, que ocupa, precisamente, los enormes bajos del nuevo edificio que se levanta en el espacio del antiguo Monedero. Hoy es el único de comida hindú que existe en Valladolid. Araceli Parrado y Zebi Majed indican que se eligió esta calle porque «es un sitio muy céntrico y está cerca de los monumentos emblemáticos como la Antigua, muy representativos de Valladolid, por donde pasa mucho turista».
No hay día que la gente no pegue la nariz y se asome a las grandes cristaleras para atisbar el lujoso interior del establecimiento que, subrayan con orgullo, «es el único en su género en la ciudad», aunque ya barajan abrir un segundo en Parquesol. Explica Parrado que es una cocina «que todavía es muy desconocida y hay mucha curiosidad». Puntualiza Zebi que el tikka (carne marinada con especias y yogur, cocinada en un horno tandoor) masala (salsa a base de curry), la samosa (empanadilla) y el pan de queso son las especialidades que más gustan, acompañadas de la Cobra, una cerveza india. El chef, que tiene 25 años de experiencia en preparar estos platos, cuida de adaptar el nivel del picante a los gustos locales.
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