El ambiente lúdico de las convocatorias que cada fin de semana reunen en torno a una veintena de voluntarios de la Asociación de Medioambiente (AMA) el Pisuerga, pesa más que el frío de una gélida mañana de invierno vallisoletano. Los rayos de sol suavizan la ... tarea y la ropa de abrigo y el calzado cómodo cumplen con su cometido. Así que desde las 10:30 horas niños, adolescentes, jóvenes y mayores se afanban por dejar a punto el medio centenar de cajas nidos que hace un año instalaron en algunos árboles para facilitar la labor de las aves.
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Era la principal tarea programada para este sábado, pero la basura nunca cesa y mientras iban árbol por árbol cargados con un bichero para bajar las cajas y vaciarlas de restos de pajas y huevos eclosionados, han extraido de los márgenes de la Ribera 250 kilos de residuos, entre pláticos, botellas, enseres de todo tipo y un depósito de caldera que han avistado en la zona de la playa de Las Moreras, a un metro del río.
Mientras, otros paseantes ajenos a la actividades que allí se estaban llevado a cabo, disfrutaban de un agradable paseo junto a un cauce libre de 'basuraleza' gracias al trabajo que está asociación lleva a cabo desde hace cuatro años, al menos cada fin de semana. Fue tras la pandemia, recuerda Soco Ortega, tesorera de la asociación cuando, surgió la idea de asociarse a raíz de que aquella zona se convirtiera en un punto de encuentro para quienes buscaban aire fresco, espacios verdes y compartían una misma reivindicación: el patrimonio se disfruta y se cuida.
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Los voluntarios han recorrido durante toda la mañana al menos tres kilómetros del margen izquierdo. Divididos en grupos, algunos acometían la limpieza mientras otros ponían a punto los nidos, una de las actividades favoritas de los más pequeños. «Hemos visto como los nidos tenían muchas plumas y cáscaras de huevo, los hemos limpiado y luego los hemos colocado en su sitio», explica Edgar Gregorio, de siete años, que ha venido acompañado de su madre Lidia Crespo, una de las primeras en unirse a la asociación; y sus hermanos Vega y Alonso, de nueve años y cuatro meses.
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Las cajas nido, hechas de botellas de plástico reciclado, se elaboran en los múltiples talleres que organizan estos amigos del Pisuerga en colaboración con colegios y otras asociaciones como los Scouts o Cruz Roja, que también los acompañan en las batidas en busca y captura de residuos. Tarea imprescindible para la conversación del Medioambiente, que comienza con la concienciación, dado que «cuando la gente lo conoce, lo cuidan mucho más», explica Ortega.
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E. García de Castro
La retirada de residuos no era el cometido principal de esta jornada, pero aún así desfilan algunas bolsas con restos de todo tipo arrojados al antiguo lavadero y a otras zonas del paseo. «Aquí encontramos de todo», señala Araceli Alonso, de 71 años, que adquirió este compromiso hace un par de años a raíz de conocer la existencia de este grupo en la televisión. Porta una bolsa tamaño XL con todo tipo de restos y enseres en desuso, desde colillas, latas a una cámara de una rueda de bicicleta «Aquí hemos llegado a encontrar hasta un polígrafo y estuvimos jugando con él», ejemplifica la tesorera.
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Sus ojos han visto salir del río toda clase de muebles, electrodomésticos y hasta carpinterías. Para muestra, una puerta de madera «con sus manillas, cerrojo y llaves puestas» que ahora van a emplear para el cerramiento de un nuevo espacio cedido por el Ayuntamiento, en sustitución de una caseta que ya se les queda pequeña.
Hará las veces de almacén y de sala de esparcimiento para llevar a cabo las distintas actividades lo más cerca posible del entorno como parte de su trabajo de concienciación con las nuevas generaciones. «Es positivo ir a los colegios pero lo realmente interesante es traerlos aquí, porque cuando lo conocen lo cuidan más», explica Soco, informática de profesión pero apasionada del medioambiente.
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Desde que se pusieron manos a la obra para cuidar el «valioso patrimonio» natural de Valladolid que representa el Pisuerga y sus zonas verdes, han retirado más de seis toneladas de residuos al año, el equivalente a 12 contenedores. Además, durante el pasado año acometieron la limpieza de musgos y grafitis a lo largo de 450 metros cuadrados que comprenden los muros del histórico Palacio de la Ribera y el antiguo lavadero. «Nos gustaría que el Ayuntamiento pusiera carteles con una breve reseña de su historia para que de alguna manera la gente lo cuide», pide Soledad Barbero, otra de las voluntarias, que detalla que lo limpian «dos veces al año».
Retiraron también durante todo 2024 31.150 kilos de troncos atrapados en el río, el equivalente a 90 árboles. Una ardua pero necesaria tarea por la «erosión» que su impacto produce en el Puente Mayor, y para la que piden ayuda. Desde la asociación aspiran a conseguir una plataforma dotada con grúa para que facilite la extracción en las aguas de estos y otros restos pesados. «La última vez que lo hicimos tuvimos que retirarlos tirando con un tractor», explican.
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