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La plaza del Viejo Coso de Valladolid. Rodrigo Ucero

Curioseando por Valladolid

Los vestigios que aún recuerdan a la antigua plaza de toros

El Viejo Coso mantiene en su estructura detalles de una historia que sigue viva en la ciudad

Carolina Amo

Valladolid

Martes, 20 de agosto 2024, 07:14

Muchas veces el ajetreo y bullicio de la ciudad lleva a los turistas y ciudadanos a ir en busca de sitios más apartados y tranquilos. Valladolid nos propone en su entorno muchos espacios verdes, parques a las afueras de la urbe, zonas de ocio y descanso. Sin embargo, encontrar un pequeño oasis en medio de la ciudad que tiene mucha historia es posible y está a pocos metros de la plaza de San Miguel. Se trata de la plaza del Viejo Coso, un entorno que más allá de albergar viviendas en la actualidad esconde curiosidades y anécdotas en su interior de un pasado no muy lejano.

La historia de esta ilustre plaza se remonta a 1833 cuando se erigió como la primera plaza de toros de Valladolid, sobre el lugar que ocuparon las casas del Conde de Salinas y el Hospital de Pobres, y colindante al palacio renacentista de Fabio Nelli. Desde un principio la zona empezó a acoger los festejos taurinos que hasta entonces se celebraban en la Plaza Mayor y en zonas cercanas a la Puerta del Campo.

El coso, formado por una planta octogonal que admitía una capacidad para 8.000 personas, dio el relevo a la Plaza Mayor y a las zonas aledañas a la Puerta del Campo, en las que se instalaban las famosas tribunas para los espectadores para disfrutar de los festejos taurinos. Y es que esta zona sirvió como lugar de encuentro de las elites vallisoletanas que acudían a las corridas y disfrutaban de ellas desde los palcos (elementos que aún se conservan en sus fachadas)

Un cambio que conserva historias

El entorno cobró cierta importancia, ya no solo por estar en un punto privilegiado de la ciudad y servir como punto de encuentro, sino porque fue durante sesenta años, la plaza de toros de la ciudad, un recuerdo que aún sigue vivo en el día a día de los vallisoletanos que pasean por los alrededores. Sin embargo la plaza de toros tenía otros planes a futuro para el Viejo Coso, pues se trasladó a Paseo Zorrilla abandonando la zona, donde posteriormente el espacio se utilizó como casa del cuartel de la Guardia Civil en 1900.

El espacio no tardaría en convertirse allá por 1980, donde empezaron a surgir las primeras casas para particulares gracias a una profunda rehabilitación que proyectaron los arquitectos Javier López de Uribe y Manuel Finat. Los antiguos palcos en los que personajes ilustres de la ciudad acudían a las corridas finalmente se ocuparon como viviendas. La imagen que se recordaba en el siglo XIX del antiguo ruedo es, actualmente, un pequeño parque con altos árboles, lleno de viviendas y pequeños espacios para acoger actividades vecinales.

Soportales de ladrillo que llevan a una de las dos salidas de la plaza. Rodrigo Ucero

No obstante, hay muchos detalles de la plazoleta que siguen recordando a aquel entorno taurino tan ilustre de la ciudad vallisoletana. Los edificios mantienen la fachada de ladrillo. Y los dos pasajes que conducen a las calles San Quirce y San Ignacio aún conservan los techos de madera de antaño. Al dar un paseo por su interior hay miradas que se fijan en los pisos altos, donde algunos también guardan esos característicos balconcillos que evocan el recuerdo de la primera plaza de toros de la ciudad.

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